La verdadera Margarita, condesa de Tirol, tal y como aparece retratada en los murales que cubren su castillo de Runkelstein. Tan fea yo no la veo
Es la del vestido rojo oscuro, no la de blanco.
La dama nació en 1318, único vástago superviviente de Enrique de Carinthia, conde de Tirol, con su segunda esposa Adelaida, hija del duque Enrique I de Brunswick. El emperador Luis IV aceptó considerar a Margarita heredera de todo el patrimonio paterno, ya que no tenía ningún hermano varón. Con 12 años se casó con Juan Enrique de Luxemburgo, de 18, hijo menor del rey Juan de Bohemia y hermano del que sería el emperador Carlos IV.
Luis IV, como suele pasar en estas lides, se pasó el acuerdo por el forro de la túnica y entregó Carinthia al duque Alberto II de Austria, un Habsburgo que tenía derechos sobre la herencia en virtud de su madre: Isabel de Gorizia-Tyrol, que era tía de Margarita, hermana de su padre. Cuando el propio Luis IV pretendió quedarse con el Tirol, Margarita tuvo que apelar a sus parientes por matrimonio, los Luxemburgo, que al menos pudieron asegurarle esta parte de su herencia.
El problema pasó a otro nivel cuando se demostó que su marido Juan Enrique era un imbécil incompetente, experto en cabrear a los habitantes del ducado a causa de su actitud altiva, sobre todo a la pequeña nobleza que debía sevirles de apoyo. La situación se volvió insostenible y Margarita tuvo que expulsar a su marido de sus tierras. Para evitar la venganza de los Luxemburgo se casó, sin estar previamente divorciada
comme il faut, con Luis I de Brandenburgo y duque de Baviera, hijo del emperador Luis IV. Evidentemente, el papa Clemente VI lanzó una excomunión fulminante sobre la pareja y el escándalo resonó por toda Europa. Es en este momento cuando la maquinaria propagandística de la Iglesia acuña el sobrenombre de Margarita
Maultasch, mujer fea, pero se entiende "de alma", no de físico.
La situación sólo se solucionó cuando el mapa de alianzas cambió, y ella salió reforzada al casar a su hijo Meinhard III con Margarita de Habsburgo, hija de Alberto II de Austria. Este chico será duque de Baviera y conde de Tirol a la muerte de su padre, por desgracia muere dos años más tarde, a la edad de 21 y sin herederos. Baviera se perdió en favor del tío del niño, Esteban III de Baviera-Landshut, que también reclamó Tirol por las armas . Viendo su herencia peligrar nuevamente, Margarita promete sus derechos al hijo de su cuñado, el duque Rodolfo IV de Austria.
Al final todo se resolvió en 1369 con una compensación económica entre el tío Esteban y el hermano y sucesor de Rodolfo, Alberto III de Austria, sin que Margarita viese un florín ya que había muerto pocos días antes exiliada en Viena
Y así una vez más, una mujer pasa a la historia como una zorra inmoral a causa de las ambiciones de los varones que la rodeaban
Por cierto, el heredero legítimo de Margarita, según el orden feudal de aquellos tiempos, debería haber sido su primo Federico III de Aragón, rey de Sicilia, y nieto del duque Otto III de Carinthia, pero como lo apodaban El Simple me imagino que no estaba por la labor de protestar
Aunque en un giro curioso del destino, el Tirol sí que volvió siglos después a los que debían ser sus legítimos propietarios. Después de Federico III, la herencia debería haber sido para Juana de Aragón, condesa de Foix, y después para su hermana Yolanda, reina de Nápoles, y así siguiendo la línea hasta Francisco, duque de Lorena, que en 1736 se casó con Maria Teresa de Austria, dueña del Tirol
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.