¿Pero cómo pasó esto? Bueno...
Una tarde doña Felisa fue invitada a tomar el té a la casa de una amiga al cual también fue invitada la condesa la condesa Aldrovandi-Marescotti, esposa del 1er embajador del reino de Italia en Argentina. La condesa comentó su preocupación por no encontrar una residencia donde pudieran vivir acorde con el rango de su marido. A pesar de haber recorrido toda la ciudad sólo le había llamado su atención la casa ubicada en la esquina de Billinghurst y Alvear. "¿Así que le gustó esa casa? ¡Yo se la vendo!", dijo Felisa. "¿Es suya?", preguntó la mujer del embajador. "Sí, es mía", replicó la señora de Alvear Ortiz Basualdo. ¿Se imaginan a Doña Felisa de Alvear partiendo muy oronda post este encuentro? Yo sí.
Por supuesto, llegó a su residencia y le comunicó a su marido que había vendido la casa para solventar las deudas contraídas en Europa, ante lo cual Federico montó en cólera. Su esposa había vendido su maravilloso palacio que con tanto esfuerzo había diseñado, sí, pero que lo había obligado a vivir rodeado de pagarés vencidos e hipotecas. La situación era tal que iban camino a quedarse en la calle, ante lo cual Felisa simplemente actuó, vendiéndola en 300 mil pesos de aquel entonces que era un casi regalo. Y de allí se mudaron a algo más pequeño pero aún vistoso en la calle Ocampo.
Felisa sin photoshop francés
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La residencia, inspirada en la arquitectura francesa academicista se encuentra rodeada de un amplio jardín y se accede por un gran portón que permite acceder a un patio de honor.
La residencia Alvear-Ortíz Basualdo es otro ejemplo de ese pastiche francés-italiano tan típico nuestro, y de una calidad tal que inicialmente, hasta hace poco tiempo dado que no estaba firmada en la fachada, que se la creía diseñada por un arquitecto francés de la talla de Sargent y Sortais.
Si bien la propiedad pasó a manos del gobierno italiano en 1924, mismo año en que el príncipe heredero Humberto de Saboya arribó a Buenos Aires en visita oficial, no pudo ser recibido por los entonces embajadores, los condes Aldrovandi-Marescotti ya que la embajada era una cáscara vacía hasta que el mobiliario, que incluiría hasta pinturas de varios museos italianos, no llegaron a tiempo. El palacio fue inagurado como residencia oficial 3 años después en 1927, y es hoy Patrimonio Nacional.
Hall de recepción
Salón de Recepción
Comedor Principal
Pasillo de Honor
Sala de Música
Biblioteca y escritorio del embajador
Secrétaire italiano, 1861
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Próximamente, el palacio Ortíz Basualdo:
Necesito un descanso de los Alvear.
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"Ma fin est mon commencement,
et mon commencement ma fin".