Las crónicas árabes dicen que Almanzor lleva a todo su ejército consigo con el objetivo de desmantelar toda la línea de repoblación del Duero. Ya había pasado por Salamanca, Ledesma y Zamora dejando desolación a su paso, atacar el Duero medio es una estrategia muy coherente para continuar. Y era un ejército enorme, de los que meten miedo al pánico. El gran secreto de los éxitos militares del visir cordobés es ese: un ejército muy muy muy numeroso, muy bien pertrechado y generosamente pagado. Los estudios más recientes calculan la tropa permanente musulmana en unos 60.000 hombres, a los que se suman fanáticos y mercenarios extras si hace falta. Para la época es una potencia militar extraordinaria y por eso Almanzor se ganó la fama de invencible, pero no esperéis de él una genialidad de estrategia. Aquí simplemente gana la fuerza bruta. Y con sólo un tercio de todas sus fuerzas, le basta y le sobra para este tipo de campaña.
Las tropas coaligadas fueron arrolladas por las sarracenas. Ni Ramiro de León, ni Sancho de Navarra, ni García de Castilla tuvieron nunca la menor oportunidad y sus mesnadas quedaron tan destrozadas que Almanzor pudo dedicarse alegremente al saqueo y matanza de los habitantes de la villa. Y después se dirigió a Simancas para más de lo mismo, y esto sí que es una mala cosa porque Simancas, la que reconquistó Ramiro II en el 939, era la guardiana de la ruta hacia León y la vigía de la repoblación en los campos de Valladolid y Salamanca. Casi nada….
Y dicen las crónicas musulmanas:
Almanzor conquistó Simancas por la fuerza el mismo día que acampó frente a ella. Arrasó sus murallas, destruyó la ciudad y regresó con 17.000 cautivas. Aquí realizó tan gran matanza entre los cristianos que las aguas del río se tiñeron de rojo por la sangre vertida.
Pero qué exageraosssss…
Cómo va a haber en Simancas 17.000 chicas a las que hacer esclavas
Una ciudad como Zamora, que era grande e importante, apenas llegaba a los mil habitantes. En cualquier caso hubo pocos supervivientes: Nepociano Díaz, defensor de la ciudad, murió en la batalla, pero otros como el asturiano Tructino Vermúdez o el zamorano Sarracino Iohannis fueron hechos prisioneros y decapitados dos años después (Almanzor siempre se tomaba estas cosas con calma, creo que le gustaba ver a la gente penar en sus celdas)
Las consecuencias políticas de la pérdida de Rueda y Simancas fueron enormes. Los colonos castellanos tuvieron que abandonar Atienza y Sepúlveda y replegarse al Duero otra vez. De un plumazo quedaba destrozado el trabajo de medio siglo de conquista. Evidentemente siempre hay gente que se niega a irse de sus casas, estos tiras y aflojas de batallas entre cristianos y musulmanes son contemplados de lejos por los campesinos, porque depende de quién gane cultivan sus campos con seguridad o tienen que vivir con un ojo pendiente del horizonte, pero no se van. Numerosos colonos permanecen desperdigados por la zona y algún que otro núcleo de población más estable también resiste, pero el condado de Castilla pierde el control político de la región.
Por otro lado, los condes de León se han quedado con el culo al aire. Los de Monzón, Cea, Luna y Saldaña quedan expuestos a los ataques moros. Y Ramiro III se queda muy tocado. Es en este momento un mozalbete de 20 años que está dispuesto a atar en corto a sus nobles, mal acostumbrados por años de libertad y desmanes durante la regencia a causa de su minoría de edad, pero ahora ve perdida cualquier autoridad después de su derrota militar. Y en esta situación de convulsión política se lía una pájara muy gorda cuando los magnates de Galicia y Portugal proclaman rey a Bermudo II, hijo de Ordoño III y de la castellana Urraca Fernández (un nieto de Ramiro II el de Simancas 939, para entendernos, y de Fernán González y de Sancha de Pamplona por parte de su madre)
Bermudo o Vermudo II en un cartulario leonés.
Comenzaba en el reino de León una guerra civil
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.