Urbano II llama a la cruzada con estas palabras que nos ha legado el cronista francés Roberto el Monje:
Dejad que las hazañas de vuestros antepasados os conmuevan y os inciten a realizar otras tantas, como la gloria y la grandeza de Carlomagno y su hijo Luis, y de otros reyes vuestros, que han destruido los reinos de los paganos y han llevado a ellos la Santa Iglesia. Conmoveos ante el santo sepulcro de nuestro Señor, nuestro Salvador, que está en manos de países impíos, así como de otros santos lugares, que se ven tratados con ignominia e irreverencia. ¡Oh, los más valientes de entre los soldados y los descendientes de los invencibles héroes, no lo permitáis y emulad el valor de vuestros antepasados!Urbano II y el abad Hugo de Cluny, otro personaje importantísimo para la historia de Europa. Con ayuda de Fernando I de Castilla, el abad Hugo construyó la tercera abadía en Cluny, la más grande estructura en Europa por muchos siglos. Hugo fue la fuerza conductora de la reforma cluniacense durante el último cuarto del Siglo XI. Las relaciones de Hugo con Fernando I y Alfonso VI de Leon y Castilla, como también su influencia sobre el papa Urbano II, hizo de él una de las más poderosas e influyentes figuras de finales del siglo XI. Como padrino de Enrique IV de Alemania, tuvo también un papel destacado en el conflicto entre éste y el Papa Gregorio VII.
La abadía de Cluny (Cluni o Clugny) fue fundada en una reserva forestal de caza en Borgoña el 2 de septiembre del año 910 por Guillermo I de Aquitania, conde de Auvernia, el cual instaló allí al abad Bernón de Baume, y puso la abadía bajo la autoridad directa del Papa, lo que era raro por la época.
Cluny se convirtió en el monasterio reconocido como ejemplo del estilo de vida monacal en Occidente desde finales del siglo X, fue el mayor y más prestigioso monasterio, y la institución monástica mejor preparada de Europa. En su época de mayor esplendor, el siglo XI, lo que salía por boca del abad de Cluny iba a misa en todo el mundo cristiano.
La abadía fue saqueada y destruida en su mayor parte por una turba de revolucionarios en 1790. Hoy, sólo una pequeña parte del conjunto arquitectónico original sobrevive.
Hablamos del que fue el mayor complejo de la cristiandad occidental, ojalá pudiera daros idea del tamaño, era impresionante.
A nosotros nos interesa Cluny III ( la I es la abadía que se fundó, pequeñita, y la II una primera ampliación románica). La construcción de Cluny III comienza sobre el año 1080 siendo abad Hugo de Semur, como ya hemos dicho. En 1095, el papa Urbano II consagra dos piedras del altar y tres capillas en el centro del patio y se completa todo el conjunto en 1220 siendo abad Roland I de Hainaut, en estilo gótico. Es con la excusa de la consagración de esta abadía la razón por la que el Papa viene a Francia y de paso, le da por convocar la Primera Cruzada.
La campaña de construcción fue financiada por el censo anual establecido por Fernando I de León entre 1053 y 1065. Este censo fue restablecido por Alfonso VI en 1077 y confirmado en 1090. La suma se fijó en 1.000 áureos de oro por Fernando, cantidad que fue doblada por Alfonso VI en 1090. Para Cluny, esta cantidad representaba la mayor anualidad recibida nunca por una orden religiosa por parte de un rey o gobernante, y nunca fue superada. Los cien marcos de plata anuales entregados por Enrique I de Inglaterra a partir de 1131 fueron una contribución miserable en comparación. España se coloca por primera vez en la órbita internacional porque Cluny es, en estos años, el centro de Europa, en torno al cual gira la política, la cultura y la economía.
Iglesia de Cluny III
La planta de todo el complejo monástico. A la izquierda la iglesia, tiene una cabecera escalonada que se ve un poco rara, eso es porque en vez de derruir la iglesia anterior, aprovecharon sus muros y a la vez que se construía la ampliación se podía seguir asistiendo a misa. Tenía dos claustros, refectorio (comedor), dormitorios, hospedería para viajeros, enfermería, huertos, graneros, despensas, jardines... un mundo cerrado y autosuficiente.
Y esto es lo único que queda de lo que fue el mayor complejo de la cristiandad hasta la construcción de la actual Ciudad del Vaticano.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.