Pues sí, la verdad que algo ha cambiado desde el martes y se nota. Hay una especie de orgullo herido reivindicando, algo así en plan "¿que te piras? ¡NO, QUE TE ECHO, QUE ME TIENES HASTA EL MOÑO!" He visto memes del con el Rey como protagonista, plan bien (adoro el que dice que tenía que haber terminado su discurso con un "¡dracaris!", para los muy fan de Juego de Tronos) Otros, mas marranos, en los que Felipe ponía cara a un actor porno que, sable en mano, aludía a la masculinidad española etc, etc.
Nunca, en mi vida, jamás de los jamases, he escuchado tantas cosas buenas del Rey, casi fervorosas. Para un monárquico de toda la vida tiene un regustillo "si es que ya os lo decía yo, tontucos" que me encanta.
Y luego las banderas, por todos lados, una cierta fiebre patriótica que me/nos invade al tiempo que me estremece un poco, la verdad. El amante de lo épico que llevo dentro, al que se le ponen los pelos como escarpias con las pelis como Master and Commarder, sueña con ver a Felipe aparecer, de repente, sin avisar, sin apenas protección, en la manifestación del domingo en Barcelona, aclamado a gritos como Conde de Barcelona.
Creo, Clara, que este síntoma será paliado, pero con Cataluña hay una enfermedad crónica que dura 400 años y que más pronto que tarde tendremos que poner en el tapete, ignoro cómo. Y lo que es más triste de todo: volveremos a la legalidad, pero no a la normalidad. Eso se rompió.
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