Si todo esto es verdad, y Zarzalejos tiene buenas fuentes, lealtad a la Casa y a su hijo, más bien poquita. Cuánto debería aprender de su padre. A él, el Conde de Barcelona, le puso las cosas mucho más fáciles, y eso que tenía razones suficientes para rebelarse.
De todos
modos, estos shows -ahora mismo improcedentes con unas elecciones de por medio-, ya se podrían haber evitado si el Rey JC estuviera residiendo en España. Cada vez que venga, con esos amigotes que tiene, nada discretos y dados a publicitar desde el primer hasta el último paso, vamos a tener la misma cantinela. Se vuelve anormal lo que ya debería estar normalizado. Crean una campaña a favor y en contra de la nada.
A mí lo que me molesta es que no obedezca. Por una razón u otra, su hijo le mantiene castigado. Lo que no ha podido hacer un tribunal, porque era inviolable o porque ya se había cumplido la prescripción de los hechos, su hijo entiende que debe hacerlo ÉL. Para asear la conducta, para reparar el daño, para lo que sea. Seguramente esperando tiempos mejores o más favorables, para él y para la institución, en todos los sentidos. Lo que dice un Rey, es Ley. Y a un Rey se le pide permiso hasta para subir las persianas y ver la claridad del día. Así que la primera persona que debería estar enterada de la visita es SU hijo. A pesar de que finalmente cada uno haga lo que le dé la gana y no escuche a razones.
De la misma forma que a él tuvieron que obedecerle y agachar la cabeza, a pesar de mostrar contrariedad en sobrados asuntos, Juan Carlos debería hacer lo mismo. Durante años ha ido, venido, entrado y salido con quien ha querido. No nos hemos enterado de nada, ni siquiera de las mujeres que han pasado por su vida. En el aspecto público puede hacer lo que quiera, ser recibido por quien le apetezca, asistir a los actos que desee, pero en el privado, vamos a ver si evitamos lo que sucedió hace un año: el avioncito privado que nadie sabía quién había pagado, las camaritas y la soberbia con la que contestó a la prensa. Ven, pero no hace falta que lo anuncies a bombo y platillos. ¿Qué necesidad hay? Que aprenda de su señora esposa, que hasta para viajar en desplazamientos privados lo hace como cualquier ciudadano o royal de hoy en día (obviando a los Sussex, claro).
Así que a ver si vamos buscando una casita, por no decir monasterio, y que se enclaustre allí, en su solariego solar y comience a hacer su vida con la discreción que acostumbraba, sin anuncios previos que fomenten unos debates insufribles. Ahora resulta que no puede aparecer y ya está. No. Pareciera que hay que llamar hasta al pregonero del pueblo. Cuando no quería que se enterara nadie de lo que hacía, bien sabía hacerlo.