Como ya comentamos en el hilo de la monarquía astur leonesa, las cosas por la península no estaban muy bien con los visigodos: pestes, malas cosechas, hambruna, persecuciones a judíos, desplantes a la población local hispanorromana... Total que cuando llegaron los árabes desde el norte de África, la población local los recibió bien, no con grandísima alegría como a libertadores, pero sin oposición ninguna. Esa es la razón por la que en poco más de dos años conquistaron casi todo el territorio, en realidad fue poco más que un paseo para ellos.
El ejército musulmán que veía el reino de Rodrigo agonizar desde el norte de África era muy heterogéneo: bereberes tunecinos en su mayoría, argelinos, marroquíes nómadas y comandados por escasos árabes de los de la península arábiga de verdad. Hay que tener en cuenta que lo único que alimentaba el erario público islámico son las conquistas, a la vez que permitía a los individuos hacerse con un botín propio (por eso muchos se convirtieron). Es decir, que el nuevo imperio sólo podía mantenerse si seguía conquistando, es un círculo vicioso.
En fin, que 30.000 visigodos son derrotados el 19 de julio del 711 en la batalla de Guadalete por el general Tariq b. Ziyad con el apoyo de los witizanos a los que luego no entrega el control del reino como ellos pretendían, si no que se lo quedan los árabes. Tariq sigue las vías romanas y avanza sin contratiempos hasta Toledo, apoyado por la población local que estaba hasta las narices de los aires de superioridad visigodos (más los judíos que los hispanorromanos).
Musà b. Nusayr, el jefe de Tariq y gobernador de Tunez, celoso de sus conquistas y popularidad, reunió un ejército de 18.000 hombres de los que 12.000 eran árabes de los de verdad, por fín, la primera oleada auténtica de genuinos árabes. Una vez que se encuentra con Tariq en Mérida lo despacha a Damasco y continúa él con la conquista, no vaya a ser que el otro se lleve el mérito. Curiosamente, a quien recordamos nosotros es a Tariq = Tarifa, ¡joróbate Musà!

Esta oleada árabe es la que finalmente frena Carlos Martel en la batalla de Poitiers del 732. Evidentemente, a estas alturas los asturianos y cántabros ya les habían dado lo suyo en Covadonga pero como ya dijimos no fue una victoria épica y su importancia radica en que, al ser los primeros en derrotar a los árabes, demostramos que no eran invencibles como se suponía hasta el momento.
Durante estos primeros años en el suelo de Al-Andalus se suceden una serie de gobernadores o valíes. Por cierto que Al-Andalus es todo el territorio dominado por musulmanes, casi toda la península en el 713, sólo el reino de Granada en el XV. No existe otro nombre para referirse a la España/Portugal islámica, no importa lo que se muevan las fronteras. Los primeros gobernadores, nombrados directamente por Damasco, se vieron en un lío tremendo. Los árabes de la primera oleada (los baladíes) se habían quedado con las tierras más fértiles, los bereberes estaban arrinconados en las peores, intereses tribales, venaganzas y para colmo una hambruna en el 740. Todo ello acaba en guerra civil.
Una situación nada tranquilizadora si te nombraban valí de Al-Andalus: querellas entre árabes yemeníes y qaysíes, entre baladíes y bereberes. Aún quedaban en las zonas norteñas gentes idólatras no del todo cristianizadas, mucho menos islamizadas, que se gastaban muy malas pulgas (en este grupo debían estar los ancestros de Lamballe y los míos

) y que según la ley coránica debían ser condenados a pena de muerte. Luego estaban los cristianos bajo el islam que pagaban un tributo y eran más o menos independientes para autogobernarse. Y mientras había que tener un ojo en los Pirineos porque los francos amenazaban con crear una marca que sirviese de frontera entre ellos y los musulmanes de Barcelona y Gerona.

Los baños árabes de la ciudad de Jaén.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.