Yo he llegado a pensar que Daisy estaba en parte de acuerdo con las reivindicaciones de Henrik, como mujer, como esposa. Jamás lo paró, ni frenó (cierto es que es posible que no pudiese hacerlo), soportó sus rabietas porque quizás las entendía o las compartía. Pero creo que no las apoyaba como Reina, como la cabeza de la dinastía, menos sabiendo muy bien cuál era y es su papel constitucional, la tradición monárquica, la ausencia de cuestionamientos a la institución desde la institución. Es como si Henrik se hubiese dedicado a hacer sus reclamos hacia afuera, a la propia Casa Real, a los políticos, a los legisladores y ella los hubiese aceptado y comprendido, pero también hubiese dejado claro que no pensaba mover un dedo, porque eso a ella no le pertocaba.
Siempre recordaré la primera vez que fui consciente de una de esas rabietas publicitadas por la prensa danesa. Fue en la boda de Haakon o de Martha Luisa de Noeruega. Daisy acudió sola, de hecho le tocó ser escoltada por el entonces Príncipe Felipe y la Princesa Victoria de Suecia. Todo el mundo se preguntaba dónde estaba Henrik. Pues estaba en una isla, en el Caribe o cerca. A los pocos días de la boda, Daisy voló hacia allí, y la prensa tomó las imágenes de ambos paseando por la playa. Ella siempre solía ceder o dejarlo hacer. Si hubo reclamos por su parte, jamás se ha sabido, jamás nadie ha salido a decir la Reina está molesta o reprocha esto o aquello. Jamás. Ha demostrado en público un absoluto respeto por él, en todos los sentidos, hasta para aceptar cómo debía ser su despedida y su reposo final.
Para mi es digna de admirar su tolerancia, comprensión y generosidad. Porque a ver guapas, cuántas de vosotras hubiese tolerado tanto.
Lilibet y su Duque también tuvieron lo suyo, pero ella sí que movió ciertos hilos para contentar a Felipe, como cuando decidió concederle el título de Príncipe de Gran Bretaña e Irlanda del Norte en 1957 (hasta entonces tan solo era Duque de Edimburgo con tratamiento de Alteza Real como hoy en día Katherine) o admitiendo el apellido Mountbatten-Windsor para sus descendientes (Ana por ejemplo firmó el acta de su matrimonio con ese apellido y también lo llevan los nietos Wessex).