Del padre de Giovanna sabemos bastantes cosas, muchas más que de ella misma, porque conservamos uno de sus diarios y un par de libros de cuentas de la empresa. Era muy riguroso en la administración de su hacienda, un hombre de negocios previsor, que detalla perfectamente el intercambio de regalos que se hizo con ocasión del matrimonio de todos sus vástagos
Una mina de información, vamos. Este tipo de uniones eran la ocasión de establecer alianzas comerciales y políticas al más alto nivel por lo que las celebraciones debían reflejar el estatus de los contrayentes de cara al resto de la sociedad florentina, impresionar a amigos y enemigos, destacar... como decían nuestros abuelos "donde hay, que se vea"
Su diario es más personal, repleto de detalles de su vida privada, incluso los más insignificantes. En 1451 se caso con Albiera di Orlando de Médici, rama menor de la familia pero influyente todavía y tuvieron un hijo, Luca, en 1454, pero la dama falleció, de una infección me imagino, 50 días después de dar a luz a su segundo vástago (vivió 10 meses) al año siguiente
Por desgracia era muy habitual en la época, según Erasmo, las probabilidades de que una mujer muriese en el parto, o pocos días después, eran del 50%. Una de cada dos
Maso consultó con su suegro y las más altas personalidades de Florencia con quién debía casarse por segunda vez y fueron esas gentes las que eligieron a la dama. Caterina, hija de Tomaso di Lorenzo Soderini, tuvo una boda bastante austera por respeto a la difunta Albiera (aunque llevaba muerta casi dos años) Sin embargo, a pesar de este triste comienzo resultaron ser un matrimonio feliz y bien avenido, en parte porque Maso era un hombre sosegado que amaba la literatura y prefería quedarse en casa a leer los clásicos.
Maso y Caterina tuvieron 12 hijas y ningún varón
Dos murieron siendo bebés y dos siendo un poco mayores. Imaginad lo que supone para un padre encontrar maridos adecuados para tanta hija, su fortuna no podía cubrir las dotes y tuvo que pedir ayuda a amigos y parientes. Y es que en esta época sin dote no te casas bien, y la cuantía va en función de la calidad del matrimonio, con lo que algunos comerciantes destacados llegan a arruinarse en las bodas de sus hijas, hasta el punto que el consejo de gobierno de Florencia tuvo que poner un límite por ley a la cantidad que cada familia podía gastar en función de sus ingresos. La extravagancia en el gasto había llegado a tal punto que estaba afectando a la vida económica de la ciudad. Maso se gastó de media entre 800 y 1500 florines por bodorrio, una cantidad respetable que supone el sueldo que un buen maestro artesano podía ganar en toda su vida.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.