Muy lamentable todo, aunque palacio ha respondido velozmente y, si lo ha hecho, es porque da veracidad a lo sucedido. Buckingham no suele dejar caer porque sí a uno de los suyos. Esto reafirma una vez más lo bien que ha hecho Camilla en prescindir de las Damas de Compañía. Algo que ha sido notablemente criticado en ciertos círculos, no dudo que también en el que frecuentan esas señoras.
Lady Susan... ejem. ¿Sabéis esas personas que se creen más papistas que el Papa? Tenía mimbres, pero una cosa es eso y otra muy distinta interrogar bruscamente a una invitada sobre su procedencia, que me creo que lo haya hecho. Y no contenta con ello, dudar de su palabra porque su aspecto físico no corresponde con lo que tenga en la cabeza a sus ochenta y tantos años. Bien está jubilada si no capta que puede herir o incomodar a alguien con semejante arranque de curiosidad.
Estas mujeres estaban muy bien para Lilibet, sus cartitas, postales, recogerle flores y ayudarle a ponerse el abrigo, pero son de un rancio que tira para atrás. No acordes con los nuevos tiempos de Carlos y los que vendrán con Guillermo. Se han criado en un mundo distinto, alejado de las calles, y la persona que ayuda al soberano debe ser una especie de nexo entre el ciudadano y su monarca, no todo lo contrario. Algo que en su día ya captó nuestra Sofía.
El cargo debe profesionalizarse. Se hizo con los secretarios y otros cargos importantes, ya era hora que lo hicieran con las damas. Esto no es óbice para que alguien de la nobleza se convierta en la mano derecha de los Reyes, como ocurre aquí, pero eligiendo muy bien a quien y no simplemente por haber nacido con título. Si la dinastía Windsor es ejemplo de
modernidad conservando sus históricas tradiciones, es precisamente por la pluralidad de asesores que han tenido.
Ahora bien, como venga Quiquecito a hacer algún statement... más miserable y no nace. Que nos conocemos.