En septiembre de 1170, Alfonso se encuentra en Tarazona lugar escogido para la celebración del matrimonio con Leonor de Plantagenet, la razón de celebrarse en esta villa episcopal aragonesa y fronteriza con Catilla no era
otro que buscar el acercamiento con Alfonso II de Aragón el Casto. Ambos Alfonso el castellano y el aragonés tienen entre en manos un proyecto común: repartirse el reino de Navarra.
Alfonso II de Aragón, llamado el Casto
Durante el viaje que la llevaba a tierras aragonesas Leonor no dejaba de pensar qué o a quién se encontraría, como todas las princesas de esa época, o la gran mayoría, no conocía al hombre que se le había asignado como esposo por cuestiones políticas. Leonor no tenía miedo ante lo que se le avecinaba, pero eso no impedía que en su mente se cruzase un halo de preocupación, Castilla su nuevo hogar no era su normandía querida donde jugaba con sus hermanos y disfrutaba en compañía de su madre de trovadores y juglares, por eso no había querido desprenderse de ese trocito
de niñez y había pedido ser acompañada por 13 juglares con la intención de que estos fueran aceptados y bienvenidos en su nuevo reino, y de esta forma poder seguir disfrutando de ellos y por qué no evocar su normandía querida con todo lo que ello significaba. Leonor era una chiquilla con diez años, pero una chiquilla resuelta, inteligente y con un fuerte espiritu independiente y dulce a la vez, era en definitiva una digna heredera de la emperatriz Maud y de la reina Leonor de Aquitania.
la fecha de la boda estaba prevista en el mes de Septiembre, y he aquí que cuando Leonor y su comitiva al fin llegan a la ciudad de Tarazona lo primero que se encuentra es con un joven apuesto de mirada lánguida reflejo de
los sufrimientos sufridos y caballeroso, Leonor repara en él, y bendice a los cielos por su suerte, ese apuesto y caballeroso joven es Alfonso su futuro marido, el corazón de Leonor da un vuelco era casi casi como su soñado
caballero. Leonor enseguida se da cuenta que Alfonso ha sido desdichado en su infancia y que necesita afecto como un niño, no ha conocido el cariño de una madre, ni de un padre y los familiares más cercanos andan en disputas
territoriales con él. Si Alfonso ha tenido una infancia muy triste y solitaria por eso Leonor sabe que ha de ser afectuosa y cariñosa con él, con su caballero. Alfonso por su parte se muestra solícito con su bella princesa, de
cabellos dorados y ojos tan azúles como el cielo de un día soleado, él que nunca ha tenido el afecto de nadie necesita ese dulzura y ese cariño que le transmite Leonor.Además siente que Leonor pese a su sonrisa y esa fuerza
interior que demuestra cuando habla con él en los paseos que dan durante los preparativos de las nupcias que la princesa siente nostalgia de su hogar, por lo que Alfonso decide volcar todo su afecto y todas sus atenciones en la joven princesa y su futura esposa, en la joven Leonor Plantagenet la nueva reina de Castilla.
Alfonso Y Leonor
La novia aporta como dote la Gascuña y para la boda se señalan
como arras el castillo de Burgos y el de Castrojeriz, Amaya, Avia, Saldaña, Monzón, Carrión, Dueñas, Tariego, Cabezón, Medina del Campo, Astudillo, Aguilar y Villaescusa, y las rentas del puerto de Santander, Cabedo, Besgo de Santillana, Tudela, Calahorra, Arnedo, Vigera, Metria y el castillo y ciudad de Nájera, Logroño, Grañón, Belorado, Pancorbo, Piedralada, Poza, monasterio de Rodilla, Atienza, Osma, Peñafiel, Curiel, Hita, Zurita y Peñanegra, y para su cámara la ciudad de Burgos y la villa de Castrojeriz, más la donación de la mitad de lo que se conquistase a los moros desde el día de la boda. Por su parte los reyes de Inglaterra le conceden en dote el Ducado de Aquitania, del que era propietaria su madre, aunque nunca se llegó a tener un dominio efectivo de él.
Tarazona lugar del matrimonio