Iselen escribió:
Ya sabemos el origen del condado de Castilla, no hace falta repetirlo, si queréis refrescar la memoria está todo el en hilo de Simancas 939. A no ser, claro está, que prefiráis la versión mítica, con un toque de historia oriental...
Cuenta la leyenda que el conde Fernán González se presentó ante Ramiro II, rey de León, su soberano, con un azor mudado muy bueno y un caballo muy noble. El rey pidió al conde que le vendiese tan magníficos animales, pero conforme a las leyes de la courtoise, el conde le dijo que los tomase en don. Dado el valor del regalo el rey no acepta, sino que promete pagar mil marcos por el caballo y el azor en una fecha determinada y, si no los paga, la cantidad se doblará por cada día de retraso. Al cabo de tres años, el monto de la deuda era incalculable y el rey le concede a Castilla la independencia en pago.
Las leyendas, leyendas son, pero siempre con un poso de verdad. En este caso, la verdad está en el valor del condado de Castilla, inclaculable según las gentes medievales que difundieron esta historia mucho después de la muerte del primer conde. Claro que en vida de Fernán, Castilla era un territorio pequeño y pobre, nada que ver con el que iba a heredar Alfonso
Lo estupendo de la historia es que se enlazan unos hilos con otros y te ahorras el trabajo de escribir lo mismo dos veces
Así, resumiendo que es gerundio, vamos a ver cómo era Castilla algo antes del nacimiento de Alfonso VIII. En el hilo de Simancas nos habíamos quedado en que Fernán González era prácticamente independiente, si bien en teoría seguía debiendo vasallaje al rey Ramiro II de León. La historia sigue en el hilo de la monarquía astur-leonesa:
En los últimos años de su reinado, Ramiro II tuvo que hacer frente a los afanes independentistas del condado de Castilla. Fernán González, que hasta entonces había sido mano derecha del monarca, incurrió en la ira del soberano al violar la tregua con el Califato Omeya y hacer una incursión de saqueo. El rey encarcela al conde, que aún le tenía un respeto, pero en el 945 liberó al traidor, no sin antes hacerle jurar fidelidad y obligarle a renunciar a sus bienes. Para dar solemnidad a lo pactado, poco después se produjo la boda entre la hija del conde, Urraca Fernández y su propio hijo y heredero, Ordoño. Sin embargo ya en libertad, Fernán González siguió proclamando su título condal, refugiado en la parte oriental de Castilla.
Debido a los enfrentamientos con los árabes, Ramiro II hubo de concentrarse en el Occidente de su reino, descuidando mucho las tierras castellanas, lo que fue aprovechado por Fernán González para recuperar todo lo perdido. De esta manera absorbe los condados de Burgos, Álava, Lara y Cerezo, sin que el rey pueda hacer nada salvo ceder. El hijo de Fernán, García Fernández, ya hará gala de una plena independencia.
La muerte de Ramiro II provoca una vez más una crisis sucesoria por culpa de los nobles que se lanzan como buitres a por el trono. Luchas civiles y conflictos dinásticos provocados por los dos protagonistas de todo el desbarajuste que vamos a relatar a continuación: el conde Fernán González y la reina Toda de Navarra.
A Ramiro II le sucede su primogéntito Ordoño III, hasta aquí todo normal. El problema es que a Fernán González le venía mejor apoyar al segundo hijo, Sancho I habido de la princesa Urraca de Navarra, por aquello de que mientras Ordoño se preocupa de que no le quiten tu herencia, no se dedica a entorpecer los afanes de independencia de Castilla. Por otra parte, es lógico que Toda apueste por su nieto.
Ordoño III apenas reina cinco años. Casado con la hija de Fernán González fue padre del futuro rey Bermudo II el Gotoso.
A partir de aquí la historia de los reyes de León es un cacao. A Ordoño no le hereda su hijo sino su hermano Sancho, apoyado por Navarra y Castilla. Sancho el Gordo estaba tan ídem que lo destronan porque con su peso ni podía montar a caballo ni mandaba al ejército en la guerra y los leoneses, en vez de llamar a Bermudo el hijo de Ordoño, se lo saltan otra vez a la torera y llaman a Ordoño IV, un hijo de aquel Alfonso IV que se retiró a un monasterio a llorar a su mujer y luego quiso volver y Ramiro II acabó cegando y encarcelando.
Expulsado de León, Sancho I se larga a Navarra a llorarle a su abuela. Toda, dispuesta a cualquier cosa por devolver la corona a su nieto, solicita ayuda a Abd al -Rahman III, otro más que se une al embrollo. Mientras el pobre Ordoño IV se veía impotente en León a manos de su suegro el conde Fernán (se había casado con Urraca, la viuda de Ordoño III) que hacía y deshacía a su antojo. Sancho toma Zamora en la primavera del 959 mientras Ordoño sale zumbando de León y busca refugio en Asturias. Las tropas navarras vencen a Fernán que es hecho prisionero en Nájera, y Sancho vuelve a proclamarse rey de León en el 960. Sancho se revuelve contra sus aliados moros y escarcela a Fernán para que le ayude. Sancho I muere en el 966 al ser envenenado dejando a su muerte un berenjenal de los grandes porque le sucede su hijo Ramiro III, que tenía sólo cinco añitos de edad.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.