"Mi nieto Luis Alfonso es lo único que me queda en la vida. Me gustaría verle más a menudo, pero, claro, es muy joven, trabaja, estudia, se divierte y, además, vivimos en países distintos. Si yo tuviera menos años, viajaría para visitarle, pero mis achaques no me permiten moverme todo lo que me gustaría.
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Luis Alfonso nació en Madrid el 25 de abril de 1974. Para su bautizo, celebrado en la capilla del Palacio de El Pardo, me llevé de Roma el faldón con el que, en su día, fueron también bautizados su padre, su tío y su hermano mayor. Su padrino fue su abuelo paterno, Jaime, y su madrina, Carmen Polo de Franco, su bisabuela materna.
En la actualidad, mi nieto vive en casa de su abuela materna, Carmen Franco. Convive sólo con ella y con los criados. Su tía Arancha, la última de los hijos de los Marqueses de Villaverde, también se ha casado. Los demás, hace ya muchos años que abandonaron el domicilio familiar para vivir sus propias vidas, como es natural.
Su infancia, en apariencia, no fue diferente a la de cualquier otro chico de su edad o condición. Sus estudios primarios los realizó en el colegio hispano-francés Molière de Pozuelo, lugar situado a las afueras de Madrid, en donde vivió hasta el fallecimiento de su padre.
He señalado que su infancia fue normal <<en apariencia>>, ya que a este pobre chico le faltó la tranquilidad y el sosiego con el que todo niño debería contar para conseguir un desarrollo normal de su personalidad. Lógicamente, el mundo se le vino abajo cuando su madre, de un día para otro, lo abandonó. Y es que por aquel entonces Luis Alfonso no tenía más que cinco años.
A veces trato, y otras evito, imaginar hasta qué punto puede verse alguien de tan corta edad afectado por una situación semejante. Inevitablemente tiene que partirle el alma y, para colmo, su capacidad para entender las cosas es inexistente. Supongo que la primera sensación que debe embargarte es la incredulidad. Me sobrecoge pensar que, mientras a otros niños de sus mismos años se les fomentaba la fantasía como algo que forma parte del patrimonio de la infancia, mi nieto, por el contrario, tuvo que enfrentarse al horror de asimilar la realidad: su madre se había ido de casa. Este acontecimiento es más brutal, en mi opinión, que perder a una madre a causa de una muerte inesperada, porque el halo que envuelve tal desaparición no deja resquicio para amortiguar el dolor. Con cinco años un niño sólo puede preguntarse: <<¿Por qué esta persona, que en principio es quien más me quiere en el mundo, se va y me abandona?>>
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¡Qué orfandad la de este pobre chico! Cada vez que su imagen viene a mi pensamiento no puedo evitar verlo con esa mirada suya que, en muchos casos, mira sin ver y tras la que, más allá del brillo que transmiten sus ojos tan jóvenes, se esconde un fondo de melancolía adquirida prematuramente, a destiempo.
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Mi nieto estudió más tarde en el Liceo Francés de Madrid y también en esta ciudad se licenció en Ciencias Empresariales por el CUNEF, en donde luego realizó un máster en Finanzas. Tengo entendido que se trata de una excelente universidad privada, al parecer vinculada con la Asociación de la Banca Española. La asignatura que más le gustaba era Historia Económica, que entonces impartía el profesor Gonzalo Anes, un prestigiosísimo catedrático español y, a la vez, director de la Real Academia de la Historia.
En la actualidad, Luis Alfonso trabaja como gestor de patrimonio para el BNP-Paribas de Madrid. Espero que este banco le envíe en algún momento a vivir a París, Londres o, en su defecto, a algún otro lugar de Europa. Me parece fundamental que salga fuera y vea mundo. Existen pocas cosas peores que la cortedad de miras. Puedo comprender que él siga viviendo con su abuela en una magnífica casa, con la comida preparada, el servicio y todos los gastos pagados. Es una situación muy cómoda, pero pienso que ya está en edad de irse de allí para organizar su propia vida. Más tarde ya veremos hacia dónde quiere dirigir su existencia.
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Además, todo el mundo le encuentra guapísimo y muy atractivo. Tiene buen carácter y un fuerte sentido religioso. Alquiló la casa que mi hijo tenía en Pozuelo y, a cambio, percibe por ello una renta mensual. También me han comentado algo que me sorprendió sobremanera: le obsesiona quedarse de pronto sin dinero. Curioso, ¿eh? Es impresionante hasta qué punto puede nuestro subconsciente tendernos trampas. Seguro que este miedo que él siente tiene una explicación psicológica que, desde luego, yo no sé cómo interpretar.
En lo que se refiere al tema relacionado con los legitimistas, Luis Alfonso reacciona muy bien, con muchas tablas. Considero que cumple con sus compromisos de manera muy responsable y, seguramente, sin cuestionarse nada. Acepta todo y da cuenta de aquello que se le plantea con gran desenvoltura. Huelga decir que los legitimistas franceses están encantados con él. Para ellos es su Rey, Louis XX de Borbón. Le costean una secretaria para que conteste toda la correspondencia que recibe, ya que solo no podría hacerlo. También me agrada saber que, entre los medios de comunicación, tiene fama de ser alguien muy asequible, amable y natural. Espero que en el futuro sepa desarrollar a la perfección su papel y sus obligaciones, que asumió en 1992 cuando cumplió dieciocho años.
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Y hay otro aspecto en el que no puedo coincidir con él: como buen Borbón, es un gran aficionado a la caza. Yo espero que en un futuro inmediato se dedique a <<cazar>> menos venados y más mujeres… Bueno, con una sería suficiente, lo que hace falta es que sepa elegir bien. Siempre dijo que no se casaría antes de los treinta y le falta poco para cumplirlos.
Espero que es este tema tenga más vista que la que tuvieron su padre y su tío, y que logre así ser feliz en su matrimonio. Con las chicas tan bien educadas, formadas y guapas que hay, ¿por qué será que todos los míos se fijan, precisamente, en quien no deben fijarse? Creo que hay que reconocer, a pesar de todos los años que una tiene o precisamente por eso, que es a la gente bien a la que se debe tratar, pero que la gente mal, seamos sinceros, en cierto período de la vida resulta mucho más divertida. Lo que me parece un síntoma de inteligencia y sensatez es saber distinguir entre una y otra para que, cuando llegue el momento de tomar la decisión de casarse, uno se fije sólo en la gente bien y no en la otra.
Que quede claro que, cuando hablo de gente bien no me refiero en absoluto a su categoría social, sino a una cierta manera de ser y, por tanto, de vivir. La convivencia es muy difícil y conseguir que sea buena es la base de todo matrimonio bien avenido.
Vivimos una situación alarmante cuando, en cierta ocasión, mi nieto planteó su deseo de contraer matrimonio. Su madre y ese amigo de Alfonso al que antes me he referido mantuvieron con Luis Alfonso una larga y difícil reunión para aconsejarle que no lo hiciera. Menos mal que lo consiguieron.
Su mujer debería ser alguien alegre que le compensara todo lo que ha sufrido. Una chica de buena familia, educada e inteligente, que comprendiera a la perfección el compromiso que su marido tiene contraído con Francia y, por tanto, su papel a desarrollar de cara a este país. […] Quizá sería mejor que no tuviese nacionalidad española, por muchas razones. Tal vez estaría bien una francesa. Una vez él habló de una florentina, de apellido Corsini, que es una familia estupenda de la ciudad. Hace poco supe que Luis Alfonso salía con una venezolana y por poco me da un ataque, pero no parece una historia seria.
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He visto hace poco tiempo una fotografía de Luis Alfonso con su madre. No conozco bien la relación que existe entre ellos, pero lo que está claro es que se trata de su madre. Por eso hay ciertas cosas que a él jamás le diría. Me gustaría por su bien que alguien le hablara de ella con libertad, pero ¡resulta tan difícil! ¿Quién se atreve a decir a una persona algo sobre su madre? Yo, desde luego, a mi nieto, no. Supongo que él se da cuenta de que nuestro trato es inexistente. Y es que es tonta de remate; una mujer muy poco inteligente. Ésta es la causa primordial por la que me inspira una enorme sensación de inseguridad en todo lo relacionado con el chico.
Recuerdo que un pintor belga, amigo de Alfonso, le regaló un cuadro suyo cuando se casó. Tiempo después, mi hijo acudió a una exposición y vio que su cuadro estaba en la sala, a la venta. Carmen lo había llevado para venderlo. El pintor al enterarse se enfadó mucho, como es comprensible, y estuvo años sin hablar a mi hijo. Cuando éste se vio obligado a explicarle la verdad de lo que había ocurrido, debió de pasar tan mal rato que su amigo le creyó a pies juntillas y le regaló uno nuevo.
También recuerdo que mi hermana, no sé por qué motivo, le regaló a Carmen una antigua mantilla de encaje puro que pertenecía a nuestros antepasados. Un día se la llevó y la vendió. Como a ella le gusta tanto el dinero… Además, el arquitecto italiano con el que vive, Federici, al parecer no tiene un duro. Me llegó el rumor de que van tirando de este dinero que ella recibió en herencia de su amiga americana. Lo que les ha permitido, además de la finca que ya mencioné, comprarse un piso en Sevilla que su madre, Carmen Franco, dijo en unas declaraciones que le había gustado mucho. Yo me hubiera callado. La verdad es que es una mujer cortísima".
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