Carlos III instituyó La Real y Distinguida Orden Española de Carlos III, la más alta condecoración civil de España, el 19 de septiembre de 1771. Su creación honró el nacimiento de su nieto, el Infante Don Carlos Clemente, primogénito de los príncipes de Asturias. El lema de la Orden, Virtuti et merito, tiene la finalidad de condecorar a aquellas personas que se hayan destacado especialmente por sus buenas acciones en beneficio de España y la Corona.

El Caballero condecorado con la Orden de Carlos III juraba "no emplearse jamás, directa o indirectamente, contra la persona de Su Majestad, casa y estados". Recibirla constituía, pues un acto de fidelidad al Rey o a la Reina.



Las insignias se componían de una cruz, una banda de seda azul con los perfiles blancos y un manto. La cruz de la Orden es de ocho puntas, rematadas en oro, con los brazos esmaltados en blanco y celeste, colores que simbolizaban el cielo y la pureza. En los ángulos, cuatro flores de lis, símbolo de la Casa Borbón. En el centro, un medallón con la imagen de la Inmaculada Concepción con manto azul celeste bordado con luceros de plata, de la que Carlos III era especialmente devoto. En el reverso de la cruz, en el centro del medallón, aparecen la cifra del fundador: CIII, rodeada por un anillo azul con el lema "Virtuti et merito", lema de la Orden. Finalmente, la cruz está coronada por una corona de laurel.


Placa de la Orden

La confección y uso del manto de la Orden estaba perfectamente reglamentado: debía ser de color azul celeste, bordado en plata con campo de estrellas de seis puntas y orla con los motivos del collar de la Orden de Carlos III. Se confeccionaba en seda para los Caballeros Grandes Cruces, o en tafetán para los Caballeros Pensionados. La muceta era azul celeste moteada de plata. El manto se adornaría en todo su perímetro con cenefas anchas, combinando el azul y la plata.

La Orden fue reformada por Carlos IV en 1804, ampliándose una categoría más de caballeros, los Supernumerarios. Cambió la banda, dividiéndose en tres partes iguales: la central blanca y las laterales azules. El manto pasó a ser azul celeste, completamente cuajado de estrellas bordadas en plata, conservando la muceta y las cenefas iguales al modelo original.


Manto de Fernando VII

La especial estima de Fernando VII por esta Orden hizo que cambiara la decoración del antiguo dormitorio de su abuelo, Carlos III, en el Palacio Real. Esta sala, donde falleció el Rey en diciembre de 1788, está dedicada a la Orden y a la dinastía. Siguiendo las pautas del estilo Imperio, las colgaduras de las paredes y las tapicerías de los muebles copian los colores y adornos del manto, y el techo se decora con una alegoría de la creación de la Orden de Carlos III pintada por Vicente López.

Así se pueden observar las estrellas de la Inmaculada, los castillos y leones de los reinos, la cifra de Carlos III, su retrato y diferentes motivos decorativos que se reproducen en el mobiliario.



El próximo 31 de octubre, la Princesa de Asturias, quien garantiza la continuidad de la Corona, recibirá el Gran Collar de la Orden de Carlos III en esta sala. Seguirá así con la tradición instituida por su antepasado en 1771.

En 1847, durante el reinado de Isabel II, la Orden pasó a tener carácter exclusivamente civil, estableciéndose cuatro grados y determinándose que fuera el mérito del individuo lo que propiciara la distinción. Desde 1983 está reglamentada como una Orden para hombres y mujeres, sin distinción. El cargo de Gran Maestre lo ostenta el Rey de España, y el de Gran Canciller el Presidente del Gobierno.

El Real Decreto de 2002 fija los cuatro grados de la orden de mayor a menor: el Collar, Gran Cruz, Encomienda de Número, Encomienda y Cruz. El mismo establece que el collar se limita a 25, sin incluir en esa cifra a los miembros de la Familia Real.



El collar está compuesto por un total de 41 piezas a modo de eslabones, entre las que se encuentran "la cifra de oro del Monarca que da nombre a la Real Orden, orlada de palma y laurel de oro, esmaltados en verde y rojo", dos leones rampantes de oro, un castillo también de oro y un trofeo de guerra.

De la cifra pende la venera de la orden: una cruz de oro formada por cuatro brazos iguales, rematados por ocho esferas de oro, cuyo centro es de esmalte azul añil, contorneado por una franja de esmalte blanco. En cada antebrazo figura una flor de lis de oro pulido. En el anverso, la venera muestra una imagen de la Purísima Concepción en relieve y color y en el reverso, la cifra de Carlos III con el lema Virtuti et merito.