Me dejaréis que os diga que me ha encantado, entusiasmado, e incluso he aplaudido con las orejas, el mensaje de Joaquín, jajaja. Debe ser que de gallego a gallega, los dos nos entenderemos siempre perfectamente
Hay ya una generación de españoles que ha nacido cuando había transcurrido la parte digamos más tortuosa, intrincada, laberíntica, de la transición. Algunos de nosotros lo vivimos en nuestra infancia y en cierto
modo ha marcado nuestra visión política. Pero la gente de la generación de Joaquín, los que están por debajo de los treinta años, que empiezan a ser activos social y políticamente y que, como él bien señala, pronto lo serán incluso económicamente, ya no ha tenido la transición tan pegada a los talones. En aquella época, era muy comprensible y necesario un determinado perfil para la monarquía. Hoy en día la monarquía está consolidada, al punto de que perdió toda su vigencia aquel pacto tácito entre los medios de mantener un respeto escrupulosísimo hacia la casa real y no publicar nada, pero nada, que pudiese levantar ampollas en el staff palaciego. En cierto
modo, si ahora la prensa se ha "soltado por completo las amarras", a veces más de la cuenta porque el sensacionalismo y el amarillismo teñido de rosa venden un montón, es porque ya se ha normalizado la situación acerca de la monarquía. Esta ahí, ahí ha estado gobernando la UCD, gobernando el
PSOE, gobernando el PP y volviendo a gobernar el
PSOE. Eso quiere decir que ha perdurado a través de los cambios de orientación política, siempre dentro del marco constitucional, claro.
Jane, dices que los monárquicos acérrimos no son un peligro. Disiento: lo son absolutamente, siempre lo han sido. Entendámonos...hablo de esos monárquicos que se quedan con la visión más elitista, más clasista, de la monarquía. Los que hechan de menos un rey con corona siempre encima de la cabeza y manto de terciopelo repujado de armiño, señalando el rumbo del país. Los que lamentan que no se mantenga el ceremonial borgoñón. Los que creen que la falta de una corte al estilo de hace un siglo echa tierra encima de la monarquía. Esos son los que más han puesto el grito en el cielo cuando las infantas se han casado fuera de la realeza; por su gusto, Elena habría sucumbido a Eberhard de Württemberg o al archiduque Georg de Habsburg, en tanto que todavía lamentan que Cristina no se mostrase accesible a los encantos de Felipe de Bélgica. Peor aún: esos son los más fervientes críticos de Letizia. Para ellos ha sido, es y previsiblemente será Letizia Ortiz. No ven, porque no quieren ver, a la princesa de Asturias. Y son los mismos que realmente desearían que el advenimiento de un varón perpetuase la línea MASCULINA de la dinastía. Leonor es una opción menos tradicional, en su imaginario.
Esos monárquicos recios me preocupan más que los republicanos de los de verdad, de los que basan su republicanismo en principios. Porque un rey, o una reina, ya sabe de antemano que los republicanos no forman parte de su soporte. Pero los monárquicos debieran serlo. Y los que exageran la nota del monarquismo tradicional acaban cayendo en el manido error de mostrarse más papistas que el papa, lo que significa mover la alfombra debajo de los pies de los reyes que, según ellos, desvirtúan el significado de la monarquía cuando se abren a los nuevos tiempos.
La monarquía española siempre fue de las rancias pero muy rancias en el panorama europeo. La corte tenía fama, en el resto de cortes, de ser particularmente estricta y ceremoniosa. Hoy en día, la monarquía española lleva varias décadas queriendo ser tan pero tan sencilla, que al final ni chicha ni limoná. Y a eso se ha sumado que muchos monárquicos tradicionalistas añoran la parte digamos de "empaque aristocrático" y lamentan la cercanía excesiva al pueblo, que en los últimos tiempos identifican con el hecho de que los reyes permitiesen las bodas "desiguales" de sus hijos.
Yo creo que la monarquía depende, hoy en día, de ser percibida como una institución útil e interesante por parte de la eso que llamamos clase media. Una monarquía cortesana aristocrática por definición no caería bien a la clase media. Una monarquía que prescinda de toda su pompa y acabe siendo tan inocua como una jefatura de estado republicana de baratillo tampoco caerá bien a la clase media. El quid de la cuestión está en el equilibrio. Y ese equilibrio hay que alcanzarlo, pero también hay que saber transmitirlo. Coincido con que la política de comunicación de la casa real es penosa, empezando por esa web cutre que tienen. Hay hotelitos rurales perdidos por ahí que se curran bastante más sus webs que la casa real, ya tiene bemoles la cosa.
La gente tiene que saber que la monarquía es una forma de jefatura de estado que trae sus beneficios, al margen de que represente estabilidad y perdurabilidad. Un detalle: el relevo de la guardia en Palacio. Tiene razón Octavius: muchos madrileños disfrutan del espectáculo, pero, lo que es mejor, ven que muchos turistas se acercan a verlo, se hacen fotos, lo comentan con interés. Y entonces piensan: "esto gusta a los turistas más que la jarra de sangría y el pincho de tortilla". Lo cual representa un valor añadido para la ciudad, claro. Imaginaos que la monarquía le diese fasto a algunos eventos especiales, pero vendiese la idea de que se hace para promover nuestro increíble patrimonio. El bautizo de una infanta podría haberse hecho en Aranjuez y se habría publicitado ese hermoso palacio. Una onomástica del rey podría celebrarse en los jardines de La Granja, aprovechando para darle cobertura mediática al excelente trabajo de restauración que se ha hecho en ese entorno único. Lo que hay que dejar que cale entre el pueblo es que eso no se hace por antojo, por capricho, por tirar los dineros. Hay que hacer ver que queremos poner en valor nuestros edificios históricos. Que eso es interesante, que eso es rentable, que sirve para atraer un turismo de calidad por oposición al turismo barato basado en la tríada sex, sun and sangría.