Cosas de príncipes; por Jesús Fonseca
Marzo 12 - - Jesús FONSECA
La Monarquía le sucede lo mismo que a la lengua española: que no necesitan que nadie las defienda porque se defienden solas. Así que no caeré en el error de escribir en defensa de quien no lo precisa. Pero no está de más, en medio de tanta devastación, reparar en algunos aspectos útiles para nuestra convivencia. Si hay alguien en la Familia Real que despierte entusiasmo entre los españoles, en el apesadumbrado presente que ahora mismo envuelve a la Corona, son los Príncipes de Asturias. Se mueven con naturalidad, pero como si supieran que detrás de ellos estamos todos. Sin olvidar lo fundamental, como repartir optimismo; pendientes de las pequeñas cosas, que son al final las que de verdad cuentan. «Yo seré vuestra voz», les decía Doña Letizia hace apenas diez días a los miles de españoles que sufren alguna de esas dolencias que se conocen como enfermedades raras. Y lo está siendo. De Doña Letizia decía recientemente Paris Match, que era «simplemente perfecta». Una exageración, sin duda. Pero que sorprende, viniendo de donde viene. A estas alturas del paseo, está claro que tanto ella como él se han metido en el bolsillo la inmensa mayoría de los españoles. «Lo difícil es sentarse sin hacerse notar. Lo demás viene por sí mismo», escribe Pavese. Eso es precisamente lo que están haciendo Don Felipe y Doña Letizia en estas horas broncas por tantas y tantas cosas. Ellos, a su trabajo acuden y, con su presencia atenta y cercana, intentan ser lo más útiles que pueden. Pero no sólo. Tanto él como ella lanzan constantemente mensajes de optimismo y buen sentido, como el de Don Felipe la semana pasada, con motivo de la presentación de los tesoros vivos de la tele: «El mejor trabajo siempre requiere, en todos los ámbitos de la vida, talento y corazón».
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"Para levantarte republicano una mañana, sólo tienes que ser monárquico en España"