La debutante más exquisita de Newport fue Consuelo Vanderbilt.
Su madre, Alva, vio a su mejor amiga, sin mayor pedigree y con una personalidad excéntrica, convertirse en duquesa de Manchester, así que pensó que una Vanderbilt de
modales exquisitos no sólo podría casarse con un duque sino además ejercer los deberes de duquesa mejor que una aristócrata. De
modo que Alva formó a su hija Consuelo desde la cuna para convertirse en duquesa.
Consuelo recibió una exquisita educación académica en manos de institutrices. Alva fue tan exigente que hizo que su hija diera los exámenes de ingreso de Oxford y Cambridge en casa para estar segura del nivel de su educación. Consuelo pasó las pruebas con excelentes notas, pero ir a la universidad era un camino completamente cerrado para ella.
La idea de Alva era que cualquier ducado que le tocase a su hija sería honrado por ella y le haría justicia. Como en el caso de todas las "aristócratas americanas". No habría problemas en escribir los menús en francés, sabrían perfectamente qué cubierto usar para qué tipo de plato, nunca se quedarían mudas mirando obras de arte o pinturas maestras, pues estas hijas de plutócratas habían crecido con artefactos similares en casa.
Estas herederas habían sido entrenadas, exigidas, chaperoneadas y vestidas para ser especímenes perfectos y refinados. Ningún problema para saber como bailar adecuadamente las cuadrillas, ningún temblor al servir el té, ninguna movimiento de las manos nervioso al caminar o llevar los vestidos que pudiera malograr el efecto total.
Cuando llegaba el momento de sus debuts en Newport, estas hijas de la aristocracia americana eran simplemente magníficas.
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"I always try to dance when this song comes on, because I am the Queen, and I like to dance",
Lilibet