Hacia 1128 asistimos a un hecho decisivo para la historia de la península. Las dos Galicias se separan. De la Galicia del sur, el condado portucalense, nace el reino de Portugal. A ver si os suena la situación: un niño llamado Alfonso Enríquez se convierte en líder de los portugueses bajo la dirección de un obispo, el de Braga, y una madre llamada Teresa enfrentada a su propio hijo para mantener el poder. ¿No os resulta familiar?
Alfonso Enríquez, I de Portugal, en Guimaraes.
Ya hemos hablado de los problemas entre las dos hermanas y nos habíamos quedado en que Teresa trataba de aliarse con los nobles de Galicia. Y es que Teresa NO quiere emancipar Portugal, porque no es algo distinto del resto de Galicia, lo que quiere es incorporar a sus dominios los territorios al norte del Miño. Punto. Una vez más, aquí no han lugar reivindicaciones nacionalistas
modernas y absurdas.
Los paralelismos entre Teresa y Urraca no se limitan sólo a su relación con sus hijos y los obispos que los manejan, ambas era liberales y liberadas en cuestiones amorosas
Hacia 1116, Teresa cae rendidamente enamorada de Fernán Pérez, el hijo más distinguido del famoso conde de Traba que ya conocemos. Teresa tenía 32 años frente a los 25 del galán, que decide repudiar a su esposa y trasladar sus bártulos a la alcoba de la condesa.
Nace así una alianza sentimental y política. Fernán es nombrado gobernador de Coímbra y Oporto y la hija de Teresa, que se llamaba Urraca como su tía, se casa con el primogénito de los Traba, Bermudo, que es nombrado gobernador de Viseu. Este es el bando galaico-portugués que aspira a unir los territorios del norte y los del sur. Por supuesto, falta una pieza esencial. En el oeste de la península nadie mueve un pelo sin contrar con el omnipresente Gelmírez, que se relamía ante al idea de poner toda la zona bajo la autoridad de la sede compostelana, cosa que al arzobispo de Braga, Paio Mendes, no le hacía puñetera gracia. Por eso empieza a conspirar contra Teresa y Fernán Pérez de Traba, pero ¿cómo legitimar tamaña traición? Pues alzándose defensor de un niño, Alfonso Enríquez, de 10 años de edad.
No vamos a meternos en los voy y vengo de ambas facciones. Sólo que sepáis que hacia 1127, Alfonso VII de Castilla y León ya tiene la situación bajo control: ha pactado con el Batallador, ha pactado con Gelmírez la paz en Galicia y ha pactado su matrimonio con Berenguela de Barcelona, así que sólo le queda solucionar las cosas en Portugal. Se planta con su ejército en Guimaraes, donde su primo Alfonso Enríquez, de 18 años, le rinde vasallaje como rey. Un arreglo estupendo porque el rey Alfonso VII obtiene el reconocimiento de los portugueses a la vez que el monarca reconoce la autoridad de su primo en las tierras portuguesas. Según los vínculos feudales, Alfonso Enríquez es señor de Portugal y con permiso de su rey puede extender la reconquista hacia la línea del Tajo, se trata de una victoria política frente a su madre y el amante de ésta.
Teresa reacciona enviando una hueste a San Mamede, cerca de Guimaraes, el 24 de junio de 1128. Su hijo le ganó la batalla, ella debe huir a las posesiones de su amante en Galicia. Alfonso Enríquez no va a permitir a nadie discutir su autoridad como conde de Portugal, y aún va a dar mucho que hablar este jovencito...
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.