Tengo por cierto que todos los bienes de esta vida nos fueron dados por Dios para hacer vuestra voluntad y la de las demás damas. Es evidente, y absolutamente claro para mi razón que los hombres no son nada, que son incapaces de beber en la fuente del bien si las mujeres no los mueven a ello. Sin embargo, como las mujeres son el origen y la causa de todo bien y Dios les ha dado una prerrogativa tan grande han de mostrarse de
modo tal que la virtud de quienes hacen el bien incite a los demás a hacer otro tanto; si su luz no ilumina a nadie, será como una bujía en las tinieblas (apagada), que no captura ni atrae a nadie. De
modo que es evidente que cada cual ha de esforzarse por servir a las damas para poder ser iluminado por su gracia; y ellas han de hacer lo posible por mantener los corazones de los buenos en buenas acciones, y por honrar a los buenos por sus méritos. Porque todo el bien que hacen los seres vivos lo hacen por el amor de las mujeres, para que ellas los alaben, y para poder jactarse de los dones que ellas otorgan, sin los cuales nada en esta vida es digno de elogio.
María de Champagne dixit... Y añade:
Los hombres consideran dignas de elogio sólo a las mujeres que ingresan en el orden de la caballería del amor, y que en todas las cortes son conocidas por su probidad. Todo cuanto se hace de grande en el siglo es inconcebible si no tiene su origen en el amor. Si los hombres no pudieran, cuando quieren, abrir a las damas los secretos de su corazón, el amor perecería por entero, el amor a quien todos reconocen como fuente y origen de todo bien; y ninguno podría auxiliar a los otros; todas las obras de cortesía permanecerían desconocidas a los hombres.
Y atención a la pregunta que una vez le hicieron a su madre la reina Leonor y su contestación:
¿Qué amor se había de preferir? ¿el de un hombre joven o el de un hombre maduro? Con admirable sutileza, ella contestó que el amor, bueno o mejor, no se mide por la edad, sino por la calidad, la honestidad, la delicadeza de costumbres del hombre. Sin embargo, por un instinto natural, los hombres jóvenes suelen preferir abandonarse al amor de mujeres de más edad antes que al de las jovencitas de su edad; por el contrario, los hombres de más edad prefieren el amor y los besos de las muchachas antes que los de las mujeres de más edad; en cambio una mujer, joven o no, busca antes el favor de los jóvenes que el de los maduros. ¿A qué se debe? Creo que es un problema de orden físico.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.