No puedo estar más de acuerdo con Vandal. Aparte de lo que dice, puede que en cierto momento esta señora se comportara o le facilitara las cosas al Rey Juan Carlos, que hiciera valer lo que dispuso el dictador para intentar dejarle el camino libre a la nueva Monarquía, pero no es menos cierto que en muchos otros, los seguidores de su padre, también suyos, no pusieron las cosas fáciles y no veo por ningún sitio que ella interpelara a esas masas para que dejaran de fastidiar. Al contrario, incluso llegó a acudir a más de una de las manifestaciones que organizaban. Ya no hablemos de ciertas personas simpatizantes con su fundación y con el régimen de su padre, que en los últimos años han intentado boicotear y chantajear a personas muy importantes de este país, incluida la Infanta Cristina. No es menor ver como a su sepelio ha acudido Antonio Tejero, uno de los que casi se cargan la Democracia en este país. Pero en fin, son cosas pasadas y quizás a estas alturas, sin importancia.
Con esto quiero significar, que al contrario de lo que han dicho algunos medios estos días y a raíz de la biografía escrita por Nieves Herrero, como monárquica, yo no creo que el Rey Juan Carlos le deba nada a esta señora, absolutamente nada, al menos no a partir del año 78, cuando por fin empezó a andar la Monarquía Parlamentaria. Si alguien cree que sí, supongo que con el título otrogado en su día, basta, pues con las propias vivencias contadas por los Reyes JC y Sofía, uno ovserba que durante años y años, los verdaderos enemigos de la Monarquía, de la Democracia, del proyecto emprendido tras la muerte del dictador, incluso de los propios Reyes, no fueron precisamente los comunistas, sino los falangistas más radicales. Cierto es también que la señora no tenía un botón para desactivarlos a todos, quizás pudo ayudar en ciertos momentos a calmar las cosas, no creo que se le pudiera pedir nada más. Luego ya no importó, pues todos pasaron a la más absoluta irrelevancia política y es posible que si hay algo que presumirle, sea esa aparente discreción.
Supongo que nos expresamos así, con cierta severidad, porque siendo españoles, conocemos mejor lo que ocurrió aquí en esos días, qué lugar ocupó cada uno. Nos es más fácil juzgar y opinar. También porque a diferencia de los personajes históricos que mencionas Pedroro, todavía hay alguna que otra herida abierta. En mi propia familia todavía queda algo. Luego es imposible hablar u opinar de una forma desnaturalizada. Hay algo con esta familia que sigue removiendo cosas. Curioso es que nos los vengan a recordar continuamente ciertos politiquilllos, como si quisieran utilizarlos para obtener réditos políticos al canto de "qué viene el Coco".
En mi caso, no soy una persona que diferencie entre dictaduras buenas o malas. Todas son atroces, espantosas, da igual con el color y el brillo con el que se pinten. Jamás defenderé el régimen del Sha, creo haberlo expresado más de una vez y haber criticado sus grandes fastos cuando el pueblo pasaba hambre. Bastante tuerzo el morro cuando envían a Felipe o a su padre a las monarquías del Golfo. Pero, ¡ay!, efectivamente, en esos casos la hipocresía manda, todo sea por conseguir contratos millonarios aunque se te revuelvan las tripas. También es cierto que por muy maldito que sea el creador, poseedor o comprador de una obra de arte o joya, no hace a ésta menos impresionante o admirable, digna de perdurar en el tiempo. Mal camino llevarían las ruinas romanas que quedan, si las destruyésemos porque los emperadores y gobernantes que las mandaron construir fueron unos bárbaros. El mismo mal camino tendrían los Caravaggio de los museos si atendemos a la reputación de su autor. Una cosa no quita la otra.
De acuerdo que Farah y sus hijos no tienen que cargar con lo que hiciera su marido y padre (como tampoco deberían hacerlo los nietos Martínez-Bordiu y sus descendientes), pero es que ellos mismos han reconocido que todo lo que ocurrió, en parte, fue culpa de la propia dinastía Pahlavi. Concretamente en este caso, no es cierto que vanaglorien el régimen pasado, sí lo es que presumen ciertas cosas (la libertad de las mujeres, la no imposición del velo, los avances culturales, la apertura de Irán al exterior, la poca importancia que le daban a la religión), haciendo una comparativa real con el Irán de los Pahlavi y el de los ayatolás. Y lo más irónico e incluso cínico, es que en algunas cosas tienen razón, pues es muy probable que el régimen fundamentalista que vino tras la caída del Sha haya sido tres veces peor. Personalmente a mi Farah consiguió ganarme cuando participó de un documental realizado con una antigua opositora del régimen de su marido, actualmente exiliada debido a la actual situación en Irán. La comprendió, aceptó todo lo que le decía y en cierto
modo compartieron sus tragedias. Pues a Farah, a su familia, a sus hijos, sí les ha costado mucho ser mujer e hijos de. Han sido perseguidos, ninguneados por multitud de países que otrora los habían recibido con los brazos abiertos, se negaron a darles acogida, sufrieron tragedias personales y se ven forzados a no poder vivir ni visitar su país. Reza, el primogénito de los Pahlavi también reconoce que si se restaurara la Monarquía en Irán, jamás podría implementar el mismo régimen que su padre, pues son personas diametralmente opuestas: uno con ideas democráticas y el otro con un pensamiento en el que entendía que el país solo avanzaría si las cosas se imponían.
Si merecían lo que han pasado o no, los iraníes son los que deberán juzgarlo, pero que han pagado un precio por lo que hicieron o dejaron de hacer, no se puede negar. Creo que no se pueden comparar situaciones. Algunos caen de pie y viven una vida plácida y otros acarrean con las consecuencias, desterrados de sus países y con suerte, con ciertos remordimientos en su conciencia. Quizás eso consigue redimirlos de cara a la galería.
Hay una serie documental genial que se llama "Las esposas de los dictadores". Te la recomiendo, porque a uno le hacen ver que aunque todos los regímenes son igual de espantosos, ha habido esposas y esposas. Ninguna se salva del todo, pero qué diferencia ve uno cuando escucha a alguna pedir perdón o arrepentirse (sea sincero o no), respecto a la que sigue en sus trece y lo ve todo justificado y de color de rosa.