Parte de las desdichas de nuestra Europa residen en el enorme éxito que tuvimos, que quiero decir con esto, parte de la gloriosa tradición de la escuela de los anales fue darle una narrativa a Europa como concepto y encontrar algunas respuestas al porque una pequeña área, mera península de Asia logro rendir al mundo con su ciencia su arte sus ejércitos y sus imperios, esto no fue nada sencillo, después de la caída del imperio romano y de la perdida del levante y el Magreb a manos de los árabes quedamos reducidos a un grupo de pequeños reinos débiles, desunidos, los mahometanos herederos de las brillantes culturas del medio oriente, aquellos quienes llamaban EL FILOSO a Aristóteles, nos miraban hacia arriba, fue un largo trabajo, sangre y sudor lo que nos llevo como civilización a gobernar en 1939 el 82% de la superficie de la tierra, sin embargo la paga por el precio fue la comodidad, la gloria y la riqueza, atributos nada desdeñables por supuesto, sin embargo gradualmente nuestros lideres fueron perdiendo el fuego que se requería para ser rey en la edad media cuando no bastaba el celebre derecho divino, cuando una corona se sostenía sudando y sangrando en el campo de batalla, no bastaba ser cesar, pregunten a Carlos V, tenias que viajar incesantemente a caballo, no en un comodo avión como hollande u Obama, ya no se digan los dulces príncipes que Europa tiene desde el siglo XVIII, tenias que ser un líder, tenias que combatir juntos a tus hombres, si Bonaparte hechizo a muchos en Europa durante su vida y después de ella fue porque tuvo estatura de héroe clásico, ojo no de buena persona no de líder pacifico, sino de héroe clásico, Alejandro o cesar fueron responsables de horribles carnicerías, solo julio se jacta en sus comentarios de haber asesinado a un millón de galos y haber tomado como esclavos a otro millón, pero lo extraordinario del corso es haber sido un soldado a la antigua, capitán, aventurero, viajando a caballo de Moscú a Madrid de ida y vuelta, en la época clásica habría sido uno mas entre los cesares, los antonios, los leonidas, los filipos, los escipiones, pero en una europa salida del siglo rococó un hombre con ambiciones y el talento para lograrlas, eclipso a todos los otros hombres que adornaron europa, timidos, débiles, sin la gallardia de ir a batalla, sin el corazón para defender a sus pueblos antes que a sus privilegios.
El conde es uno de aquellos heroes, el único que no se rinde frente al demonio Almanzor, ojo, demonio retóricamente jeje, el único que no claudica, todos los otros piensan que la paz es lo mejor, que hacer concesiones es prudente, todo un pacto de Múnich en la edad media, él en cambio entiende lo que un hombre debe hacer, poner su espada y pararse frente a ella diciendo “pasaras sobre mi cadáver” cual Leonidas en termopilas, un hombre así es un hombre de excepción, algunos le llamarían fanático, quizás lo fue, pero entendiendo que la historia debe ser entendida en su contexto, el conde es un gran hombre, orgullo de España, si tan solo tuviéramos mas hombres como él que diferente seria el panorama de España y de europa, no me refiero a declarar guerras o forjar imperios, ya no es la época de la conquista, sino hombres resueltos, valientes, con convicciones, dispuestos a pelear por su pueblo, a vivir una vida de servicio, no en un comodo palacio rodeado de lujo, sino en el campo, junto a las personas que gobiernas pero que sirves y saben, no puede haber una pluma en dinastías mejor que la de Iselen para narrar esta historia, amena, inteligente, brillante, divertida, estoy seguro que como en cada tema que has hecho en dinastías, la historia del gran conde de castilla, sera narrada de forma insuperable, maja, pues de principio me has hechizado por completo con tu narración, envolviéndonos en la vida de epopeya de este gran caballero, en manos de una trovadora insuperable