Isabel, que no se trata de la política económica. Ni de esos nacionalismos que se justifican con el tema del dinero para separar y fomentar odios varios. Todo eso que campa hoy en día por media Europa y en España y que recuerda tanto a tiempos pretéritos que espantan. Tendrán razones suficientes para tirarnos de las orejas y cuestionar por qué no se ha llegado al objetivo de déficit pactado, qué se ha hecho con el dinero estos últimos años de crecimiento económico y por qué no se ahorrado como si no hubiera un mañana.
Se trata de utilizar el momento menos adecuado para echar cosas en cara, afear sistemas sanitarios y del
modo y de las formas empleadas. De hacer oposición dentro del seno de la UE o de dar lecciones de moralidad cuando cada uno tiene su porquería debajo de las alfombras patrias. Porque sí, España no ha cumplido en el aspecto económico, pero Holanda tampoco lo ha hecho en otras materias de carácter social, humanitario y fiscal comunitario, y también se habían pactado dentro del seno de la UE. No era el momento de salir a arrojarse el típico "y tú más, y tú peor" a la cara, cual niños de patio de colegio. Igual que no era el momento adecuado para que el Primer Ministro italiano se defendiera contraatacando.
Eso, igual que se critica en los políticos de nuestro país, es mezquino y descortés para los de fuera. No es el
modo, estemos viviendo esta situación causada por un virus, un maremoto o por una oleada de atentados. Si los 27 actuamos igual, entre nosotros, en plena pandemia, crisis sanitaria y económica y con fallecidos por todas partes, vamos preparando la guerra. El momento ya llegará, para todos, para reformular la UE, para exhibir las desigualdades que existen e incluso para que algunos países se pongan de perfil o se planten cuando otros pidan su apoyo para cuestiones económicas, fiscales, comerciales, de política exterior o de control de inmigración.