Me da cierto pudor entrar en este tema...
A mí, Jaime nunca me gustó mucho. Pero, claro, antes de que sufriese el primer ictus, se podía decir: "no me da buen feeling este chico tan rancio". Y, después de que padeciese el ictus, a todos -al menos a todos los que compartimos un mínimo de sensibilidad hacia los males ajenos...- se nos ocurrió que quizá deberíamos mordernos la lengua. Porque, a partir de ahí, cualquier crítica parecía "hacer leña del árbol caído".
Por supuesto, se merece un respeto...como persona. Y un respeto adicional...por haber tenido que sobreponerse a una enfermedad que deja secuelas y requiere un esfuerzo importante del enfermo para sobreponerse a ellas. Y añadidle una pizca de simpatía porque es el padre de Froilán y de Victoria, cuya imagen vestidos con trajes típicos gallegos nunca se va de mi memoria...
Pero...con todo ese respeto y esa pizca de simpatía extra por delante...me parece que tiene que ser un individuo increíblemente inseguro. Desde mi punto de vista, sólo alguien que se siente inseguro puede adoptar esa pose de dandy vanguardista y supuesto pigmalión de su regia esposa. Supongo que su manera de lucir pashminas o capa española, así como el uso de monopatín, etc, han sido sus formas de llamar la atención. Era como si gritase: "¿Veis? No soy el rancio aristócrata soriano que decís, sino un tipo capaz de vestirse prendas que os rompen los esquemas, que no os pegan con la imagen atildada y discreta que se supone debería ofrecer. Y, aparte, he hecho a una Elena que ahora encabeza rankings de elegancia".
Mi opinión es que Elena se hizo solita. Me explico: las mujeres suelen ganar mucho cuando superan la primera juventud, aprendes a resaltar tus puntos fuertes y a camuflar hábilmente los puntos débiles, mientras asumes que, si te falta belleza, a cambio te queda la opción de convertirte en lo que los franceses denominan una jolie laide. Probablemente, Jaime animó a Elena a poner más interés en su persona (elegir un peinado sencillo pero distintivo, maquillarse con esmero, mantenerse más esbelta que nunca costase lo que costase, hacerse un fondo de armario espectacular, etc) pero creo que ella misma probablemente se animase a seguir en esa línea al ver que, de pronto, recibía unos comentarios halagadores acerca de su aspecto que nunca había recibido (era el patito feo de la familia y para colmo mal vestida, aunque hay que decir en su descargo que la
moda de los ochenta nos hizo daño a todas, jajaja).