Foro DINASTÍAS | La Realeza a Través de los Siglos.

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NotaPublicado: 20 Jun 2008 22:43 
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Registrado: 17 Feb 2008 21:02
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Marble House en Newport

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Yo pensaba que la casa de los Vanderbilt era The Breakers, la más famosa de todas...

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NotaPublicado: 20 Jun 2008 22:52 
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Registrado: 25 Mar 2008 15:26
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Es muy bonita, pero parece un trocito de algun palacio ya construido. :D


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NotaPublicado: 20 Jun 2008 22:56 
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Registrado: 17 Feb 2008 20:47
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Ahí, en la "Sala Gótica" de Marble House se llevó el disgusto de su vida nuestra Consuelo...Gracias por la magnífica imagen, Sabba, bonita.

Por cierto, se me olvidaba indicaros el precio de un título ducal para Consuelo que diese cumplida satisfacción a la ambición social de Alva: en cuanto se hubo celebrado la boda, William Kissam Vanderbilt entregó a su flamante yerno Charles Spencer-Churchill nada menos que DOS MILLONES Y MEDIO de DÓLARES (de la época) en acciones de una de sus grandes compañías ferroviarias. Asimismo, se había acordado una dote para Consuelo, a pagar por William Kissam Vanderbilt, de QUINCE MILLONES DE DÓLARES, billete sobre billete. William Kissam Vanderbilt también abonaría a Charles Spencer-Churchill una asignación ANUAL de CIEN MIL DÓLARES. En resumen: "Sunny" acababa de hacer el negocio del siglo casándose con la desdichada Consuelo.


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NotaPublicado: 20 Jun 2008 23:01 
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Registrado: 17 Feb 2008 21:02
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Ahh OK entiendo, The Breakers la construyó Cornelius, son las dos casas de los dos hermanos, he estado en The Breakers, pero Marble no la retuve tanto :roll:

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NotaPublicado: 20 Jun 2008 23:02 
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Registrado: 17 Feb 2008 20:47
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MariaHelena escribió:
Es muy bonita, pero parece un trocito de algun palacio ya construido. :D


Marble House es un derroche de Alva, jajaja. Se erigió en la Bellvue Avenue de Newport, casualmente al lado de la mansión de Caroline Astor, Beechwood. Beechwood es un magnífico "cottage estival", con un salón de baile que llamaba la atención porque está inspirado en la célebra Galería de los Espejos de Versalles. Dada la particular guerra entre Caroline Astor y Alva Vanderbilt, ésta decidió que Marble House superaría a Beechwood. Para conseguirlo hicieron falta cuatro años de obras, con una inversión de once millones de dólares. Nada menos que trescientos artistas europeos trataron de reproducir la atmósfera suntuosa del Petit Trianon y de Versalles en Marble House.


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NotaPublicado: 20 Jun 2008 23:06 
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Registrado: 17 Feb 2008 20:47
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Por cierto...no de gran calidad, me temo, pero he encontrado una imagen de la "Sala Gótica" (Gothic Room) dónde se declaró "Sunny" a Consuelo:

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NotaPublicado: 20 Jun 2008 23:29 
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Registrado: 17 Feb 2008 21:02
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Mañana sigues, eh...??
Está fascinante (wink)

Qué apropiada la sala gótica para ese drama, pobre Consuelo...

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NotaPublicado: 20 Jun 2008 23:32 
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Registrado: 17 Feb 2008 20:47
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Por cierto, por no dejar cabos sueltos...

Antes de seguir a nuestra pobre Consuelo a Inglaterra, comentar que su gran amor Winthrop Rutherfurd se quedó desconsolado al saber que la muchacha había tenido que casarse bajo fuerte coacción con Marlborough. Winthrop tardó en superar aquel duro golpe. Hasta siete años después no contrajo matrimonio con la encantadora Alice Morton, una de las hijas de Levi Morton, vicepresidente de los Estados Unidos de América. Cuando Alice murió en 1917, le dejó a Winthrop cinco hijos, cuatro chicos y una chica. En 1920 él contrajo segundo matrimonio con Lucy Mercer, que se haría famosa por ser amante del presidente de los Estados Unidos de América Franklin Delano Roosevelt.


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NotaPublicado: 21 Jun 2008 09:02 
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Registrado: 17 Feb 2008 20:47
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Y ahora que ya sabemos que le pasó a Winthrop, retornamos a Consuelo...

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Consuelo.

Aquel año 1895, nada menos que NUEVE herederas americanas se habían casado con aristócratas ingleses. La lista de esposos de rancia estirpe incluía un duque, un conde y tres barones. Consuelo Vanderbilt fue la más llamativa de las nueve porque era la "agraciada" con el duque, pero también figuraba en el retén de herederas que debían salvar con su dinero el patrimonio asociado a sus títulos la atractiva Mary Leiter, unida a George Nathaniel Curzon. Mary, lady Curzon, llegaría a ser, en poco tiempo, virreina en la India.

Para Consuelo, la llegada a suelo británico en su nueva condición de duquesa de Marlborough resultó un trago muy duro. Aparte de que seguía llorando por haber perdido la ocasión de casarse con Winthrop y de que no lograba sentir nada en absoluto hacia "Sunny", tenía que "hacerse" a una familia extremadamente complicada. Todavía estaba con vida "la duquesa Fanny", abuela paterna de "Sunny". Nacida lady Frances Anne Emily Vane, hija de un marqués de Londonderry, había sido la consorte del difunto John Winston Spencer-Churchill, el séptimo duque de Marlborough. La duquesa Fanny, de formidable pedigree, comprendía que las herederas americanas servían para restaurar la pasada grandeza de los Marlborough, pero el hecho de comprender el quid de la cuestión no hacía que le gustase aquel curso de acontecimientos que llevaba a los nobles más destacados del país a hacerse con esposas sin linaje a cambio de las fabulosas dotes. Sus sentimientos eran, cuando menos, ambivalentes, pues navegaba entre dos corrientes opuestas: un fervoroso snobismo social frente al necesario pragmatismo.

La duquesa Fanny había dado a su fallecido séptimo duque de Marlborough once vástagos, cinco varones y seis féminas, aunque, de los varones, tres habían muerto en la primera infancia. Al final, sus hijos de sexo masculino se redujeron a dos: George Charles Spencer-Churchill, destinado a convertirse en octavo duque, y lord Randolph Henry Spencer-Churchill. La primera boda de George, octavo duque, sí había colmado las expectativas de la duquesa Fanny: en esa ocasión, su hijo había matrimoniado con lady Albertha Frances Anne Hamilton, hija del duque de Abercorn y nieta por vía materna del duque de Bedford. Sin embargo, lord Randolph, su segundo retoño, ya había tomado, de entrada, la postura de desposar a una heredera americana: Jennie Jerome, hija del riquísimo financiero Leonard Jerome (por cierto, un gran amigo de William Kissam Vanderbilt). La riqueza de Jennie sirvió para refinanciar una y otra vez la carrera política de lord Randolph. Y el hermano de lord Randolph, George duque de Marlborough, tomó buena nota de las ventajas de tener una consorte con una dote inagotable: cuando, tras haber tenido cuatro hijos en común, se divorció de lady Albertha, no dudó en escoger, para segunda esposa, a la neoyorquina Lilian Warren Price, hija del acaudalado Cicero Price y viuda del multimillonario Louis Carré Hamersley.

Las dos nueras de la duquesa Fanny, por tanto, eran, en 1895, Jennie Jerome y Lilian Warren Price, ambas ya viudas, porque George había muerto en 1892 y lord Randolph absolutamente sifilítico a principios de 1895. Las dos estaban forradas de dólares, pero ninguna de ellas se acercaba ni de lejos al valor económico que los Vanderbilt habían conferido a Consuelo, esposa del noveno duque, "Sunny".

La duquesa Fanny evaluó con cuidado a su recien adquirida nieta política, Consuelo. En la línea de sucesión al ducado de Marlborough, dado que "Sunny" carecía de hijos, figuraban los dos chicos de lord Randolph y Jennie: Winston y John Strange. Ocurría que la abuela paterna no simpatizaba de modo especial con sus nietos Winston y John Strange. Así que, en tono imperioso, le hizo saber de inmediato a Consuelo cuál era su obligación: poner en el mundo lo antes posible dos hijos varones, el ansiado heredero y un repuesto "por si acaso".


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NotaPublicado: 21 Jun 2008 09:21 
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Registrado: 17 Feb 2008 20:47
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Pero Consuelo no cumplió ese mandato taxativo de quedarse embarazada en un abrir y cerrar de ojos. En esa primera etapa en Inglaterra, estaba demasiado inmersa en la agobiante tarea de acomodarse a la rutina de Blenheim Palace. Se había quedado terriblemente impresionada al llegar por primera vez con su marido a la mansión cercana a Woodstocks: en cuanto su carruaje cruzó el Gran Puente que daba acceso al parque, los criados desengacharon los caballos de tiro y se colocaron ellos en lugar de los animales para, con gran esfuerzo, llevar el vehículo en cuyo interior se encontraban Sus Gracias los duques hasta la mismísima puerta principal. Para "Sunny" se trataba sólo de una tradición asociada a la aparición en escena de la flamante duquesa del brazo del duque, pero a Consuelo le pareció bochornoso.

Mientras "Sunny" empezaba a gastar el dinero Vanderbilt en devolver el esplendor perdido a Blenheim, Consuelo descubría que dentro de las docenas de sirvientes de la residencia existía una muy rígida y estricta jerarquía. En sus primeros días, Consuelo cometió el error, casi imperdonable, de pedirle al mayordomo que encendiese el fuego en una chimenea porque se helaba de frío en aquella casona de estilo barroco inglés. El mayordomo, un perfecto exponente de mayordomo inglés, se congestionó y poco faltó para que sufriese una apoplejía. A él no le correspondía efectuar ese tipo de tareas, sino que había que pulsar un determinado timbre, entre los varios que existían repartidos por las salas y habitaciones, para que acudiese el criado que tenía, en su lista de funciones, el mantemiento de chimeneas. El episodio incrementó de forma notable la inseguridad y el nerviosismo de Consuelo. Las cosas no estaban tan exageradamente definidas, ni existían trazas de ese férreo sistema de castas incluso dentro de la casta general de los criados, en las mansiones Vanderbilt. Cuando su madre Alva y su madrina Consuelo Yznaga soñaban con hacer de ella, la niña, una duquesita, ninguna había tenido el detalle de contratar a alguien que le enseñase cuántos tipos de campanillas y timbres llegaban a coexistir en una gran mansión solariega inglesa (y eso, en aquel momento, le hubiera sido bastante más útil a la pobre duquesa Consuelo que el hecho de manejarse con fluidez en alemán).

Consuelo jamás lograría acostumbrarse a la rancia mezcolanza de tradicionalismo y conservadurismo a ultranza de los Marlborough, común a tantos clanes de la aristocracia británica. La procedencia de Consuelo la hacía cercana a una actitud más democrática hacia la gente que la rodeaba y a un notable liberalismo. Ella podía aprender rápidamente las normas de etiqueta, al punto de hacer un gran papel en la visita de rigor a la reina Victoria en Windsor o organizando una magnífica cacería con party final para cien invitados en honor al príncipe Bertie de Gales. Pero, asimismo, mostraba una genuína preocupación por el bienestar de los cuarenta criados que prestaban servicio en Blenheim o por conocer las dificultades de las familias comúnes y corrientes que vivían en sus casitas en los aledaños de Blenheim. Paulatinamente, Consuelo manifestaría una sincera empatía y verdadera compasión hacia los menos favorecidos que no se correspondían en absoluto con la clásica indiferencia hacia ellos de "Sunny", lo que abrió una brecha más en ese matrimonio de conveniencia que nunca conoció ni un leve vestigio de amor o siquiera afecto recíprocos.


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NotaPublicado: 21 Jun 2008 09:40 
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Registrado: 17 Feb 2008 20:47
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Consuelo, en un evocador retrato obra de Helleu.

Mientras con el dinero Vanderbilt empezaba a restaurarse la grandeza centenaria de Blenheim, que volvería a acoger una larga serie de eventos sociales, Consuelo, la duquesa reluctante, la duquesa que no lograba entender aún qué timbres debía pulsar en su mansión según lo que desease solicitar pero que a cambio se preocupaba como ninguna de sus predecesoras lo había hecho hasta por el más humilde de sus criados, sufrió un shock al enterarse del divorcio de sus padres. La noticia de que William Kissam Vanderbilt y Alva Erskine Smith rompían su matrimonio surgió a los pocos meses de que Consuelo se hubiese casado, a la fuerza, con Marlborough. Y el caso es que constituyó un enorme escándalo en la época.

Años después, Alva daría a todas las mujeres un consejo que ella había interpretado a la perfección en su vida: "La primera vez cásate por dinero, la segunda vez cásate por amor". Su -primera- boda con William Kissam Vanderbilt la había llevado a convertirse en una de las principales "socialites" norteamericanas de la época, por mucho que eso molestase a Caroline Astor. Pero, al cabo de las décadas, ahora que su hija Consuelo estaba casada con un auténtico duque inglés y que sus dos hijos varones, William Kissam II y Harold, se encontraban bien encauzados en la vida de futuros magnates Vanderbilt, Alva no encontraba ningún motivo para mantenerse unida a su esposo. Ella no le amaba, si bien se ufanaba de haber sabido manejarle según sus designios y caprichos. Él tampoco la quería, pero se sentía demasiado débil de carácter para hacerle frente a aquella sureña con cutis de magnolia que ordenaba y mandaba con la resolución de una autócrata rusa. Lo importante es que, aunque su hija Consuelo lo ignoraba, ya antes de la boda Marlborough Ava había emprendido una relación extraconyugal con otro millonario cinco años menor que ella: Oliver Hazard Perry Belmont. Sin que su hija Consuelo lo supiese ni lo intuyese, Alva hacía avanzar viento en popa su aventura con Belmont a la espera de que la chica, ya duquesa, se hallase en suelo inglés. Logrado ese objetivo, los Vanderbilt, William Kissam y Alva, solicitaron un divorcio sobre la base de un adulterio, pero no el de Alva (hubiese quedado totalmente estigmatizada ante la sociedad) sino el de William Kissam (pagó a una mujer para que interpretase con garbo el papel de amante). Nada más obtener un divorcio que le proporcionaba una indemnización de diez millones de dólares Vanderbilt, Alva se casó con Belmont. Los dos se establecieron, tan tranquilos, en Belcourt, la gran mansión de Belmont en Newport, Rhode Island.

Otra Consuelo se hubiera enrabietado de por vida con Alva. Alva había manipulado a su hija, con ruegos, coacciones y amenazas, fingiendo incluso un ataque cardíaco, para lograr que ésta renunciase a sus esperanzas de casarse con Winthrop Rutherfurd y se casase con "Sunny" Marlborough. Y, mientras hacía trizas los sueños, las ilusiones y el corazón de Consuelo, ella misma estaba tramando su propio divorcio de William Kissam Vanderbit para casarse "por amor" con Oliver Belmont. Alva, con su retorcida astucia y su falta de escrúpulos, había conseguido todo lo que quería obtener, en tanto que Consuelo pagaba con su infelicidad el precio de la satisfacción materna. Pero Consuelo era esencialmente un espíritu romántico, idealista y generosa a partes iguales, de modo que siguió manteniendo contacto con Alva a pesar de la traición de ésta.


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NotaPublicado: 21 Jun 2008 10:22 
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Registrado: 17 Feb 2008 20:47
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Dos bonitas imágenes de Consuelo.

1897 resultó un año crucial en la vida de Consuelo.

Nada más estrenar ese año, se quedó por fín embarazada -para gran complacencia de la duquesa Fanny-. La gestación avanzó con las dificultades típicas y los miedos propios de una primeriza, hasta llegar a buen término el 18 de septiembre con el nacimiento de un varón: John Albert Edward William Spencer-Churchill. Si nada se torcía, ese bebé berreante estaba destinado a alcanzar, con el tiempo, la dignidad de décimo duque de Marlborough.

Para entonces, además, "Sunny", el estirado, orgulloso y melancólico "Sunny", había encontrado a una mujer que le había dejado literalmente fascinado. Por una de esas ironías de la vida, se trataba de otra heredera americana: Gladys Mary Deacon.

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El más célebre retrato de Gladys Deacon, obra de Boldoni.

Gladys Mary Deacon es un personaje sustancioso en sí misma. Sus padres, Edward Parker Deacon y Florence Baldwin, eran norteamericanos muy ricos, aunque, desde luego, no "jugaban en la liga" de unos Astor o unos Vanderbilt. Pero tenían dinero de sobra para permitirse una gran mansión en Boston, un cottage estival en Newport y, sobre todo, constantes vacaciones en Europa. Su hija Gladys nació, precisamente, cuando ambos se encontraban en París. Otras dos hijas completaban la familia: Ida Audrey y Dorothy. La vida de las tres hermanas Deacon experimentó un vuelco radical cuando Gladys contaba apenas once años de edad, Ida Audrey ocho años de edad y Dorothy era un bebé: ese verano, en el hotel Splendide de Cannes, el padre, Edward Parker Deacon, irrumpió en la habitación en la que la madre, Florence Baldwin, se encontraba con su amante del momento revolver en mano, vaciando el cargador sobre "el hombre que contribuía a que su mujer le pusiese cuernos". Hubo, desde luego, un monumental escándalo. Florence Baldwin se encontró con el ostracismo social, mientras Edward Parker Deacon, el homicida, salía relativamente airoso (todos comprendían que hubiese sentido el impulso de cargarse al co-responsable del adulterio de la esposa). Las niñas Gladys e Ida Audrey se encontraron de pronto internas en el prestigioso Sacre Coeur de París, un lugar en el que se les reuniría Dorothy cuando alcanzase la edad apropiada.

Gladys tenía catorce años cuando la prensa empezó a dedicar docenas de extáticos reportajes a la inminente boda de "Sunny" Marlborough con Consuelo Vanderbilt. La adolescente declaró, rotunda, que si ella fuese un poco mayor se hubiese encargado de "atrapar" para sí misma al duque propietario de Blenheim Palace. Si bien de momento tenía que conformarse con envidiar a Consuelo Vanderbilt, Gladys Deacon aprovecharía casi tres años después su primer encuentro en una fiesta londinense con "Sunny" Marlborough para dejarle literalmente cautivado con su belleza exótica e intensamente erótica.


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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com


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