Así estamos: el Cid rey de Valencia, Pedro I de Aragón presiona al sur de Huesca para seguir conquistando de forma que ataca a la taifa de Zaragoza, ésta le pide ayuda a su aliado Alfonso VI que también es aliado de Pedro, con lo que el monarca leonés está metido en un buen brete ¿a quién ayudar?
En realidad en los reinos de la Hispania medieval tenían muy clara la diferencia entre "política interior" y "relaciones internacionales" aunque no lo llamasen así, a lo
moderno. Frente a invasiones extranjeras todos somos aliados y arrimamos el hombro, pero en política interior no tenemos por qué ser amiguitos si nuestros intereses chocan. El avance de Aragón a costa de Zaragoza es política interna y el deber de Alfonso es para con Zaragoza, que es vasalla, no para Aragón, que sólo es aliado en caso de fuerza mayor.
Lo bueno de esta postura es que da igual las rencillas que tengas, que en cuanto aparece un enemigo común todo se olvida y cargamos juntos en batalla. Es lo que pasa ahora, mientras León y Aragón están inmersos en una trifulca por lo de Zaragoza y por lo de los monasterios (la línea oficial de León es la de los monjes de Cluny, por influencia de la reina Constanza, mientras que en Aragón, por pura rivalidad, apoyan la regla de San Agustín, y aunque os parezca mentira estos dos partidos generaban una hostilidad muy gorda), el caso es que en cuanto Yusuf asoma la nariz los monjes dejan de pegarse porque tenemos otro a quien darle fuerte
Así que Alfonso llega a Toledo donde ya le esperan tropas aragonesas de refuerzo, y hasta el Cid envió su hueste al mando de su hijo Diego. La caballería pesada la dirigía Álvar Fáñez, tan buen caballero como el Campeador pero menos conocido porque de él no conservamos poema...
Minaya lo llamaba don Rodrigo, "mi hermano", del castellano
mi y el vasco
anaia (ya se sabe que parte del País Vasco era Castilla) En fin, que se movilizó lo mejor del reino.
Y es que Yusuf ha venido preparado y con muchos hombres, pero Alfonso no le tiene miedo, en una batalla medieval muchas veces gana el más astuto cuando emplea una táctica nueva que el que más tropas tiene, así que rebosando confianza se adelanta a recibirle en Consuegra, el 15 de agosto de 1097.
Esta también la perdimos
pero eso no significa que no hayamos vendido cara la piel ni que falten momentazos épicos, ni tampoco hechos curiosos... La tradicional forma de combatir cristiana se basa en fuertes cargas de caballería reforzadas por infantería detrás de los jinetes. Alfonso VI el Bravo dispuso a su caballería en dos alas: a la izquierda los veteranos, experimentados, junto a tropas de élite comandadas por el alférez real Pedro Ansúrez y por Álvar Fáñez. A la derecha los hombres del Cid, mejor armados, al mando de Diego Rodríguez y junto a él las huestes del conde de Nájera, García Ordóñez, cuya caballería debía proteger la vida del hijo del Cid
¿pero en qué estaba pensando Alfonso? Fue García Ordóñez el que instigó el primer destierro del Campeador, su peor enemigo, hacía años que el Cid se había tomado la venganza arrasando sus tierras. Desde luego, en el ala derecha del ejército cristiano se respiraba amor y compañerismo
si es que... menuda ocurrencia... Y pasó lo que pasó, en un momento de la batalla Alfonso ordena un repliegue del ala derecha. García Ordóñez se repliega por su cuenta, para salvar el culo, sin esperar a Diego, al que literalmente abandona en medio del campo de batalla dejándolo rodeado de tropas enemigas. Lucharon como salvajes pero no había escapatoria, ante los ojos del resto del ejército castellano, horrorizados por la maniobra del cabrón de García Ordóñez, el hijo del Cid muere en el campo de Consuegra, con 19 años de edad.
El resto se replegaron al castillo y, tras 8 días de asedio, Yusuf abandona. ¿Por qué? la verdad es que las tropas almorávides no son buenas en los asedios, apenas tienen experiencia y no es la primera vez que la fastidian en uno, así que prefieren marcharse como vencedores en el campo. Los almorávides no pretenden entrar en territorio cristiano, sólo marcar una frontera definida en al-Andalus que los enemigos tengan que respetar.
El golpe que se llevó Rodrigo Díaz de Vivar fue muy duro, perdió a su hijo y heredro y, antes del último ataque de los almorávides que ya se ve venir de lejos, quiso dejar a sus hijas bien colocadas. Cristina casa con el infante Ramiro Sánchez de Pamplona, que partirá como cruzado a Tierra Santa (los bisabuelos de Alfonso VIII) María se desposa con el conde de Barcelona Ramón Berenguer III.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.