La gente tiene que empezar a abrir su mente. No se puede ser tan cerrao en esta vida y estar politizando e ideologizándolo todo. Quita años de vida.
Las procesiones de Semana Santa son una expresión histórica, artística y cultural pocas veces vista. Va mucho más allá de creencias, religiones e ideologías. Por algo han sido declaradas manifestación representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial. Hace tiempo que han traspasado el plano exclusivamente religioso. El extranjero que viene aquí lo ve así, mientras nosotros seguimos viendo ceños fruncidos a nuestro alrededor.
Un ejemplo clarísimo lo vemos en Málaga todos los años, en el traslado, la guardia y la procesión del Cristo de la Buena Muerte. Esos Legionarios que vemos, que acuden voluntariamente, no tienen necesariamente que ser creyentes. Es más, todos los años participan Legionarios que profesan la fe musulmana. Cargan con el Cristo porque para ellos, no se trata de Dios, sino de su protector. Del mismo
modo, hay muchísimos otros a los que la religión se la trae al pairo, pero ese Cristo o esa imagen en particular no.
Esto mismo se traslada, cada vez más y muy a pesar de los señores que mandan en la Iglesia, al pueblo, a los que participan como costaleros o que gustan de seguir las procesiones. Hay gente creyente que vive la Pasión de Cristo y otros que no profesan una religión, no pisan una iglesia en todo el año más que para sacar a hombros o presenciar la imagen a la que le tienen fe.
Yo me considero una persona agnóstica, bastante contraria a como se manejan las cosas desde el catolicismo, pero no tolero que me quiten una Semana Santa y no puedo dejar de emocionarme cuando veo semejante puesta en escena. Siento orgullo ante la espectacularidad que supone echar tantas obras de arte, primorosamente engalanadas, a la calle y cargar con ellas con devoción, pasión y dolor, en una tradición que tiene siglos de historia.
Nos vamos a la India y nos encontramos con el Diwali, nos vamos a México y nos encontramos con el Día de los Muertos, nos vamos a Marruecos y nos encontramos con el Eid al-Fitr y así un largo etcétera. Son fiestas que han traspasado la religión, que se han hecho famosas por la cantidad de gente que atraen y porque cada vez más personas participan de ellas, de todas las partes del mundo y de cualquier condición y religión, si es que la tienen. Y ya no hablemos de las fiestas paganas como Halloween, Carnaval... y a puntito estamos de celebrar también Acción de Gracias.
Celebraciones que algunos vivirán con más entusiasmo que otros, con más o menos fe, pero que no dejan de ser importantes como expresión del patrimonio cultural de cada país. A los que no les gusta ver a la Familia Real española en procesiones, en su tiempo libre... tan cerraos de mente son como los que hostigan a la Reina por no santiguarse o directamente no ser creyente.