Los periodistas de la tv huyen como ratas cuando empieza a descender el drama (aunque todavía hay mucho). No lo veremos seguramente en los programas de la mañana y de la tarde.
Alsina, que dentro de nada recibirá el Ondas por la narración del asesinato de Kennedy en su 60 aniversario, lleva toda la semana visitando los pueblos y lugares que ya visitó y transmitiendo como van evolucionando las cosas. Porque de lo malo, también se sacan cosas buenas, pero esas poco se cuentan, como ha hecho José Andrés. Es hora de hablar, también, de las risas de los niños regresando a algunas escuelas, de las valientes narraciones de los mayores en las residencias, de la gente haciendo cola en la única panadería reabierta en el barrio, del estruendoso ruido de la línea de autobús que empieza a circular desde Paiporta o del tintineo de las tazas en las cafeterías que han subido la persiana gracias a las impolutas limpiezas que les han realizado los voluntarios.
La radio de antes, la del reporterismo con el micro a cuestas, la de toda la vida; la que no hace del drama un espectáculo y se va abriendo camino por las calles despejadas.