Aunque el palacio de Liria fue incautado y entregado al Partido Comunista sus obras de arte no fueron evacuadas, e incluso la prensa informó de que las depositadas en el Banco de España (aunque sólo menciona nueve) habían sido devueltas al palacio en el mes de agosto, y al menos algunas de ellas no volvieron luego al banco cuando la situación bélica de Madrid se fue deteriorando. En contrapartida, la misma nota daba cuenta de que no se conocía el paradero de otras catorce obras que también figuraban en el catálogo de la Casa de Alba. De estos catorce cuadros algunos aparecieron luego (no sé en qué circunstancias) y otros no.
En aquel verano del 36 se organizaron en Liria visitas y conferencias, y el edificio fue protegido por los milicianos del 5º regimiento, todo lo cual fue explotado por la República con fines propagandísticos de cara al extranjero, donde la incompetencia de la República para frenar las tropelías de radicales e incontrolados (en este caso contra el patrimonio, especialmente eclesiástico) ya había creado alarma.
Si bien siempre se pensó que dada la identidad del propietario de Liria (no sólo porque fuera un duque, sino porque además apoyaba el golpe y defendía los intereses de Franco ante el Reino Unido) los sublevados nunca atentarían contra el edificio, pronto se demostró lo ingenuo de este planteamiento, pues el 17 de noviembre los nazis al servicio de Franco en la Legión Cóndor (ya sabéis, los de Guernica) bombardearon de forma sistemática el palacio con un total de 18 proyectiles incendiarios; los impactos sobre el tejado y el gran incendio que se desencadenó redujeron a escombros el interior del edificio, mientras la servidumbre de los Alba y los milicianos a duras penas consiguieron sacar al jardín sólo una parte de los bienes muebles del palacio. La colección de grabados y buena parte de la biblioteca fueron pasto de las llamas (se dijo también que del pillaje, no sé si es cierto), y entonces se creyó que el archivo familiar había corrido igual suerte.
El palacio de Liria carecía de todo interés estratégico, y no cabe duda de que 18 proyectiles no hacen blanco por mala puntería, por lo que sólo cabe la posibilidad de que fuera un ataque totalmente intencionado, quizá por creer los nazis que en él se alojaban políticos o militares republicanos. Aún así el bando sublevado intentó culpar del desastre a la República, acusándola de provocar el incendio para encubrir el expolio del palacio y sus tesoros, y el propio duque, en palabras de Anthony Beevor,
“acusaba cínicamente a la República de ser la responsable de los daños sufridos en su casa”.
Muchos años después, al referirse durante la dictadura a la pérdida del palacio de Liria, aún se pasaba de puntillas sobre la autoría del crimen, y así por ejemplo una nota de prensa de 1947 señalaba que el palacio había sido
“destruido por un incendio en tiempo de los rojos”, y la propia placa conmemorativa de la reconstrucción del palacio reza
“ESTE PALACIO […] DESTRVIDO DVRANTE LA GVERRA DE LIBERACIÓN FVE RECONSTRVIDO…”. En fin, cosas de las dictaduras...
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"Buscad la Belleza, es la única protesta que
merece la pena en este asqueroso mundo"
(R. Trecet)