Bueno, yo coincido con Perlery en que, como me esperaba un bodrio de proporciones cósmicas, al encontrarme con un bodrio de andar por casa he estado lejos del colpaso nervioso de otras veces.
A mí lo que me pone de los nervios de las series españolas son los actores. No puedo con ellos, son incapaces de meterse en un papel o de transmitir diferencias. Mirad, he gozado como un jabalí en el barro viendo una serie inglesa en la que los actores que encarnaban a gente de servicio TRANSMITIAN la sensación al espectador de encontrarse ante personal de servicio. Cuando encarnaban a un lord o una lady TRANSMITIAN algo diferente, como grupos totalmente apartados el uno del otro que eran. Casi ni hablaban el mismo idioma.
No es el caso con los españoles, tu coges a la reina Federica, la pones un mandil y una cofia, la bajas a las cocinas y ya tienes una cocinera. La escena en la que suben de las cocinas el tal Leandro y las cocineras al comedor de familia, a recibir parabienes, es dantesca. "¿qué es ese pastelito de no sé qué...?"(Don Juan) "me tienes que dar la receta de las croquetinas esas..." (Doña María ¡¡¡¡¡POR DIOS ALGUIEN SE IMAGINA A UN PERSONAJE DE ESTOS PIDIENDOLE, ANTE DOS REYES REINANTES, UNA RECETA A LA COCINERA!!!) Un colegueo, un tuteo, esa escena de Sofía con un ataque de mono chocolateril en cocinas, esas criadas que ni reverencia, ni alteza, ni na de na, le sacan los bombones de la agüela jroña que jroña, ella no quiere, pero como la doncella manda, se trasquila TRES.
Si alguien fuese a El Escorial y revisara la tumba de Victoria Eugenia y Alfonso vería que la primera tendría marcas de arañazos en la parte interior de la tapa y la mandíbula del segundo estaría dislocada de la risa. Dentro de cientos de años alguien, al estudiar ambas, se preguntará qué gaitas pasó a principios del XXI.
Y esas pelucas, que me dejan sin palabras. El Pardo, que cada vez que se enfocaba asemajaba al castillo de Drácula, tol rato entre nieblas perpetuas. Algo salvo de todo esto; a Puigcorbe/don Juan, pero el histrionismo de doña María, que parece tonta del bote, me hace pedir cabezas rodando. Salvo, con un 5.5 pelón, la entrevista Federica, Ena y don Juan. Algo de tensión contenida, papeles que transmitían. No dura, pero se libra.
A las 11.20, optando entre dormir con una pierna aquí y otra en Sebastopol o seguir viendo el asunto que nos ocupa, opté por lo primero.
Hoy no dormiré tan bien imaginando la peli sobre Isabel II que mencionaba Lu. Ese argumento puede hundir para siempre una monarquía si cae en manos de un director español.
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