Sancho III, de 24 años, fallece por causas naturales el 21 de agosto de 1158, habiendo reinado un año y 10 días. Deja heredero a Alfonso, de tres años de edad... Aquí empieza el desgobierno de Castilla.
¿Por qué? Porque para contentar a todos a Sancho III se le había ocurrido en su lecho de muerte la feliz idea
de nombrar tutor del niño al que había sido su ayo, Gutierre Fernández de Castro, y regente del reino a Manrique de Lara. Un tutor sin poder político y un regente sin control sobre el heredero que es garante de ese poder político... Se masca la tragedia
Además, aprovechando la coyuntura, los leoneses y los navarros, que se apresuran a jurar al pequeño como rey de Castilla, recuerdan de pronto todas sus reclamaciones fronterizas, ahora que no hay espada fuerte que se lo pueda impedir. ¿Por qué nadie lo impide? porque los Castro y los Lara están demasiado ocupados dándose de guantazos entre ellos y protegiendo a la vez sus privilegios contra las demás casas nobles, a saber, los Haro, los Girón y los Meneses, por citar a algunos.
Francamente Sancho, si te perdono la metedura de pata es porque al menos en ese año de reinado hiciste algo bueno: fundar la Orden Militar de Calatrava. Y encima, lo hiciste sacando los colores y poniendo en vergüenza a los "grandes nobles guerreros" del reino... o eso se creían ellos que eran.
El 1 de enero de 1158 los templarios, tenentes de la plaza de Calatrava, confiesan al rey que debido a su escaso número, no estaban en condiciones de defender satisfactoriamente la fortaleza. Todos los notables del reino se habían reunido en la corte para celebrar las navidades así que el rey aprovecha para hacerles una propuesta: entregará Calatrava a quien quiera defenderla. Miradas de asombro, gestos de embarazo, carraspeos, ademanes incómodos, el rey flipando.... ¿Nadie? Al fondo de la sala alguien levanta la mano, es el monje cisterciense Raimundo, abad del monasterio de Fitero, junto a su colega Diego Velázquez, veterano militar reconvertido en monje. Los nobles del reino se parten de risa ¿dos monjes van a defender la plaza que asegura los pasos de Sierra Morena y la llanura manchega? Vaya si lo hacen. En pocas semanas reclutaron más de veinte mil monjes-soldado que se plantaron el Calatrava, haciendo retroceder a los almohades con su simple presencia. Estos guerreros elegirán a su primer Maestre, don García, mientras que el abad Raimundo queda como garante espiritual de la orden que se pone bajo la regla cisterciense.
Y así se inicia un nuevo proceso en la Reconquista, porque unos monjes le echaron más narices que la nobleza.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.