La consigna era sobriedad y no sobresalir. El Príncipe ha salvado con nota su primera semana como rey en funciones http://www.hoy.es/v/20120421/sociedad/c ... 20421.html Lleva el Príncipe Felipe veinte años calculando la distancia exacta. Serio pero sin resultar antipático, afable pero no campechano. Dosifica el heredero los gestos y las sonrisas, más ahora que no está la cosa para bromas.
Es una estrategia distinta a la de su padre, que a base de agradecidas rupturas protocolarias ha reforzado los cimientos sociales de una monarquía a la que una concatenación de causalidades (y de casualidades) ha colocado estos días en el centro del debate. Y a don Felipe bajo la lupa. Ha vivido su semana más difícil. No solo porque le ha tocado 'currarse' ocho actos oficiales en cinco días (los tres que tenía adjudicados y los otros cinco de la agenda del Rey); sino porque, en buena medida, de los pasos que dé ahora depende la firmeza del suelo que pisará en el futuro.
Don Felipe sabe lo que se siente cuando a uno le acribillan a críticas. Las sufrió con su noviazgo son Eva Sannum y con el anuncio de boda con una plebeya. Y ahora le toca tomar las riendas para no cargar con hipotecas que compliquen su futuro como Felipe VI. Se da por hecho que el Príncipe influyó en el Rey para que pidiera disculpas públicas, y eso ya dice mucho. Dice, cuanto menos, que no es un heredero en la sombra, aunque no tenga ningún papel institucional más allá de ser el sustituto del jefe del Estado. Porque el monarca está aún convaleciente tras el accidente sufrido en Botsuana -lo estará cuarenta días- pero sigue trabajando y ayer recibió en la Zarzuela al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en el habitual despacho semanal. Así que el Príncipe no deja de ser una especie de rey en prácticas.
Tres expertos en asuntos de la Casa Real ponen nota a sus apariciones públicas en la semana más complicada desde que estallara el 'caso Urdangarin'. «El príncipe no puede desaprovechar esta oportunidad. De la controversia se puede sacar algo positivo y puede beneficiar a su imagen... Si lo hace bien claro». Pero, ¿ha pasado el examen? Sí, y con nota.
Lo del domingo no era una visita oficial, sino oficiosa, pero también cuenta. Los Príncipes de Asturias y sus hijas, Leonor y Sofía, fueron a ver al monarca al hospital madrileño donde se recuperaba de la operación de cadera. Don Felipe «se mostró bastante serio. Y con eso quería decir dos cosas: que estaba preocupado, pero que tenía el control de la situación. No hizo el paripé de saludar y aunque estaban las niñas no hubo 'ji ji ja ja'. Y la princesa de Asturias solo dijo 'buenos días' a los periodistas, dando a entender que la cosa estaba tensa», examina el periodista Fernando Rayón, especializado en temas relacionados con la Casa Real. Ya estaba decidida la estrategia a seguir: sobriedad.
«Con pies de plomo»
Lo del lunes ya era oficial. Recibimiento en La Zarzuela de las tres últimas promociones de abogados del Estado y de una representación de la compañía Bacardí Limited con motivo del 150 aniversario de la marca, dos audiencias de 'guante blanco' y «nada problemáticas» que don Felipe despachó sin salirse un milímetro del protocolo. «No era momento para jolgorio ni para bromas. Si había un día para mostrar rigidez, ése era el lunes», insiste Rayón.
Fue el día del chaparrón mediático por el inoportuno viaje de don Juan Carlos. «El príncipe es sensible a lo que ocurre, sabe que la Monarquía debe ganarse su estatus cada día y que cada vez depende más de él y de las adhesiones que genere. Sabe que ahora no toca jovialidad ni mostrarse dicharachero, sino capear el temporal y no dar que hablar», resume Antonio Torres, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. O sea, reforzar el perfil serio que ha mostrado siempre.
Porque don Felipe es, señala gráficamente el responsable de la web protocolo.org, Carlos Redondo, «la parte más interesada en este negocio». «Ha caminado con pies de plomo, se le notaba el miedo a salirse. Ha cuidado muy bien las palabras, los gestos, que no se escapara una sonrisa a destiempo». Risas hubo pocas, al menos hasta que el temporal 'amainó' un poco el miércoles, cuando el Rey acaparó todos los focos con sus disculpas públicas. «A partir de ese momento él se ha sentido más libre, menos presionado», coinciden los expertos consultados.
Y con el ánimo más relajado acudió a uno de los actos «con más significación» de la agenda: la visita a la refinería de Repsol en Cartagena, que a raíz de la expropiación de YPF en Argentina adquirió un cariz político. Agradeció «todo lo que Repsol hace y ha hecho, que es mucho, por el bienestar de numerosos países» y expresó «todo el apoyo a quienes hacen posible su importante tarea en España y fuera de España». «Un guiño entre comillas populista que gustó hasta a los no monárquicos», le reconoce Carlos Redondo.
-¿No fue demasiado escueto?
-Dijo lo que tenía que decir, tampoco conviene ser abundante.
La semana anterior a ésta, el Príncipe asistió a dos actos oficiales (frente a los ocho de los últimos días), y a uno la Princesa de Asturias. A ella también se le ha llenado la agenda con cuatro compromisos. «Su actitud está siendo extraordinariamente ajustada y está cumpliendo con su papel mejor que si hubiera nacido en familia regia», le aplaude el catedrático Antonio Torres.
El martes doña Letizia acompañó al príncipe en los actos del V centenario de la Fundación del Hospital Reial i General de Valencia y el miércoles presidió en solitario la entrega de los premios del 50º aniversario del Club Internacional de Prensa. ««El tiempo ha demostrado que el heredero a la Corona española no se equivocó eligiendo esposa. Se les ve compenetrados. Van a muchos sitios juntos y llevan a las niñas a ver al abuelo. Venden muy bien ese 'paquete familiar' y eso gusta a la opinión pública», señala Redondo.
Evitar comparaciones
Y habrá sido eso o la preparación académica y militar, o quién sabe... igual simplemente es que cae mejor, pero los de a pie ven al heredero «a mucha distancia de sus dos hermanas». Dicen que el Príncipe es «el más molesto» con el 'caso Urdangarin' y, en ese sentido, no habría errado al «mantener siempre una cierta distancia con los duques de Palma». Porque más allá de filias y lazos familiares, él será el futuro jefe del Estado y eso tiene otras implicaciones. «Don Felipe es una persona tenaz y muy reflexiva. Está muy bien informado y siempre va un paso por delante. Comparado con otros príncipes llamados a mantener la institución en Europa, saca nota. Si mañana fuese nombrado Rey no habría problema», opina Rayón. Pero ese tema no se toca.
La Casa Real podía haber anulado algunas citas de la agenda, pero don Felipe ha querido asumir todas, incluso las que eran un poco 'hueso'. «La audiencia de ayer con el ministro de Asuntos Exteriores de la India era un tema de alta política y de mucho interés económico para España. Nos interesa tener buenas relaciones, el encuentro con la Casa Real puede facilitar las cosas», valora Torres.
Otro de los exámenes para subir nota será el que haga el lunes, cuando presida la entrega del Cervantes, un evento al que hasta ahora nunca había fallado el Rey. Ayer se entrenó con el almuerzo ofrecido en el Palacio Real a los representantes del mundo de las letras. No pudo asistir el homenajeado, el poeta chileno Nicanor Parra, de 97 años (que tampoco estará el lunes en el acto), pero fueron en su nombre su hija y su nieto. La otra ausencia fue la del monarca. «Se da una circunstancia muy especial y excepcional. Sus Majestades los Reyes no pueden estar presentes. Tengo el honor de transmitir el saludo afectuoso que Su Majestad el Rey hace llegar, junto al de Su Majestad la Reina, a todos los presentes», añadió el Príncipe a su discurso. Acierto. «Está sustituyendo a su padre, no debe intentar sobresalir más allá de él ni intentar ser demasiado brillante, porque las comparaciones no le convienen». Lo más lejos de su intención.