Siiii.
Es espectacular. He salido encantada. El aspecto exterior no le hace justicia al interior. Y menos mal que Leandro me avisó porque, efectivamente, si os gusta leer todo, ver los vídeos y consultar la audioguía, las horas pasan y una no se da cuenta.
Hemos entrado a las 16:00 y hemos salido a las 19:30, media hora antes del cierre.
Y todo esto sin pasar por el Campo del Moro porque ya no nos daba tiempo. Me he plantado y he dicho que yo no iba a pasar la vergüenza de que nos tuvieran que sacar de allí como a los que se colaban en las onomásticas del Rey Juan Carlos. Eso sí, mucho mejor ir entre 14:00 y 17:00. Después de esa hora ha empezado a entrar mucha gente que solo sabe dar la nota (niños gritando, tontainas que quieren tocar algunas obras, móviles sonando...). Menos mal que los de seguridad están pendientes de todo y con mano férrea.
Aparte de la exposición permanente, debo decir que impresiona ver los restos arqueológicos descubiertos durante la construcción del edificio. Están protegidos por un inmenso ventanal en una sala con un magnífico video explicativo. Y la exposición temporal, que ocupa la 3ª y última planta (todo en el subsuelo), dedicada a las carrozas reales y a algún que otro coche polémico época dictadura, que para mi gusto no pinta nada, es la traca final para que una salga henchida de orgullo por semejante patrimonio nacional.
El recorrido es muy agradable, variado y ordenado. La luz tan tenue ayuda a concentrarse en las obras y a que la vista no se canse. Llega a relajar muchísimo. Hay verdaderas maravillas, desde pintura a objetos decorativos de todo tipo, pasando por curiosidades como las cerraduras y llaves de los Reales Sitios. Una maravilla. Las sillas de mano y las carrozas son espectaculares. Estas últimas no las imaginaba tan inmensas.
La planta dedicada a los Austrias es solemne, austera y majestuosa, como eran ellos. La de los Borbones es colorida, fastuosa y más acogedora. De hecho, cuando una va avanzando y va llegando a la época a de Isabel II, la exposición se vuelve más entrañable, más familiar. Una se encuentra un trono de niña o un mantito de la Orden de Carlos III pertenecientes a una chiquitina Isabel II y se le cae la baba, pero
de repente, ¡zas! la centelleante corona de topacios y diamantes de la Virgen de Atocha en todo su esplendor. Contrastes con mucho efecto.
Así que todo el que pueda, tiene que ir. No se va arrepentir y la entrada y la audioguía tienen precios muy razonables: 14 + 5 €. Efectivamente, hay que pedirla, no la ofrecen.
Pd: Casi a la par de nuestro recorrido había un matrimonio venezolano visitando la galería. El hombre se sabía todo sobre los reyes de España, menudo coco. Y nos hemos encontrado con una pareja de chicos fans de Ena, extasiados ante su retrato, hablando de sus joyas, de los vestidos de Worth, de la biografia que escribió Marino, de mil cosas sobre ella. Me han dado ganas de preguntarles si conocían Foro Dinastías. Al final del recorrido les hemos ido persiguiendo, porque los comentarios eran maravillosos.