A partir de aquí vais a tener que consultar muuucho los cuadros genealógicos si no queréis perderos porque...¡¡¡ empieza el despiporre!!!
Muerto Ordoño III lo lógico es que lo herede su hijo Bermudo ¿no? Pues no, es su hermano Sancho I el Gordo el que se hace con la corona con el apoyo del conde castellano y su abuela la reina de Navarra.
Primero reina del 956 al 958 pero, rechazado por su extrema gordura, fue destronado por los nobles leoneses y castellanos, encabezados por el conde Fernán González que ahora le da por otro candidato y nombra rey a Ordoño IV, hijo de Alfonso IV, aquel que se retiró al monasterio y luego quiso volver, y sobrino de Ramiro II el que cegó a su padre.
Un lío ¿verdad? pues no hemos hecho más que empezar.
Sancho I el Gordo en el Tumbo A de la catedral compostelana
Ordoño IV, apodado el Jorobado o el Malo, en el mismo códice.
Expulsado de León, Sancho I se larga a Navarra a llorarle a su abuela. Toda, dispuesta a cualquier cosa por devolver la corona a su nieto, solicita ayuda a Abd al -Rahman III, otro más que se une al embrollo. El califa envía a Pamplona a su médico, el judío Yusuf Hasday ben Sahprut, que pone a dieta al rey destronado y logra que baje de peso lo suficiente como para montar a caballo. Por deseo del rey musulmán, Toda, su hijo García Sánchez y su nieto Sancho viajan a Córdoba para firmar un acuerdo de negociación (ya digo yo que el califa les debió dar mucha confianza para ir de excursión a la corte de tu enemigo de religión)
El pacto quedó así: Abd al-Rahmán ayuda a Sancho a recuperar León a cambio de diez castillos fronterizos en el Duero, mientras el rey de Navarra ataca al conde castellano Fernán González para mantenerlo ocupado.
Mientras el pobre Ordoño IV se veía impotente en León a manos de su suegro el conde Fernán (se había casado con Urraca, la viuda de Ordoño III) que hacía y deshacía a su antojo.
Sancho toma Zamora en la primavera del 959 mientras Ordoño sale zumbando de León y busca refugio en Asturias. Las tropas navarras vencen a Fernán que es hecho prisionero en Nájera, y Sancho vuelve a proclamarse rey de León en el 960.
Una vez sentadito seguro en su trono de León Sancho se pasa por el forro la promesa a Abd al-Rahmán y no le entrega las fortalezas prometidas a su hijo Al-Hakam II que acaba de suceder al califa. Este se cabrea, evidentemente, así que Sancho libera al conde Fernán para tenerlo como apoyo contra los musulmanes. Mientras, hacia el 961 Ordoño IV consiguió cobijo en Burgos, pero tuvo que marchar de allí y abandonar a su mujer en dicha localidad al perder el favor de su suegro, el conde Fernán González, ya que éste juró vasallaje a Sancho. Finalmente se entrego al general Galib en Medinaceli quien lo llevo a Córdoba donde falleció a lo largo del año 962 ó 963.
Sancho I muere en el 966 al ser envenenado, según la crónica de Sampiro, en el Monasterio gallego de Castrelo de Miño por el conde rebelde Gonzalo Sánchez, quien le dio una manzana ponzoñosa. Sus restos mortales fueron trasladados a la ciudad de León, donde fueron inhumados en la Iglesia de San Salvador de Palat del Rey, y más tarde en San Isidoro.
Y el caso es que Sancho, que tanto lío había provocado en vida, deja a su muerte un berenjenal de los grandes porque le sucede su hijo Ramiro III, que tenía sólo cinco añitos de edad, y ya se sabe que las minorías de edad de reyes desestabilizan mucho la institución monárquica.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.