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Torre Salazar en Portugalete, Vizcaya
Esta torre restaurada hace poco y reconvertida en sala de exposiciones y restaurante fue la morada de Lope García de Salazar, uno de los más importantes genealogíastas de la nobleza española autor de "Las Bienandanzas e Fortunas" en 1476.
La torre muy reformada en el XIX por sus descendientes para residencia veraniega fue incendiada en la Guerra Civil.
![Imagen](http://img37.imageshack.us/img37/9144/torreij.jpg)
Vista aeréa de la Torre, que domina la desembocadura de la Ria de Bilbao, y la villa de Portugalete.
Lope García de Salazar (1399-1476)
Historiador y banderizo, nacido en la casa-torre de San Martín de Muñatones, sita en el concejo de San Julián de Muskiz, del valle de Somorrostro,1399-1400 y muerto en trágicas circunstancias en una prisión de la misma casa-torre hacia mediados de 1476
Fue su padre Ochoa de Salazar, que el año 1430 sirvió al rey don Juan II de Castilla en la guerra de Navarra al frente de los caballeros hijosdalgo de las Encartaciones, y al siguiente, en la vega de Granada contra los moros; su madre se llamaba doña Teresa de Muñatones.
![Imagen](http://img259.imageshack.us/img259/4860/portu2.jpg)
Torre Salazar en 1990
Por línea paterna venía a ser biznieto de Juan López de Salazar , prestamero mayor del Señorío de Vizcaya y Encartaciones, el primero en establecer dicha casa en Somorrostro y el primero, asimismo -de los 120 hijos bastardos que, además de los legítimos, tuvo el homónimo Lope García de Salazar- que -siendo también prestamero mayor del Señorío de Vizcaya y señor de la casa primitiva de este apellido- murió en la conquista de Algeciras en 1344. Agitado el país por las terribles luchas de bandos, no tardó nuestro futuro historiador en mezclarse en las pendencias de la época, tomando parte a sus diez y seis años en la pelea de Santullán contra los Marroquines de Samano y sus partidarios, que habían desafiado a su padre Ochoa y a los de su linaje (1416).
A partir de esta fecha, apenas habrá lucha en el país, en la que no tome parte activa. Casado en 1425 con doña Juana de Butrón y Múgica, tuvo de ella seis hijos varones y tres hembras.
A todo esto, llegaron a tales extremos los excesos de las luchas de banderías, que obligaron al rey Enrique IV a venir personalmente a las provincias vascas, dispuesto a cortarlos de raíz con las más enérgicas medidas. Entre ésta se contaba la orden de destierro contra los Parientes Mayores y aliados respectivos de los bandos de Oñaz y Gamboa, que comprendió a nuestro Lope García, siendo en 1457 relegado por cuatro años a la villa de Jimena en el campo de Gibraltar. Habiendo enfermado de cierta gravedad, le fue condonada la pena de destierro, y pudo de esta manera restablecer totalmente su quebrantada salud en los lugares nativos.
El acallamiento de las luchas de linajes y banderías no significó, empero, la paz para nuestro Lope García, que rondaba ya los sesenta años de edad. El segundo de sus hijos, Lope, sucumbió en 1462 a presencia del rey Enrique IV en lucha en tierras de Aragón; el primogénito Ochoa caía asimismo en 1467 en Elorrio, en un ataque organizado contra el parecer de su padre.
Pero, si el nombre de Lope García de Salazar ha pasado a la historia del País Vasco, lo debe sobre todo a su labor historiográfica, de trascendental importancia para el estudio de nuestra vida social en el tardo Medioevo. El propio Lope, en el prólogo de las Bienandanzas e Fortunas, nos refiere que «oviendo mucho a voluntad de saber e de oyr de los tales fechos, desde mi mocedad fasta aquí, me trabajé de auer los libros e estorias de los fechos del mundo faciéndolos buscar por las provincias e casas de los reyes e príncipes cristianos de allende la mar e de aquende por mis despensas, con mercaderes e mareantes, e por mi mesmo a esta parte».
Fruto de estas sus aficiones históricas, nos legaría dos obras, separadas en su fecha de redacción por una veintena de años. La primera en el orden del tiempo es la llamada comúnmente Crónica de Vizcaya, que, publicada parcialmente bajo el título de Crónica de siete casas de Vizcaya y Castilla, escrita el año 1454, por Juan Carlos Guerra (Madrid 1914), no ha sido aún impresa en su integridad. Pero su obra capital viene a ser Bienandanzas e Fortunas, laboriosamente escrita en los interminables años de prisión en la torre de San Martín, cuando se hallaba ya «desafuziado de la esperanza de los que son cautivos en tierra de moros que esperan salir por redención de sus bienes e por limosnas de buenas gentes». Ver texto completo de las "Bienandanzas e Fortunas".
Comenzó la obra en julio de 1471, persistiendo en su tarea hasta las vísperas de su muerte el 9-XI-1476. En los doce primeros libros intenta bosquejar -a la usanza de entonces- algo así como una historia del mundo, empezando con la creación y siguiendo con la historia de Israel, Grecia, Roma, Constantinopla y los pueblos europeos medievales. Los siete libros siguientes (XIII-XIX) abordan la historia de España, tratando en el XIX de los reyes de Navarra y de Aragón. Los últimos seis libros son los que más interesan actualmente al historiador, pues son los más originales de todos, relatando en parte hechos vividos por el propio autor.
Por lo que hace a las fuentes que utiliza, es evidente, en primer lugar, la huella de las crónicas castellanas, valiéndose sobre todo de la Grande Estoria de Alfonso el Sabio y de la Crónica General de 1344; echa mano, asimismo, de las noticias llegadas a él por tradición, de las relaciones genealógicas que los principales linajes conservaban y, por último, de recuerdos personales de acontecimientos vividos por él o bien coetáneos suyos.
Habiendo de enjuiciar de alguna forma la obra historiográfica de Lope, diremos, en primer lugar, que en vano exigiríamos de nuestro ardiente banderizo primores o alardes de crítica. Lope admite y recoge con la mayor secillez lo que corre en su tiempo, sea verdad o leyenda. Aparte sus leyendas en otros campos históricos, merecen recordarse las que recoge relativas a la historia del país: así, por ejemplo, sobre la batalla de Arrigorriaga y los primeros señores de Vizcaya, sobre el origen de las luchas de bandos y sobre el origen de algunos linajes, como los de Salazar y Leguizamón; las que se derivan de una arbitraria interpretación etimológica de nombres de lugar o de personas, etc.