Burgos, la ciudad se preparaba para acoger a su rey y a su nueva reina, la ciudad se engalanaba y se preparaba para nuevos y fastuos festejos, iban a recibir al ya matrimonio, y todo era júbilo, alegría y celebraciones. Todo estaba listo para recibir dignamente a la dama llegada de tan lejos. Circulaba ya por tierras castellanas el rumor sobre la belleza de la princesa niña, sus cabellos dorados, sus exquisitos
modales, sus bondades y su porte y elegancia, también resonaban en la ciudad los ecos de los festejos que habían tenido lugar durante tres días en la ciudad de Tarazona, donde había corrido la comida y la bebida a partes iguales para todos los habitantes de la ciudad y todos los subditos de Alfonso VIII llegados para los esponsales. Habían escuchado también la llegada con la princesa de los juglares y trovadores que habían engrandecido con sus canciones, sus historias y sus poemas tan magna celebración. Todo en el reino de Castilla era júbilo y gozo contagiados de la felicidad que mostraba su monarca, y por eso las celebraciones se extendieron a todo su reino y ahora preparaban la llegada de sus Reyes.
La magnífica Catedral de Burgos, de estilo gótico que comenzó a contruirse en 1221, años despues del fallecimiento de Alfonso y Leonor en 1214.
Leonor cabalgaba junto a su esposo, era tanta la felicidad que sentía que ni siquiera se acordaba de los últimos y malos momentos vividos en su corte normanda, cuando su familia tan feliz y unida había empezado a desmembrarse. Eso había supuesto para ella un duro trago, pero al conocer a Alfonso y el trato tan correcto y caballeroso que le había dado, había terminado por ceder en sus temores, ya que en esos momentos se sentía dichosa de haber encontrado a tan noble y solícito caballero. Alfonso observaba de soslayo a su esposa por primera vez en muchos años se sentía feliz, Leonor le transmitía con su dulzura la paz y sosiego que nunca había tenido, su infancia había sido tan convulsa.... y tan falta de afecto...., pero por fin sentía que tod eso había terminado para bien, Leonor
representaba el presente y el futuro, ella era ahora su familia y con ella formaría una gran familia en la que primaría el cariño y el afecto, todo lo que a él en su niñez se le había negado por la temprana muerte de sus padres y los enfrentamientos familiares y con la nobleza de su reino. Pese a la fidelidad de algunos nobles y de algunas de las ciudades a la causa de su rey niño, Alfonso sentía cuán solo había estado durante toda su infancia,
sentía agradecimiento hacia sus leales, pero ellos no podían sustituir el amor de una familia ni los abrazos de una madre. Alfonso había crecido en una inmensa soledad, tan vasta como la extensión del mar más allá de Fisterra.
Leonor y Alfonso
Cuanto más se acercaban a la ciudad Alfonso veía acrecentar sus nervios quería que todo saliese perfecto y que Leonor fuese bien recibida en su nueva casa, quería que se sintiese como una princesita entre algodones, bueno más bien como una reina que era en lo que se había convertido al desposarse con él, pero Alfonso adivinaba más allá de los dulces ojos de Leonor que ella era digna de llamarse Reina, que le esperaban grandes y agradables sosrpresas de su esposa, que pese a su frágil aspecto y su candidez era ya una mujer resuelta y mostraba buenas dotes de gobernante. Alfonso había acogido con gran gusto los acompañantes de Leonor, los trovadores y juglares que a ella tan feliz hacía, y estos solicitos y agradecidos con el monarca los acompañaban a la Corte de Castilla, donde harían la delicia no solo ya de la reina, de su Leonor como ellos la llamaban y del rey Alfonso, sino de toda la corte castellana.
Leonor escuchando a un trovador
Leonor resuelta solo pensaba en la felicidad que la inundaba, aunque a medida que se acercaban un halo de preocupación cruzó su semblante, Alfonso la había recibido tan amablemente, la había agasajado con tantas
atenciones, pero se preguntaba si en su nueva Corte sería igualmente tan bien recibida, y si se sentiría como en su querida Normandía o se vería desplazazada por la ignorancia en el conocimiento no ya de la lengua que poco a poco comenzaba a dominarla, sino de las costumbres del reino castellano, también se preguntaba si en su nuevo hogar podría seguir con su vida tan liberal como hacía en su corte normanda o se vería sometida al obstracismo o una rígida etiqueta y sobre todo se preguntaba si sus queridos juglares y trovadores serían bien acogidos en su nueva Corte o si por el contrario tendría que prescindir de sus servicios que tan agradables y reconfortables veladas le habían proporcionado durante toda su vida.
La comitiva ya divisaba el contorno de la ciudad de Burgos, las brumas otoñales se abatían sobre la ciudad procedentes del río Vena y del río Alarzón, unido al presagio de la inminente llegada del crudo invierno castellano, le daban un aspecto algo sombrió a la ciudad, Leonor suspiró presagió que algo podría ir mal, pero se equivocaba, no se imaginaba ni remotamente el recibimiento que la ciudad con denuado esfuerzo había preparado para su nueva reina.
La ciudad de Burgos
Las murallas de divisaben entre las nieblas matinales y así vistas parecían algo fantasmagóricas, pero Alfonso que también conociía la ciudad sabía que con la salida del sol todas esas brumas se despejaría y harían aparecer la imponente y deslumbrante ciudad, por eso hizo detener la comitiva y esperar a que la mañana se levantase para que Leonor pudiese admirar por primera vez a ciudad en todo su esplendor, Alfonso en esos momentos se daba cuenta cuán solo había estado en lavida, siendo un rey y teniendolo todo a su alcance no había tenido lo más importante y necesario para una persona, una fmilia en la que apoyarse y con la que disfrutar; y ahora eso cambiaba Leonor estaba allí y eso lo hacía feliz. Todo estaba preparado en Burgos, el día al fin lucía soleado y Leonor quedó maravillada de la ciudad y se preparó para ser acogida por sus nuevos súbditos, sin saber aún que iba a ser una entrada triunfal.....