Pues mira Sambone, en el hilo de Urraca la asturiana ya había contado algo de las diferencias irreconciliables entre este matrimonio, de todas formas luego lo explicaré con más profundidad...
Alfonso VI muere en 1109 dejando tras de sí una serie de problemas bastante gordos, el más gordo de todos la falta de un heredero varón después de la muerte del suyo en Uclés. Así las cosas la nueva reina es su hija Urraca (la abuela de la protagonista) en estos momentos viuda de Raimundo de Borgoña y con dos hijos pequeños Alfonso y Sancha Raimúndez. Bueno, ¿dónde está el problema? Tenemos reina y tenemos herederos de la reina… pues el problema es que el padre de los chicos era “extranjero”, es decir, que supone un cambio de dinastía netamente española a una dinastía medio borgoñona, y me temo que la mayoría de la nobleza española no pasa por ahí. ¿Solución? Proponen a la reina que contraiga nuevas nupcias para que este nuevo matrimonio traiga al mundo otro sucesor que no suponga un cambio de dinastía. El novio será Alfonso I de Aragón.
Hacia el 1110 doña Urraca comienza a titularse totius Ispanie Imperatrix e incluso totius Ispanie Regina… Emperatriz y Reina de toda España, ¿no está mal eh? Son los mismos años en los que continuamente anda a la greña con su marido, cosa fácilmente explicable teniendo en cuenta los equívocos gustos del monarca aragonés y el endemoniado carácter de Urraca. Alfonso es enérgico, valiente y una mala bestia en el combate, pero le iba la misoginia, o sea, que no le gustaban las mujeres en absoluto. Por otra parte Urraca es temperamental y caprichosa, de espíritu más que amplio en cuestiones amorosas ejem ejem y tremendamente voluble. Además de cabezota y muy celosa de sus reales prerrogativas, o de lo que ella opinaba que lo eran, llegando incluso a mandar derribar las puertas de San Isidoro de León porque se empeñó en llevarse las joyas de la iglesia (y qué, suyas son, puesto que las donaron sus abuelos y su padre y su tía y si quiere se las lleva… me encanta esta mujer). En fin, que una imagen vale más que mil palabras, aquí los tenéis.
En el hilo de las joyas medievales expliqué todo el asunto del conde de Candespina por el asunto del robo de una patena
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Esta patena sustituye a otra anterior que hacía juego con el Cáliz de Urraca y que fue robada en 1112 por las huestes de Alfonso I de Aragón. El hijo de la reina Urraca lo hizo expresamente para el cáliz de su tía abuela porque cuadra en dimensiones y materiales.
En cuanto al asunto del robo por parte de un tal conde Enrique de la hueste del rey Batallador, así rápidamente os cuento. En la corte castellana hay dos facciones, los que apoyan al príncipe Alfonso (futuro Alfonso VII) y no les importa el cambio de dinastía y los que no quieren ver a los borgoñones ni en pintura y apoyan el matrimonio de Urraca con el rey de Aragón. Los primeros están liderados por el obispo Gelmírez de Santiago de Compostela que siempre está en primera línea de todos los fregaos y el tutor del príncipe, Pedro Froilaz. Los segundos están liderados por el rey, obviamente, que era el más interesado.
El personaje en medio de la discordia es el Conde de Candespina, Gómez González, que había sido antes de la muerte de Alfonso VI pretendiente a casarse con Urraca, y todo indica que mantenía relaciones amorosas con ella. Este caballero decide arrimarse a la facción del príncipe no porque le importen un bledo los borgoñones, sino porque el rechazo del difunto rey a que se casase con su hija le sentó como una patada en el pompis así que no podía ni ver al Batallador, que se lo había llevado caliente. El Conde de Candespina trató de convencer a la reina de que el príncipe Alfonso debía convertirse en el rey legítimo de Castilla para que apoyase el levantamiento de la nobleza contra Alfonso. Este hecho convirtió el conflicto político en una guerra abierta entre el monarca aragonés y facciones de la nobleza leonesa, castellana y gallega. El fuerte carácter de Alfonso I y el choque con la personalidad de su mujer (las crónicas leonesas, castellanas y gallegas, siempre antialfonsíes, ponen en boca de Urraca que Alfonso «le pegó con manos y pies») llevaron al fracaso del matrimonio. Se dice que Alfonso temía que la proximidad entre el conde de Candespina y su mujer significara que le ponían los cuernos, razón por la que podría haberla repudiado y encerrado en el Castellar, Aragón.
Aprovechando que el Rey estaba distraido sometiendo a los rebeldes castellanos, el conde de Candespina, cual caballero enamorado rapta a la reina en un brioso corcel blanco y la lleva de vuelta a su tierra... esto último me lo imagino yo así claro Total, que el rey se enfrenta al conde en las propias tierras de este, Fresno de Cantespino en Segovia y lo mata, con lo que la reina se queda con los calzones al aire y se tiene que reconciliar con su marido, por si acaso. Al final, Alfonso consigue anular el matrimio, pasa olímpicamente de los castellanos y sus problemas internos y se dedica a sus conquistas en Zaragoza.
Pues en uno de esos voy y vengo a someter las ciudades rebeldes de Palencia, Burgos, Osma, Sahagún, Astorga y Orense, es cuando sus huestes pasan por León y el conde don Enrique decide llevarse un souvenir.