Pedroro, no entro a juzgar en profunidad a los Pahlavi. Repito, eso deben hacerlo los iraníes, no yo, pues desconozco muchas cosas de la realidad que vivieron. Yo solo puedo tener una opinión formada acerca de lo que cuentan unos y otros, pero tampoco puedo saber si lo que se cuenta es parte de una campaña de difamación o propaganda a favor. Es imposible, sucedió hace muchos años, yo no estaba allí, y un régimen opuesto ocupó el lugar del anterior, arrasando con todo. Es casi imposible crearse una imagen que no termine haciendo colisionar ambas realidades. Sí en cambio, puedo llegar a preguntarme qué trajo de bueno la caída del Sha, si están mejor, si están peor, si están igual de mal, qué opinan los iraníes o los exiliados. Es un poco como lo que ha ocurrido en estos tiempos con las primaveras árabes y sus consecuencias. Como ha puntualizado Portablito, también hay muchos analistas que piden que no juzguemos lo que ocurre en ciertas zonas del mundo con una mentalidad occidental, porque entonces es imposible entender ciertas cosas. Muchos han terminado reflexionando acerca de algo que es una barbaridad, pero puede ser real, y es que hay ciertos pueblos que no saben vivir o ser gobernados en una democracia real, pues solo falta ver la Libia antes y después de Gadafi o el Egipto antes y después de Mubarak, y menudos eran éstos dos. Es algo terrible, pero realmente te lleva a preguntarte qué régimen era mejor, si al final terminan fatal, no abrazan la democracia, imponen otra dictadura todavía más sádica. Es desolador.
Reconozco que la biografía de Farah me convenció respecto a que la intención que ella veía en el proyecto de su marido era buena para el pueblo. Otra cosa es cuando uno escarba un poco en la historia, en lo que ocurrió realmente y todo no es ni tan bonito, ni tan convincente. Pero mi simpatía por Farah supongo que viene por otro lado, por cómo se ha mostrado en el exilio. Quizás lo hago basicamente basándome en su libro, en su historia reciente (no pasada), en lo que cuentan los exiliados del actual régimen pero que a su vez padecieron el del Sha y en el documental que mencioné, "The Queen and I". Me gustó ver como una represaliada por el Sha llega a enfrentarse con su realidad desde el punto de vista de Farah, frente a ella, reprochándole lo que quisiera a la mujer del hombre que causó tanto dolor a su familia, llegando a sentir empatía con ella, también rechazo e incluso dejarse abrazar y consolar. Ojalá todos los familiares de sátrapas hicieran lo mismo, dar la cara, asumir las luces y sombras de su vida, no esconderse.
Todavía espero ver algo así en Imelda Marcos (que solo reclama sus joyas), Asma al-Ásad, la Emperatriz Bokassa, Dalia Soto, la mujer de Fidel Castro, la pájara de Jewel Taylor (ex de Charles Taylor) que ha conseguido llegar al gobierno de Liberia recientemente y tantas otras que ya ni están en este mundo como Elena Ceaucescu, Jovanka Broz, Margot Honecker... Ni mostraron compasión o empatía, ni pidieron perdón, ni siquiera cuando se enfrentaron a la justicia. Es una misma historia que se repite, y se repite y se volverá a repetir. Y aún serán igualmente toleradas y protegidas por el páis de turno.
Y los Pahlavi sí creo que han pagado con creces, con desgracias (no es nada menor perder dos hijos y a un sobrino en circunstancias dramáticas) los pasados días gloriosos. Aún con todo el trasfondo, una puede llegar a sentir compasión por ellos. Yo realmente la siento, jamás una madre debería sufrir la pérdida de sus hijos. Para algunos, los afectados, todo lo que les ha ocurrido será justicia divina y para otros, serán los palos que degraciadamente pega la vida. No conozco a Farah, pero sí reconozco en ella más arrepentimiento o pesar por lo que sucedió que en la ristra de esposas que mencioné más arriba. No las puedo comparar con Farah. Ésta me parece infinitamente mejor, infinitamente mejor persona.
Que sea impostura, que sea un sentimiento genuino o no, quizás no llegue a saberse nunca. Y si han cambiado su discurso para un propósito en concreto, sinceramente no me importa, pues veo muy difícil que vayan a reinar y más que vayan a reinar sobre mi. No me corresponde a mi perdonarlos, solo observarlos. Mientras tanto, mientras nada cambie o aparezca algo que involucre a Farah en cosas turbias, solo nos quedará comentar de ella los temas más frívolos: si sigue conservándose bien, lo elegante que es, qué fue de sus vestidos y joyas, la historia de los palacios que habitó y esas cosas. No hay mucho más que obtener de ellos.
Sí hay una diferencia clara entre Farah y Carmen, al menos para mi, y es que su familia no gobernó España. Por eso no puedo utilizar la misma vara, pues no dispongo de los mismos mimbres. Me reconozco inconsecuente sobre el trato a unos y a otras familias de dictadores, pero porque está de por medio lo que sucedió en mi país. Aunque puedo hablar de las joyas de ambas con el mismo interés, no puedo hacerlo del mismo
modo acerca del patrimonio que amasaron y cómo lo amasaron. Eso sí, no creo que sean culpables ni responsables de nada de lo que hayan hecho sus familiares, los que gobernaban. Otra cosa son los gestos o la ausencia de éstos hacia ciertas personas. Colaborar con la reconciliación de un país y esas cosas.
En cuanto a lo que debe o no el Rey Juan Carlos, no puedo estar de acuerdo. Juan Carlos se ganó el trono él solo, nadie se lo regaló, nadie se lo puso en bandeja. Así fue desde el momento en que tuvo que abandonar la vida familiar junto a sus padres y hermanos, y con 10 años bajarse de un tren que lo trajo a un país que desconocía. Así su padre lo quiso, así estuvo de acuerdo el dictador y así obedeció aquel niño al destino que le habían dispuesto. Nadie lo llamó en noviembre del 75 para ofrecerle un trono sin más. Al contrario, ese trono tenía, frente a él, muchos años de recorrido. Juan Carlos muchas veces dijo que su vida, durante la dictadura, fue un continuo hacerse el tonto. Se lo hiciera o no, consiguió el próposito que le estaba encomendado: simpatizar con la persona que regía los destinos del todavía Reino de España y consecuentemente, mantener encendida la llama de la monarquía.
Es cierto, fue nombrado sucesor con una ley que se sacaron de la manga, aceptó serlo a pesar del terrible conflicto que ello causó con su padre y sorteó a los que maquinaban a su espalda para sustituirlo como heredero por otro, incluso otro Borbón. Puede que le deba al dictador no haber restaurado la monarquía vía referéndum en el 75, pero salvo eso, nada más. No al menos a partir de la aprobación de la Constitución. El Rey fue (es) rey y España es una monarquía, porque los españoles no rechazaron la Constitución que se votó en 1978 y porque el intento de Golpe de Espado de 1981 no prosperó. Poco tiene que ver ahí el dictador, aunque sus simpatizantes se encargaron de hacer campaña por el NO. Un no a todo lo que contenía ese proyecto de Carta Magna, incluido al Rey Juan Carlos, que para ellos representaba un traidor, el que juró las leyes fundamentales y las incumplió, aunque lo correcto sería decir que las cambió. También los simpatizantes del dictador apoyaron el fallido golpe.
Igualmente en mis palabras de mi anterior mensaje, no hablaba de lo que le debe o no agradecer al dictador, era más bien respecto a su hija y todo limitándome a la institución, a la monarquía, si hubo cierta fidelidad en torno al Rey Juan Carlos o no, si se hicieron cosas para facilitar o entorpecer su reinado... No me refiero a lo que ocurrió en este país los años que duró la dictadura y si alguien debe ser juzgado o no por ello. No creo que sea el lugar, pues el tema puede resultar bastante espinoso, y repito, todavía hay muchas heridas. Se habla de un testamento y una carta y no sé qué más historias. Vale, muy bien, la Señora de Meirás fue muy amable, pero creo que hasta ahí. Estos días ha sido erigida como una facilitadora para que Juan Carlos fuese reconocido como rey por la vieja guardia del régimen, cuando todos sabemos las chinas que se encontró en el camino, porque esa vieja guardia quería que todo continuase siendo como hasta entonces y lo solo que estuvo el Rey hasta que consiguió aupar a Suárez a la Presidencia del Gobierno y empezar a demontar legalmente el tinglado de la dictadura.