Las hermanas de Saboya-Nemours fueron las primeras evidentes conquistas, al igual que las primeras fatídicas víctimas de las dotes de amante del marqués.
Imagen de Marie Antoinette - cortejoLa siguiente en la lista fue Mademoiselle de La Motte-Argencourt, nacida en el Languedoc, quizá les suene porque no sólo fue dama de la reina Marie-Thérèse de Francia sino porque además fue una más de la pléyade de amantes del rey… idilio que fue interrumpido porque la reina-madre y Mazarino los encontraron
in fraganti (seguramente avisados por alguno de los muchos espías de Mazarino).
Mademoiselle, luego del evidente desplante puso sus ojos sobre Puyguilhem quién por pura maldad fingió ignorar el hecho que ella había caído rendida a sus pies.
Despechada por segunda vez, se metió de lleno en un affaire con el duque de Richelieu sin tomar ninguna de las habituales precauciones del caso, esto es, fingir ser casta y pura a los ojos de los demás. Su conducta sumamente escandalosa le ganaría un pasaje de ida al convento de Chaillot en 1661.
La siguieron dos damas de honor de la reina, pareciera que el séquito de Marie-Thérèse era una tentación para más de uno al igual que siempre permitía al rey pasar a amantes como dama de compañía permitiéndoles tener una excusa ‘real’ para tenerlas en la corte más que su propio placer. Sí, esto implica una doble moral, lo hemos hablado muchas veces, afortunadamente quiso la historia, el avance humano y el feminismo poner las cosas en su lugar…
La primera de ellas se llamaba Anne-Lucie de La Motte-Houdancourt, mademoiselle tenía suspirando por ella a media corte, citamos, por nombrar algunos al marqués de Dangeau, Philippe de Gramont (hermano del mariscal-duque), al conde d’Estrades y al propio rey pero… ella se decantó por Puyguilhem. La siguió (o quizá fue todo a la par, no tengo mucha info al respecto) Bénigne de Meaux, Mademoiselle du Fouilloux, muy conocida ya por tener un gran número de amantes en su ver, peligrosa además, ya que era espía del superintendente Nicolás Fouquet.
Espero recuerden aún a Catherine-Charlotte de Gramont, si ya la olvidaron, habrán de saber que el marqués de Puyguilhem no lo había hecho, y ella a él tampoco. Catherine-Charlotte había florecido y llamado la atención incluso de Monsieur Philippe, hermano del rey, quién todos sabemos que prefería a los hombres lo cual da la pauta de que esto no era el “photoshop” Winterhalter, era bella en todo sentido y aparentemente una muy interesante persona que evitó verse inmiscuida en las intrigas versaillescas.
Catherine-Charlotte no era ajena a los afectos de su primo, le correspondía sí, pero jamás se sobrepasó ni él avanzó un ápice, como bien dije antes, Antonin sabía muy bien lo que se jugaba y sus intenciones respecto a su prima incluían el matrimonio, lamentablemente sabía que tenía poco para ofrecer aún. Quizá, demasiado poco… ya que el padre de Catherine-Charlotte, decidió casarla con un italiano, un tal Louis Grimaldi, ¿les suena?
Louis Grimaldi, conde de Carladez, marqués de Baux y duque de ValentinoisAsí es, nos encontramos ante un antepasado directo de los actuales soberanos de Mónaco o el ‘Rochedo’ como le decimos cariñosamente (sic) por aquí.
Louis Grimaldi era conde de Carladez, marqués de Baux y duque de Valentinois, fue su abuelo el primero en hacerse llamar Príncipe de Mónaco. Saint-Simon, afilado como siempre, incluso peor que nosotros por aquí, se permitió opinar lo siguiente sobre Mónaco:
(…) “Miserable roca, desde cuyo centro podemos, por así decirlo, escupir fuera de sus límites”.
Terrible pero correcto a nivel semántico, ¿no?
El destino de Catherine-Charlotte estaba sellado al igual que el de todo posible enlace con Antonin, no había nada que hacer, el contrato matrimonial se firmó en la misma habitación del rey en el palacio del Louvre en abril de 1659. La mariscala de Guébriant y su hermano, el marqués de Vardes firmaron en representación del novio. Sin embargo no se casaron enseguida ya que el padre de la novia, sí, el mariscal-duque, debió viajar a Madrid para pedir oficialmente en nombre del rey la mano de la infanta María Teresa y concluir así todas las cláusulas del Tratado de la paz de los Pirineos.
30 de marzo de 1660, Catherine-Charlotte desposa al heredero de Mónaco en la capilla del palacio de los Gramont en Pau ante el obispo de Lescar.
Detalle del cuadro que representa la boda entre Louis XIV y María Teresa en San Juan de LuzCasi 3 meses después, el 9 de Junio, en la localidad vasco-francesa de San Juan de Luz, Louis XIV contraía matrimonio con la infanta María Teresa, si bien Antonin se ausentó de la primer boda, sí se encontraba en la segunda desempeñando un rol particular.
Mientras su prima contraía matrimonio, el mismo día estaba recibiendo en París en herencia el cargo de capitán de la Compañía de Cien Gentilhombres de la casa del Rey, la misma venía directo de su padre que había muerto dos meses antes. El puesto era meramente honorífico, el regimiento había sido creado en 1474 por Louis XI y jugaba un papel mayormente decorativo (‘de parada’ como se suele decir) en las grandes ceremonias de la realeza, y como tal, Antonin se presentó a desempeñar su papel en la boda real.
En aquella fiesta puedo intercambiar furtivas miradas con su prima Catherine-Charlotte, reciente duquesa de Valentinois acompañada por su madre la duquesa de Gramont, con mirarse a los ojos ya sabían que aún seguían enamorados uno del otro.