El asesinato fue la culminación de un enconado enfrentamiento personal entre el Orleans y el Borgoña por llenar el vacío de poder causado por la locura intermitente de Carlos VI. En principio era Luis de Orleans el que controlaba al rey, desviaba ingresos reales a su bolsillo y disfrutaba también de la reina. Juan Sin Miedo estaba decidido a hacerse con esos beneficios, incluidos los favores de la reina según dicen. Cuando la maquinación política no hizo efecto recurrió a un asesinato tan descarado que dejó alucinados y paralizados a los demás príncipes franceses. Juan queda impune del asesinato al no haber nadie que dispuesto a enfrentarse a él y en 1409 es rey de Francia en todos los sentidos salvo en el nombre.
Juan Sin Miedo, era igual de feo que de mala persona
Asesinato de Luis de Orleans.
El caso es que a Orleans muerto, Orleans puesto y Carlos vivirá para vengar a su padre. Al cabo de tres años, con 16 recién cumplidos, forja una alianza contra Borgoña que incluye a los duques de Berry, Borbón y Bretaña y los condes de Armagnac, Alençcon y Clermont. Total que ambos bandos irreconciliables se lían en una guerra civil. Carlos de Orleans se casa con la hija del conde de Armagnac en 1410.
El odio mutuo de Armagnacs versus Borgoñones era tan grande que estuvieron dispuestos a pasar por alto su antipatía por los ingleses en busca de apoyos, incluso ofreciéndole ayuda en su reclamo de su "herencia legítima" al trono de Francia.
La oportunidad resultaba irresistible para los ingleses pero lo primero que hay que hacer es decidir qué partido apoyar. Para entonces Enrique IV está enfermo y debilitado y es su hijo Enrique V el que ejerce el papel dominante en el Consejo Real. No sabemos lo que le prometió Juan Sin Miedo, pero se hace con el apoyo del príncipe inglés y el conde de Arundel es enviado con un enorme ejército que se ocupa de recuperar París para Juan de Borgoña. Peeero... los ingleses cambian de chaqueta y ahora apoyan a los armagnacs, que han prometido reconquistar, con sus propias tropas y a sus expensas, Aquitania entera para servirla en bandeja al rey inglés a cambio de un ejército de cuatro mil hombres que pretende llevar a Juan Sin Miedo ante la justicia.
Vaya lío... ¿por qué esta gente nunca se limita a cumplir sus pactos y se dejan de dar vueltas?
Resulta que esta última decisión la ha tomado Enrique IV sin la aprobación de su hijo, al que las malas lenguas acusan de traición y deslealtad; su padre se lo cree y lo echa del Consejo Real favoreciendo a su otro hijo Thomas, duque de Clarence, que es su favorito. En 1412 el príncipe jura su inocencia en público pero se huele que su hermano se está camelando a padre para que le deje el trono. Aún así no recurre a la violencia, es un hombre paciente, y sabe que si la naturaleza sigue su curso será rey de Inglaterra, aunque sería estupendo que su hermano Thomas fastidie la campaña francesa de apoyo a los Armagnac.
Clarence desembarca en Normandía el 10 de agosto de 1412 con mil hombres de armas y tres mil arqueros pero nunca ha sido un líder afortunado y en este momento se empieza a notar. Los Armagnac y los Borgoña han llegado a un acuerdo secreto y se libran de los ingleses con un soborno de 210.000 coronas de oro y entregando como rehén a Jean, conde de Angulema, hermano de Carlos de Orleans, de 12 años y que estará olvidado por su familia 33 años como prisionero de los ingleses. Clarence se dirige a Aquitania y, aunque la cosa no le ha salido del todo mal, lo cierto es que no ha conseguido un triunfo militar y político apoteósico como se esperaba.
El 20 de marzo de 1413, Enrique IV muere en la abadía de Westminster. Había sido en su juventud un joven deslumbrante, famoso por su valentía en las cruzadas y en las justas, generoso mecenas de las artes, y muere siendo un hombre arruinado sin el respeto y la pena de quienes le rodean, con 46 años, dejando al gobierno endeudado, al Consejo Real y a la nobleza dividida en facciones e intrigas, al país plagado de desórdenes y a la Iglesia amenazada por la herejía a nivel nacional y por un cisma en el extranjero.
Díficil lo tiene Enrique....
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.