Vandal escribió:
Está claro que no se quemaba en la plaza del pueblo al que no quería hablar castellano, pero si esto no es imponer un idioma no sé qué es... “Por la presente ordeno y mando a mis Virreyes del Perú, Nueva Granada, Nuevo Reyno de Granada… guarden, cumplan y ejecuten, y hagan guardar, cumplir y ejecutar puntual y efectivamente [...] mi Real Resolución [...], para que de una vez se llegue a conseguir el que estingan los diferentes idiomas, de que se una en los mismos dominios, y sólo se hable el castellano, como está mandado por repetidas Reales Cédulas y Órdenes expedidas en el asunto.” Pero vamos, que no es nada nuevo, ni nada que se salga de lo usual para estos casos en (casi) todas las épocas y (casi) todos los imperios, así que tampoco entiendo a los que se empeñan en dibujar esa estampa idílica de la expansión del castellano, Doña Historia no conoce la palabra 'idílico'...
Desde luego, no sabría decirte nada idílico en lo relacionado con la Historia del género humano. Pero si se descontextualizamos las cosas, mal vamos. Yo estaba haciendo alusión a España en su concepto
moderno, europeo. La península, vamos. Tú haces mención al caso americano y por lo que podido averiguar esa Orden es de la época del padre de mi rey, Don Carlos III. El caso de América tiene unas connotaciones muy distintas y hasta singulares; para los gobiernos ilustrados de la época tendría que ser una auténtica locura implantar sus reformas y órdenes y llevar una mísera administración en poblaciones que no hablaban cristiano (lenguas europeas). Yo deduzco que la medida, dado su contexto, iba encaminada al buen gobierno en los virreinatos de la España del otro lado del Océano. Incluso puede que sea una medida educadora propia de la época. En aquellos días, la única forma de acceder a la cultura (y a la religión) de aquellas gentes (hablo de los que no tienen origen europeo) era por medio de la lengua, conocer el castellano (lengua de la corte y el imperio) o el latín; así que nada mejor que dar un golpe en la mesa y publicar una orden y establecer un imperativo para que pudieran llevarse a cabo los planes de aquellos gobiernos. Hoy nos puede parecer una barbaridad, pero hay que situarse en la mente de los hombres de aquellos siglos. Aquellos pobres indígenas tuvieron que 'tragar' y aprender castellano, portugués, francés e inglés. Bueno inglés no, ellos no perdían el tiempo en la instrucción, preferían pasar directamente al exterminio. De todos
modos, no se debió cumplir la Orden al pie de la letra, puesto que me parece (que nuestros amigos americanos me corrijan), hoy se siguen hablando lenguas indígenas en ciertas zonas de la antigua América española.
En cuanto al castellano, los nacionalismos han intentado demostrar que éste fue impuesto a la fuerza, y claro, esa legítima postura llevada al delirio por la bandera les hace cometer meteduras de pata. Estoy aburrido de encontrarme en miles de blogs, páginas o tuits el viejo bulo de que yo impuse, con la aprobación de mi rey, el castellano en todos los teatros de España con la prohibición de usar otro idioma. Una verdad a medias que se convierte en la más absoluto bulo. Resulta que a finales del XVIII y principios del XIX existía una grandísima preocupación entre los sectores ilustrados porque en España no existía una ópera nacional como sí existía en otras naciones europeas, caso de la italiana, que tanto furor hacía en aquel siglo y que todavía seguiría en el siglo XIX. La
moda era completamente la ópera italiana, todos la preferían, y la poca ópera española que había aun cantada en castellano tenía enormes influencias italianas. Claro, todo esto para queja de los músicos de la casa, que no podían competir con las grandes compañías italianas. Todo esto se traducía en un problema de identidad nacional que se haría más grave durante el siglo XIX en pleno apogeo de los nacionalismos. Es en este contexto cuando el gobierno de mi rey, yo estaba fuera del gobierno en ese momento, lanza lo siguiente: "En ningun Teatro de España se podrán representar, cantar, ni baylar piezas que no sean en idioma castellano, y actuadas por actores y actrices nacionales, ó naturalizados en estos Reynos, así como está mandado para los de Madrid en Real órden de 28 de diciembre de 1799". Fue el primer intento de nacionalizar la ópera, la música y el teatro españoles. Se buscaba la protección y el fomento de la industria nacional, y de paso de evitar la propaganda exterior (en ese momento la influencia del gran corso en Italia era para considerar). De todos
modos, aquella acertada medida apenas tuvo vigencia hasta 1808, ya que posteriormente, entre los pormenores de la guerra, todo volvió a la situación inicial. Pero he de advertir que esa medida no significaba el fin de las otras lenguas españolas; sí, sí. Era el Antiguo Régimen, y existían las leyes privadas o privilegios, los conocidos regímenes forales; y, por ejemplo, la ciudad de Barcelona se acogió a él y no implantó tal medida. Pero no se crean que preferían las magníficas obras en catalán, no, en la ciudad condal querían seguir disfrutando el arte italiano, furor, como digo, de los hombres contemporáneos míos. Con ello quiero recalcar lo importante que es saber el contexto en el que nacen cada medida como esa y estudiar qué fin es el que se busca.
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Verdad y razón nunca envejecen.