«Dichosa columna, nun la veo bien». Hora y media a pie de valla bajo una nube amenazadora merece mejor suerte. Una mujer se eleva entre el gentío haciendo equilibrios sobre sus zapatos de tacón mientras busca en la tribuna a doña Letizia. Después de dejarse el cuello en el intento, lo consigue: «Ahora sí, Mari; ye ella, qué guapa ta. Y él, qué altu». Mari, claro, asentía. Comentarios similares se repitieron a lo largo de más de una hora en las calles de Rioseco. Aquellos que pensaban que el paso de los Príncipes por Sobrescobio sería fugaz se equivocaron. Sus Altezas no se cansaron de saludar a los vecinos en los intervalos de las visitas institucionales programadas en la entrega del galardón «Pueblo ejemplar» 2009. El día dio para mucho y sirvió para descubrir que la Princesa prefiere los culetes de sidra «pequeñinos y a menudo», que don Felipe tiene buen ojo para la meteorología y que los coches «reales» también sufren averías.
La jornada fue de sonrisas y saludos, muchos saludos. Abundaron los «reincidentes», que cambiaban de ubicación a lo largo del recorrido para volver a estrechar la mano de los Príncipes. «Pero ¿tú aquí otra vez?», preguntó con humor doña Letizia a una joven. Entre el gentío también había alguna cara conocida, como una antigua compañera del Colegio de la Gesta de doña Letizia, con la que la Princesa se paró a departir unos instantes. El Príncipe, por su parte, tranquilizaba a los vecinos, manifestando su convicción de que la lluvia no haría acto de presencia.
Donde no llegaban los saludos, lo hacían los vítores. «Bien, Leti, palia, palia», animó una mujer cuando los Príncipes plantaron un texu junto a los alumnos de la escuela rural de Rioseco. Otra joven arrancó al Príncipe el compromiso de regresar a Sobrescobio sin las ataduras del protocolo para cubrir la Ruta del Alba con su familia.
Uno de los actos más multitudinarios fue el almuerzo de campo que los Príncipes compartieron en el polideportivo con un millar de invitados, entre ellos, la práctica totalidad de los vecinos de Sobrescobio. El menú incluyó jamón y chorizo de Sobrescobio, tacos de empanada de bonito, bollinos preñaos, callos asturianos y caldereta de venao con patatinos. De postre: queso casín con dulce de membrillo, casadielles y fayuelos. «Les gustaron mucho los callos, pero, sobre todo, los frixuelos. Les sacamos unos normales, pero a doña Letizia le gustaban más sin azúcar, así que les trajimos unos frixuelos rellenos con compota de manzana. Le gustó y nos dijo que se los llevaría para el viaje en el helicóptero», indicó Jairo Rodríguez, el camarero que sirvió a los Príncipes, y que también era el encargado de la sidra: «Doña Letizia nos decía que no quería culetes grandes, que el culín tenía que ser pequeñín y a menudo. La verdad es que son muy simpáticos y muy cercanos en el trato».
Los frixuelos no fueron el único recuerdo gastronómico que Sus Altezas se llevaron de Rioseco. Los vecinos de Sobrescobio también les obsequiaron unas bolsas llenas de berzas, fabes y avellanas. Quizá tanto peso fue demasiado para el coche oficial, que empezó a echar humo cuando los Príncipes salían de la comida y se disponían a abandonar el concejo. No fue necesario llamar a la grúa. Sobre la marcha, se trasladó parte del equipaje del maletero a otro vehículo que venía detrás.
Tras de sí, los Príncipes dejaron un concejo de 800 habitantes agradecidos y con ganas de repetir, según manifestaba un vecino de retirada a su casa: «¿Y si nos presentamos otra vez ? Igual ganamos».
SIDRA, BERZAS Y AVERIAS.
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