En 1132 Alfonso VII organiza no uno, sino dos ejércitos: uno sale de Salamanca y el otro desde Toledo al mando de Rodrigo de Lara, que se plantó ante la mismísima Sevilla aplastando a los sarracenos que defendían la ciudad. Rodrigo se hizo con un botín asombroso. En vista del exitazo, al año siguiente el rey se pone al frente de una hueste y vuelve a aniquilar Sevilla, llega a Jerez de la Frontera y se pasea hasta Cádiz sin que los almorávides puedan oponerse.
Alfonso el de León baña sus pies en las aguas de Cádiz para demostrar por qué es el Emperador de toda España y que el tiempo de los almorávides ha terminado.
La foto es mía
Alfonso VII vuelve a casa con camellos, caballos, vacas, ovejas, oro, plata, ricas telas, etc. mientras que la población de al-Ándalus se queda convencida de que los almorávides ya no ofrecen seguridad ninguna.
Por cierto, Alfonso el Batallador muere en 1134, en combate, como no podía ser de otra manera. Lo acompañaba García Ramírez de Navarra, el nieto del Cid. El portentoso monarca aragonés llegó al trono cuando la frontera no pasaba de la línea Huesca-Barbastro. Treinta años después su reino ha aumentado en 25.000 km2, hasta Teruel. Y su influencia llega a Valencia.
Cuatro años antes había muerto Gastón de Bearn, el bravo hermano de armas y gran amigo del Batallador, con más de 60 años y 40 de combate a sus espaldas. Fue uno de los más terribles enemigos de los almorávides que se vengaron paseando su cabeza decapitada clavada en una pica por los zocos de la ciudad de Valencia. Pero del vizconde de Bearn conservamos un tesoro, su propio cuerno de guerra, en la Basílica del Pilar.
Precioso...
Dicen que Alfonso de Aragón se quedó muy afectado tras la muerte de su amigo.
El 7 de septiembre de 1134 muere el Batallador en Poleñino y fue enterrado en la fortaleza-monasterio de Montearagón en Huesca.
El rey cruzado ha muerto sin descendencia y ha llegado el momento de abrir su testamento, a más de uno se le va a dislocar la mandíbula cuando se quede con la boca abierta ante lo allí escrito
Pero eso ya os lo cuento el lunes, que me voy a pasar el fin de semana al condado de Castilla
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.