Hay cierto paralelismo en su relación con los medios y el aislamiento al que él mismo se está sometiendo.
Diana fue víctima y a la vez colaboradora de los engaños de la prensa. De cierta prensa, sobre todo. No hay que olvidar que la mayor máquina de mentiras, la que agravó la ya evidente paranoia de Diana fue, nada más y nada menos que la BBC.
En la serie dejan muchas cosas en el cajón. Lo de Bashir y Panorama fue mucho más grave que unos extractos de cuentas falsificados. Hubo ataques personales, acoso e injurias hacia trabajadores de palacio. A la nanny de los chicos, Tiggy, le hicieron la vida imposible. Diana desarrolló una fijación enfermiza, tóxica y machista hacia ella, algo que hoy en día sería inadmisible en un miembro de la realeza o en cualquier expareja.
Lo mismo pasó Camilla con las asquerosas mofas que le dedicaban o sus conversaciones privadas reproducidas en los tabloides. Camilla llegó a sufrir un accidente de coche en pleno acoso mediático. Se dedicaban a crear bulos y los vendían a la prensa, en ocasiones con el conocimiento y el consentimiento de Diana. El del falso aborto de Tiggy, lo propagó la misma Diana y se cabreó y frustró cuando percibió que el bulo no conseguía el eco deseado. Víctima y verdugo a la vez. La nanny fue el cúlmen de los despropósitos. Eso no se le hace a una persona de bien, que se encarga de cuidar a tus hijos. Menos por celos. Los niveles de acoso llegaron a tal punto, que Tiggy tuvo que demandar. Y ganó, pero también tuvo que renunciar al trabajo, a pesar de que los chicos la adoraban. Ese era el problema: que la adoraban.
La deriva de Diana fue totalmente autodestructiva. No hubo manera de pararla. Las personas que más la querían, fueron apartadas por ella misma, sin más. Elton cuenta que si osaban intentar que saliera del bucle y de la conspiranoia, les sacaba de su vida, les acusaba de ser malos amigos, de estar a favor de la "otra parte". Las pocas ocasiones en las que Guillermo ha hablado de esto, parece ser totalmente consciente de lo que pasó. Es más, lo hace con cabreo, como si quisiera llevarse por delante a todos los que colaboraron en hacer la bola cada vez más grande.
Es una desgracia ver como Harry repite de alguna forma el mismo patrón que su madre, sobre todo en el tema mediático y familiar. El acoso de la prensa, hackeándole su teléfono, publicando cartas o mensajes íntimos, y al mismo tiempo como él mismo utiliza a los medios para derribar los muros que protegen su privacidad y la de los demás. No hay que olvidar que él mismo está demandando en los tribunales la intrusión de los medios en su vida, pero al mismo tiempo está exponiendo la privacidad de su familia, sin el permiso de ésta, claro. Él, con lo suyo, puede hacer lo que quiera, inmolarse incluso, pero con la del resto... Y repite también otro patrón. Harry quiso vender que su mayor problema, lo que le llevó a largarse, fue la prensa. En realidad su mayor problema es que su familia no le sigue la corriente. Volvemos a lo mismo, el desacuerdo de otros y querer imponer sus convicciones, condena al aislacionismo más absoluto. No permite el disenso. O aceptan lo que él opina y desea, o se acaba la relación.
Lo más triste de todo es que para 1997, Diana parecía haber encontrado su lugar. Carlos y ella habían hecho las paces, la relación era mucho más cordial y, por supuesto, había logrado quitarse de encima a Tiggy. Volvió a pasar las Navidades en Sandrigham, parecía que las cosas se estaban recomponiendo y de repente aparecen estos dos arribistas en su vida.
Lo que cuenta su amiga Rosa Monckton sobre sus últimos días, lo agobiadísima que se encontraba Diana en sus vacaciones con Dodi, como le dijo que se quería ir de allí y volver a Londres... Es tremendamente angustiante. Rosa le había organizado unas vacaciones tranquilas y totalmente privadas tan solo dos semanas antes. Nadie las molestó, ni a ellas ni a los chicos. Pero esa no era la idea que tenían los Al-Fayed acerca de cómo relacionarse con una celebridad real. Alimentaron al monstruo con todo lo que dispusieron, sin interés alguno en protegerla de nadie ni de nada. Los poderosos y riquísimos Al-Fayed no pudiendo encontrar una islita privada, con seguridad hasta en la misma orilla de la playa, en la que descansar lejos de las alimañas. Venga hombre. Y después de la desgracia, llega papá Al-Fayed romantizando la relación, instalando la escultura de amor eterno en Harrods, empapelando los escaparates y haciendo caja vendiendo souvenirs a diestro y siniestro. Porque Diana representaba eso para él, una forma de conseguir "cosas".
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