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Madre Fundadora |
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Registrado: 17 Feb 2008 20:47 Mensajes: 18576
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Me río con el artículo de Hola. Copio y pego: Como entrante, los invitados degustaron una de las especialidades típicas de Mónaco, el "Barbagiuan", una especie de empanadilla de pasta muy fina que se come con los dedos y que está rellena de espinacas, puerros, cebolla, perejil, albahaca, huevo y queso parmesano. A continuación, y en un plato "grande, ovalado y generoso", el chef Ducasse retrató un paisaje típico de la costa de la Riviera y para ello hizo un juego de superposiciones de verduras y hortalizas: tomate, remolacha, rábanos, setas... todo salpicado con almendras frescas, flores de calabacín y ramitas de apio. Debajo de esta 'obra de arte' colocó unos filetes de mújol marinado, pescado por Gérard Rinaldi, perteneciente a la última familia de pescadores de Mónaco. Como aderezo, no podía faltar uno de los ingredientes más utilizados en todo el mundo y clave de la dieta mediterránea: el aceite de oliva virgen extra.
El menú prosiguió con trigo cultivado en la Alta Provenza y cocinado con zanahorias, corazones de alcachofas, puerros, guisantes, judías verdes y champiñones. Alimentos de la tierra como homenaje a la cocina sana, modesta y sabrosa. Y es que como ya sabíamos, la mayoría de los alimentos que Alain Ducasse ha utilizado para la cena del enlace real son productos de la región que fueron recogidos esa misma mañana en el jardín que el soberano monegasco tiene en Roc Agel, la residencia estival de los Grimaldi donde la princesa Grace vivió los momentos más felices de su vida y a la que se trasladó Charlene tras anunciar su compromiso: "En el jardín del príncipe crecen muy bien las berenjenas, los calabacines, los pimientos...". "No es un menú formal. No habrá ningún tipo de pescado noble, sino de la pesca sostenible. Tampoco habrá caviar. Nos hemos arriesgado con un menú mediterráneo un poco atrevido", añadió.
Antes de pasar a los postres, los invitados y los recién casados disfrutaron de nuevo con una sorprendente creación de Ducasse. Sobre un lecho de patatas cocidas en caldo de azafrán dispuso un revuelto de diferentes pescados: langostinos, filetes de salmonete, calamares rellenos, sepia, besugo y pulpo. Todo ello para conseguir, según las intenciones del chef, que sus paladares se transportaran "a las escenas míticas de las antiguas riberas, de un azul resplandeciente".
El primero de los dos dulces servidos, una copa de cristal sobre la que se encontraba una delicada gelatina de fresas y frambuesas silvestres recogidas esa misma mañana, hizo honor a los colores nacionales del Principado. Además, el postre se completaba con una cucharada de helado a base de leche no pasteurizada de nueve vacas que pastan en las hierbas aromáticas de Roc Agel, y una galleta de hojaldre.A mí es que cuando un reputadísimo chef se pone a preparar un banquete de ringo rango y pretende dar una imagen de sencillez y modestia en cuanto al repertorio de platos, me entra la risa tonta...
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