Regreso a Londres tras pasar las Navidades en Sandringham, enero de 1953En abril de 1953, tan solo dos meses antes de la Coronación, Lilibet bautizaba el nuevo Yate Real. El nombre escogido no fue uno más. Tuvo toda la intencionalidad y estaba cargado de simbolismo, más teniendo en cuenta que los planos de la embarcación habían sido diseñados en 1938 para reemplazar al viejo
Victoria and Albert, pero habían quedado paralizados por la guerra.
El Britannia seguramente fue concebido como un medio de transporte más, algo práctico y cómodo para trasladar a la Familia Real por los territorios de la Commonwealth. Per también encarnaba la imagen del poderío naval británico, una forma más de venderse de cara al mundo y de apaciguar la nostalgia del imperio que antaño fueron. Pero por encima de todo eso, ese yate se convirtió en una verdadera casa flotante para la familia. Tanto Felipe como Isabel tardaron poco en hacerlo suyo, decorarlo y ambientarlo como les apeteció.
La primera vez que el Britannia ejerció como Yate Real fue en 1954 cuando tuvo que trasladar a Carlos y a Ana hasta Malta para recoger a sus padres en Tobruk, Libia, tras meses de una interminable gira. A partir de ese momento, el Britannia se volvió imprescindible en muchos de los viajes de la familia, tanto los públicos como los privados e inauguró una tradición familiar que tenía lugar cada verano: los cruceros familiares.
Cuando el Britannia, la primera "casa" que Isabel y Felipe prepararon a su gusto para toda la familia, fue retirado del servicio activo al costar demasiado mantenerlo, llegó el drama. Pocas veces se ha podido ver a los Windsor tan tristes y sentimentales como cuando se despidieron del yate y de su tripulación, algunos de cuyos miembros habían servido en él por más de 20 años.
Portsmouth, diciembre de 1997