Con la venia de la Administración, vamos a hablar de política o más bien de historia del derecho
Los interesados en este tema ya se pueden ir leyendo estos dos imprescindibles:
S.M. CORONAS GONZÁLEZ,
Manual de Historia del Derecho Español, 2ª ed., Valencia, 1999.
F. TOMÁS Y VALIENTE,
Manual de Historia del Derecho Español, Madrid, 1992.
Siempre he dicho que cuando un estudiante llega por primera vez a la Facultad de Derecho suele estar más perdido que Belén Esteban en una convención de ingenieros aeroespaciales. Y es que para el resto de las carreras sales de secundaria con una mínima noción, más o menos, o salíamos en mi época
Si estudiabas económicas habías dado matemáticas en el instituto, también habíamos dado mínimos de biología o química que también servían en la Facultad de Medicina, arte o lenguas clásicas (los de letras) e incluso las primeras nociones de informática aquellos que ya tenemos una edad
Pero nunca, hasta que llegas a la universidad, has dado derecho. Si, si, ya sé que se supone que en Historia tendrías que ver algo de eso, pero la verdad es que el temario es taaan amplio que yo jamás he llegado más allá de la Pepa en España y la II República francesa, y eso si el profesor era enrollado y se las apañaba bien. No sé ahora con esa cosa llamada "Educación para la ciudadanía", pero en mis años la gente salía del instituto sin haberse leído la Constitución completa, sin saber distinguir el derecho penal del civil y qué diferencia al Tribunal Supremo del Tribunal Superior de una comunidad autónoma. Y lo más importante, cómo hemos llegado a tener todas esas cosas.
Así que, aunque sea por adquirir culturilla general, os recomiendo que leáis el libro de Santos Coronas, porque es sencillo, está muy bien explicado y muy entretenido, cosa que no nos sorprende a los que tuvimos la suerte de dar clase con él porque era la risa y un encanto de persona. El de Tomás y Valiente puede resultar un poco más técnico y árido, pero merece la pena leerlo, aunque sólo sea como tributo a una persona que le echó narices y contó la historia tal cual es, aunque algunos preferían la versión “mundos de Yupi”.
También hay un libro,
Apuntes de historia del derecho español, de la universidad de Barcelona. Son de 1974, así que ya tienen sus añitos, pero son muy recomendables.
Y ahora a lo que estábamos...
Como ya he dicho, antes de su muerte Sancho III, que se conocía el percal, trata de buscar una solución que no genere conflictos haciendo felices a los dos clanes castellanos pero sin que uno de ellos desequilibrase la balanza de poder. Nombra tutor a Gutierre de Castro y regente del reino a Manrique de Lara, privando al tutor de la regencia y al regente de la tutoría ¿se entiende? La operación era inteligente, y hubiese salido bien de contar ambos nobles con la rectitud e integridad que tenía el señor de Castro, pero Manrique era un listo que en seguida intentó quedarse con la parte de su rival.
Los sistemas políticos actuales (siempre mirándonos el ombligo occidental, en otras partes del mundo aún hay señores de la guerra haciendo de las suyas al estilo medieval) tienden a la unificación, aunque dividadamos los tres poderes, para evitar el caos. El sistema de poder en los reinos de la Edad Media era más fragmentario y también muy precario si lo comparamos con el actual. La teoría dice que un rey medieval reinaba y todos estaban obligados a obedecerle, la practica demuestra que el poder de ese rey estaba limitado de hecho y de derecho. Muy limitado.
Esos límites van desde los derechos adquiridos por las villas y sus pobladores a las prerrogativas de los señores, civiles o eclesiásticos, en sus señoríos. Desde luego el rey, como rey, puede contradecirlos si le da la gana, y también hacer de su capa un sayo, pero los trastornos y conflictos que generaría en su reino no le merecerían la pena a cambio de un acto de fuerza "porque yo lo valgo"
Actualmente, los gobiernos tienen más fácil ejercer el poder absoluto que les otorgamos en las urnas porque, además de la legitimidad que les concede la elección demoncrática, cuentan con políticas económicas y un ejército permanente.
Un poder que dispone de ejército propio, que puede regular la economía a su voluntad y que se atribuye la función de dar y quitar derechos, es un poder temible siempre y en todo caso, da igual democracia, dictadura o dictablanda, que también las hay. Por eso, la democracia, que implica que los ciudadanos son los que vigilan y controlan ese poder y se supone que premian y castigan la gestión realizada en las urnas, además de por otros medios como denuncias a la justicia, peticiones avaladas por firmas en el congreso, defensores de ciudadanos, etc, es la menos mala de las formas de gobierno. Y por eso, esto ya es mi humilde opinión, estamos metidos en el estropicio en el que estamos, económica y políticamente hablando, porque no hemos cumplido escrupulosamente con nuestro rol de vigilantes del poder.
La cuestión, es que un rey medieval no tiene ese poder. Los ejércitos dependían de cada señor que los pagaba de su bolsillo, la economía nacía de abajo hacia arriba, de la forma más simple y sin planificación ninguna, y los derechos adquiridos pesaban más que la voluntad de un monarca. El rey medieval no era un déspota omnipotente y el "medioevo fascista" que dicen algunos, nunca exisitió.
Así las cosas, el poder se fragmentaba continuamente y ya ni os cuento cuando había un vacío en el la parte más alta, la de la realeza. Los grandes linajes nobiliarios, pero también las ciudades que eran emporios comerciales y sus patricios tenían en sus manos los hilos del reino. Ese es el gran problema de Castilla durante la minoría de nuestro protagonista: dos linajes enfrentados entre sí por controlar los resortes del poder van a levantar, a través de su pugna, conflictos que terminarán afectando a todo el reino. Y en medio, viviendo una desgraciada infancia, se encuentra un niño que es la forma material de ese poder: Alfonso VIII. Aquel que lo tenga es sus manos, controlará el reino.