La infanta Cristina optó por unos pendientes de diamentes, muy del estilo de Harry Winston, junto a la tiara conocida por nosotros simplemente como ''la Cartier''. Llevaba además la banda de la Orden de Carlos III.
Tiene su origen en 1906, cuando la reina madre María Cristina encargó al joyero de la corte Ansorena la creación de una tiara de diamantes y perlas, como regalo de bodas a su nueva nuera, la princesa Victoria Eugenia de Battenberg.
Como parece que no era mucho del gusto de Ena, ya que no se ha encontrado material fotográfico con ella, a principios de los años 20, llevó esta tiara a la Maison Cartier para que la desmontaran y crearan una nueva pieza. Cartier le entregó una tiara de inspiración egipcia, que representaba seis elementos de hojas de diamantes, formando roleos con una gran perla en el centro, montada en platino. La pieza culminaba con una séptima perla en la parte superior.
Reina Victoria Eugenia de España. En un momento dado, la tiara sufrió
modificaciones, se eliminó la perla de la parte superior y el resto serían sustituidas por esmeraldas. Además se le añadieron dos volutas adicionales a los lados.
Ya en el exilio, un año previo a la boda de Juan Carlos y Sofía, Ena terminaría vendiendo las esmeraldas y la tiara recuperaría de nuevo las perlas. Al fallecer la reina, la tiara pasaría a manos de su hija, la infanta María Cristina de Borbón y Battenberg.
Infanta María Cristina de Borbón y Battenberg. A mediados de los años '80s Juan Carlos llegaría a un acuerdo con su tia, María Cristina, y le compraría la tiara Cartier. Desde entonces, ha sido una de las tiaras más usada por la reina Sofía.
Reina Sofía de España.