Venga...me arranco yo
Mi punto de partida es que Diana princesa de Gales es un personaje que hay que abordar todavía con mucho cuidado. Se trata de una figura demasiado reciente, de
modo que no existe esa mínima lejanía que proporciona el paso del tiempo que, en mi opinión, es necesario para analizar un personaje desde una perspectiva abierta y buscando al máximo el equilibrio. Con Diana cuesta lo suyo, porque estuvo muy presente, yo diría que en ocasiones exageradamente presente debido a aquella oleada de "di-manía", en nuestras vidas. Por ejemplo: yo todavía era una niña que estudiaba primaria cuando de repente las revistas se llenaron de imágenes de la rubia y sonrosada prometida del príncipe heredero inglés; entre fascinada y arrobada, asistí a la transmisión televisiva de su boda, que parecía "lo nunca visto" a mis ojos infantiles; luego llegaron los dos embarazos, los dos niños, las imágenes de una familia aparentemente idílica, la etapa de auge de una princesa que enseguida se consideró un icono de belleza y elegancia. Esas primeras impresiones contrastaron con las que luego llegaron a mí a partir del momento en que se hace público y notorio el deterioro de su matrimonio: las fotos de unos príncipes que ni se miraban a la cara, las lágrimas en los ojos de ella, los rumores luego confirmados acerca de las aventuras extraconyugales de los dos, la escandalosa separación, el divorcio a cara de perro. Hubo un "choque" enorme entre una época inicial en la que ellos representaban "un
moderno cuento de hadas" y la época ulterior en que nos enteramos de que todo había sido completamente ilusorio, engañoso.
Pienso que lo peor, en lo que atañe a Diana, es que su muerte prematura nos privó de saber en qué mujer se hubiese convertido finalmente. Desconocemos de qué forma habría enderezado su vida, hacia dónde habría trazado su camino y si lo hubiese recorrido con ligereza o a trompicones. Nos quedamos con un último verano de lujo y glamour al lado de un millonario de orígen árabe bastante controvertido. A partir de ahí, la incógnita: ¿quien hubiese sido Diana, la Diana adulta, la Diana que había dejado atrás su condición de alteza real aunque retuviese un título de princesa y, más importante, el papel de madre de un futuro soberano de la orgullosa casa de Windsor?.