Volviendo a doña Pilar, creo que esta entrevista en La Razón no estaba por aquí.
La Infanta Doña Pilar, que se estrena como escritora en un libro solidario, asegura que sus viajes y la agenda de su hermano dificultan sus encuentros
«El Rey y yo ni nos vemos ni nos llamamos»
2 Junio 12 - - José de Santiago - Madrid
Hace años eran uña y carne, casi confidentes, pero las circunstancias han acabado por «separarles». El Rey Don Juan Carlos y su hermana la Infanta Doña Pilar, no se ven en privado desde hace mucho tiempo. ¿Qué ha motivado esta situación? ¿Los problemas familiares tras la separación de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar, o después del caso Urdangarín, han afectado también a las relaciones entre el monarca y sus hermanas, ¿por qué unos y otros se han situado en distintos lugares? Doña Pilar de Borbón confiesa a nuestro suplemento que «no tengo ni idea de cómo se encuentra mi hermano, ésa es la verdad».
–¿No habla con él?
–Hace tiempo que no.
–No parece lógico…
–Ni nos vemos ni nos llamamos. Mire, yo no estoy en Madrid casi nunca, porque viajo muchísimo, y mi hermano está para lo que le pagan, que es hacer de rey.
–¿Tampoco tiene contacto con sus sobrinos, con el Príncipe Felipe y las Infantas Elena y Cristina?
–Apenas tengo tiempo para ver a mis hijos, comprenderá que tampoco lo tenga para ver a mis sobrinos. A los que sí me colocan de vez en cuando es a mis nietos. Y estoy muy a gusto con ellos.
A sus setenta y seis años, la Infanta guarda en su memoria multitud de anécdotas vividas. Un libro autobiográfico sería el fiel reflejo de los avatares de nuestra Familia Real durante las últimas décadas. Ofertas de editoriales las ha habido, pero la hermana del Rey se muestra cauta a la hora de desgranar sus recuerdos. Pero reconoce, y da qué pensar, que «esas memorias serían demasiado jugosas, porque podría hacer daño a mucha gente, a algunos parientes, y en este sentido es mejor callarse».
–¿Parientes?
–Me refiero más bien a ciertas personas que han rodeado a mi familia a lo largo de los años. Voy a cumplir los 76 y se puede imaginar la cantidad de gente que he conocido.
–¿Nunca le ha tentado escribir esa autobiografía?
–Muchas veces.
–¿Le importan más los vivos o los muertos?
–Muchos de los que importan ya se han muerto.
–¿Y los vivos?
–Siguen ahí, haciendo lo que pueden.
Doña Pilar se ha estrenado como escritora con uno de los capítulos del libro solidario «Un momento de mi vida», cuyos beneficios irán destinados a la Fundación Ilusiones Compartidas, que ayuda a niños discapacitados. En este debut literario público cuenta una historia de su niñez en la que los protagonistas son unos patines que la Infanta recibió de Papá Noel unas Navidades.
«Yo soñaba con tener esos patines, y cuando me acerqué al árbol navideño no los vi. Me llevé una gran desilusión, pero mi madre me dijo que mirara bien, que a lo mejor estaban debajo de otros paquetes. Y así fue. Los conservé durante años, hasta que dejamos Suiza para instalarnos en Portugal, y no me pude llevar en el avión todas mis cosas. Una de las que se quedaron en tierras suizas fueron los patines».
–Sabemos que no se le da mal escribir. ¿Este comienzo literario podría significar la llegada de futuros escritos?
–No lo creo. Si he colaborado en este libro es porque me lo pidieron mi sobrina, María Zurita, que está detrás del proyecto, y mis hijos. Y he hecho lo que he podido. Yo siempre me vuelco en mis hijos y mis nietos…
Una infancia «nómada» sin lujos
Los enclaves portugueses que estos días han visitado los Príncipes de Asturias no le son ajenos ni al Rey ni a su hermanas. Son los escenarios de su infancia en Estoril, en el exilio luso. «Es una familia que vivía de prestado; vivieron mejor que la mayor parte de las familias españolas, pero no hubo lujos y estaban a merced de las dádivas u obsequios de otros», explica Abel Hernández, autor del libro «Despídete de tu madre y serás Rey de España», que incluye testimonios de Doña Pilar y Doña Margarita. «Hasta once veces cambió de domicilio la Familia Real», explica Hernández. En un principio vivieron en Villa Papoila, que pertenecía a los Marqueses de Pelayo, luego se trasladaron a Villa Bellver, de los Vizcondes de Feijoo. Finalmente los Condes de Barcelona decidieron adquirir Villa Giralda.
http://www.larazon.es/noticia/8663-el-rey-y-yo-ni-nos-vemos-ni-nos-llamamosDesde luego, lo que daría de sí unas "memorias" de doña Pilar...

Tremendo.
Majestad, su hermana le reclama un poquito de atención.

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Verdad y razón nunca envejecen.