Los excedentes de producción SON la civilización, Octavius. Supongo que te habrán dicho en el colegio, como a todos nosotros, que la Historia con mayúsculas empieza con la escritura. En la prehistoria pintan bisontes en las paredes y en la historia letras en tablillas de barro. Bueno, pues no es cierto, esa es la explicación sencilla que le dan a los niños. La historia empezó con una medida de trigo de más...
En un pueblucho que vive de la economía de subsistencia, con media docena de cabañas de barro, entre el Tigris y el Éufrates, hace unos 10.000 años, un sencillo granjero descubrió que aquel año había plantado demasiado trigo (o había plantado lo mismo de siempre pero la cosecha se dio bien) En esas épocas duras para la superviviencia, tirar ese trigo sin aprovechar parecía un pecado así que se dirige a su vecino y le pregunta: "¿lo quieres tú?" Y el vecino, que es una persona honrada, contesta: "pues mira sí, me viene de perlas. Pero oye, el mes pasado maté un ternero grande y con la piel he hecho media docena de pares de sandalias, pero en mi familia somos cinco y me sobra uno ¿lo quieres para tu niño?" Y así cerraron un trato y se quedaron tan contentos.
El resto del pueblucho tomó nota, y al poco tiempo todo el mundo estaba intercambiándose cosas. ¡Ojo! aún no estamos en la Historia... Corrió la voz por los valles cercanos de que en nuestro pueblo se intercambiaban cosas interesantes y la gente de otros sitios comenzó a acudir una vez al mes para ver qué podían conseguir a cambio de lo que a ellos les sobraba: trigo, dátiles, vasijas de barro, pequeñas piezas de joyería, cuchillos... ¡Hemos creado un mercado mensual! Qué pueblo tan cosmopolita el nuestro...
¡¡¡Ya estamos en la Historia!!!
Es posible que algunas de estas personas de los alrededores decidan asentarse con nosotros al darse cuenta de que en nuestro vecindario se vive un poco mejor que en los demás sitios y nuestro mercado crece hasta el punto de necesitar a alguien que lleve las cuentas y vigile la legalidad de las transacciones, de un
modo muy rudimentario claro, pero para llevar las cuentas necesitamos un ábaco... y unas tablillas de barro donde apuntar. Acaba de aparecer la escritura
Una transcripción en símbolos sencillos de nuestro idioma, generalmente en épocas tan antiguas eran alfabetos silábicos (un símbolo una sílaba, no un símbolo una letra como ahora) y simbólicos (si dibujas una vaca quieres decir eso, una vaca). Pero daros cuenta de que, aunque la escritura aparece ahora, el mercado ya estaba antes, nosotros ya estábamos en la Historia antes de escribir. Aquel excedente de producción, una medida de trigo de más, nos ha metido en la Historia pero... aún nos somos Civilización.
Nuestro pueblo ha crecido, de media docena de cabañas de barro hemos pasado a treinta y, muy importante, a tener unos pocos almacenes donde guardar lo que no se ha vendido hasta el mes siguiente. Como siempre en todas partes hay listillos y abusones, y nuestros vecinos más lejanos han decidido que en vez de ganarse el pan con el sudor de su frente van a robar nuestros excedentes. Así que vienen, saquean y se van. Estamos en un punto crítico, tal vez nuestro poblado desaparezca, pero si conseguimos recuperarnos y volver a ser un mercado mensual, no permitiremos a los abusones fastidiarnos otra vez. Vamos a construir una muralla de piedra (hemos dejado de ser pueblo y ya somos ciudad) y vamos a elegir unos cuantos vecinos que sean hábiles con las armas y se van a dedicar en exclusiva a entrenarse con ellas y a vigilar que no vuelvan los cara duras que nos han robado. Y así tenemos un ejército permanente al que alimentamos y vestimos aportando todos un poco de nuestro excedente, de manera que los campesinos, artesanos y ganaderos se pueden dedicar a su trabajo tranquilamente y ya no necesitan tener a mano un palo y una piedra por si acaso. Seguimos creciendo y cada vez tenemos más soldados, ahora escogemos al más sobresaliente de todos ellos, el que más experiencia tenga y lo nombramos jefe de la tropa. Un caudillo militar hábil en estrategia organiza nuestros batallones, ahora sí que los abusones no tienen nada que hacer, de todas formas... la mejor defensa es un buen ataque y además, un poco de venganza siempre sienta bien... Vamos, les atacamos, les damos su merecido y nos quedamos sus excedentes (seguramente menos que los nuestros, que para eso vivimos en el Nueva York de la época
)
Los vecinos del valle toman nota y, algunos por miedo a que les hagamos lo mismo pero la mayoría porque se las han visto con otros abusones parecidos, nos piden protección. De acuerdo, pero no de gratis, porque nuestro ejército y nuestras murallas nos cuestan nuestros dineros así que a cambio comerciarás conmigo y sólo conmigo y me mandarás tus productos a mi ciudad (ya me encargaré yo del comercio exterior) y además tendrás que seguir mis reglas (mis leyes) para que esto no se convierta en un descontrol. Y así dominamos un valle, o dos, o tres...
Nuestro caudillo militar se ha convertido en rey que nos defiende con su ejército armado y legisla, esperemos que con justicia, para evitar la anarquía; nuestros mejores mercaderes y los grandes terratenientes son nuestra nobleza y los campesionos y artesanos producen alegremente sin miedo que los abusones se aprovechen de su trabajo, y todo eso en un amplio territorio donde se habla nuestra lengua, se escribe nuestra escritura, se adora a los mismos dioses... ¡¡¡Somos Civilización!!! Vale, sí, hemos tardado unos cuantos años en llegar a esto, es posible que un par de miles, pero aquí estamos.
Una pequeña medida de trigo que sobraba nos ha convertido en una Civilización que dentro de 10.000 años dejará ojipláticos a los arqueólogos con nuestras murallas, nuestro avanzado sistema de alcantarillado y suministro de aguas, la finura de nuestra producción artesanal, la belleza de nuestras joyas y lo refinado de nuestro arte.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.